Red Semlac.- Aunque existen en Cuba iniciativas recientes como el Observatorio de Cuba sobre Igualdad de Género y se incluyen estadísticas actualizadas sobre casos de violencia de género y sexuales procesadas en tribunales, la producción de estadísticas sobre esta problemática sigue siendo limitada y fragmentada en la nación caribeña. ¿Por qué es importante contar con una estadística fiable y oportuna para atender este fenómeno?
Para reflexionar en torno a esta interrogante, SEMlac invitó a tres profesionales de diferentes áreas del conocimiento: la doctora en Ciencias Clotilde Proveyer Cervantes, socióloga y profesora de la Universidad de La Habana, además de coordinadora del Grupo asesor de la Federación de Mujeres Cubanas para la atención y prevención de la violencia de género; la psicóloga Rachel Lambert Correoso, máster en Estudios de Población, y la periodista Dixie Edith Trinquete Díaz, doctora en Ciencias Demográficas, ambas profesoras del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana.
¿Por qué se siguen demandando estadísticas más sistemáticas y desagregadas sobre la violencia de género? ¿Qué podrían aportar?
Clotilde Proveyer Cervantes: Los datos ofrecen información para poder ajustar la prevención y enfrentamiento a las violencias de género. No son necesariamente la demostración de la magnitud de un fenómeno, pero sí la constatación de su existencia. Muestran las tendencias que se viven en el país, aunque no necesariamente reflejen la realidad completa y puedan tener sesgos de diverso tipo. Si, además, están desagregados y son oportunos, fiables, nos brindan información sobre un problema social serio, independientemente de su magnitud, y nos hacen un llamado de atención, de alerta, para trabajar con esa información. Tienen un valor extraordinario porque ofrecen información para la sociedad, pero también para quienes deciden e investigan. Visibilizan un problema naturalizado, que se legitima mediante el poder patriarcal, por tanto, vienen a ser la constatación pública de que esos hechos ocurren y es importante atender el fenómeno. Porque muchas veces las víctimas sufren violencia en silencio durante años o tras haber pedido ayuda de distinta naturaleza, sin conseguirla, por considerarse este “un problema privado”.
Rachel Lambert Correoso: Contar con datos representa un avance crucial para entender la violencia de género desde una perspectiva interdisciplinaria. Como psicóloga, resalto que las cifras no solo cuantifican el problema, sino que también revelan patrones conductuales y estructurales que requieren intervención. Por ejemplo, la desagregación por edades o zonas geográficas podría ayudarnos a identificar grupos vulnerables y diseñar estrategias de prevención temprana. Además, al validar las experiencias de las víctimas, las estadísticas contribuyen a romper el silencio social que suele normalizar la violencia. Sin embargo, es vital complementarlas con estudios cualitativos que exploren el impacto psicológico en las sobrevivientes y las barreras culturales que impiden denunciar.
Dixie Edith Trinquete Díaz: Las estadísticas fiables y oportunas sobre violencia de género son fundamentales. En el ámbito de la comunicación, permiten transmitir de manera clara y convincente la magnitud del problema, lo que es crucial para crear conciencia a la sociedad y quienes toman decisiones políticas sobre la necesidad de abordarlo. Al comunicar cifras precisas y actualizadas, se pueden desmontar mitos y estereotipos que rodean a la violencia de género, promoviendo un discurso más informado y responsable. Además, las estadísticas proporcionan una base sólida para narrativas que humanizan las experiencias de las víctimas, rompiendo el silencio social que a menudo las rodea. En el contexto de la comunicación sobre violencia de género, los datos tienen un valor inestimable porque permiten a los comunicadores y periodistas contar historias más precisas y poderosas. Al utilizar estadísticas desagregadas, se pueden identificar patrones y tendencias que ayudan a crear mensajes más efectivos para campañas de sensibilización. Además, al comunicar estos datos de manera accesible y comprensible, se facilita la comprensión del problema entre la población general, lo que puede aumentar la empatía y el apoyo hacia las víctimas. Las estadísticas también sirven como herramienta para exigir responsabilidad a las autoridades y promover cambios políticos y sociales.
¿Las estadísticas pueden abrir la puerta a nuevos estudios más profundos y diversos sobre estas problemáticas? ¿En qué sentido?
CPC: Contar con estadísticas desagregadas puede abrir la puerta a estudios más profundos, porque permite crear una percepción de riesgo en la población y generar alertas entre los decisores. Los datos son esenciales para elaborar estrategias, diseñar mecanismos de protección, ajustar las leyes e intencionar las particularidades de la atención a las víctimas en cada espacio concreto.
RLC: Las estadísticas son un punto de partida, no un fin. Desde la psicología social, urge investigar cómo las normas culturales y los roles de género interiorizados perpetúan ciclos de violencia. Por ejemplo, ¿por qué persiste la idea de que ciertas formas de abuso son «aceptables»? También necesitamos mapear los servicios de atención existentes: ¿las víctimas acceden a ellos?, ¿cómo perciben su eficacia? Un estudio longitudinal podría rastrear cómo cambian las actitudes tras campañas educativas o cambios legales. Además, la interseccionalidad es clave: ¿cómo se cruzan violencia, raza, clase y orientación sexual? Sin estas capas, el diagnóstico queda incompleto.
DETD: Las estadísticas sobre violencia de género son esenciales para la comunicación porque pueden guiar investigaciones más profundas que luego se traducen en historias y mensajes más impactantes. Al comunicar estos datos, se pueden identificar áreas críticas que requieren más investigación, como las barreras culturales que impiden denunciar o las normas sociales que perpetúan la violencia. Además, al presentar estadísticas de manera clara y accesible, los comunicadores pueden crear un diálogo más informado entre la sociedad y los investigadores, lo que puede llevar a nuevos estudios que aborden aspectos específicos de la violencia de género, como la interseccionalidad o el impacto psicológico en las víctimas.
¿Cómo usar estos datos y análisis para implementar la estrategia de prevención de violencia y las legislaciones que hoy existen en el país?
CPC: Las estadísticas abren la puerta a muchas alternativas sociales de tipo político, institucional, académico, investigativo. Es imprescindible usar estos datos para fortalecer la lucha contra la violencia de género en el país, asumiéndolo como un problema que hay que atender sin sensacionalismo, sin cifras amarillas, sin alarmas, sin darle otra connotación que no sea la que tiene. Pero que sirva para que las instituciones, los decisores y la sociedad toda, que tienen la responsabilidad, tengan conciencia del problema y lo enfrenten con la atención que merece. Hay que ir a las causas estructurales de la violencia de género porque son caldo de cultivo para que la violencia transite por la sociedad sin castigo correspondiente. La violencia de género e intrafamiliar se puede evitar con políticas responsables, con leyes que la visibilicen, con trabajo de prevención y atención y, para ello, primero hay que reconocer el problema que existe en todas sus dimensiones y aterrizajes contextuales.
RLC: Para maximizar el impacto de estos datos, debemos traducirlos en acciones concretas. Primero, capacitación a profesionales de la salud, educación y justicia para identificar y abordar la violencia con enfoque de género. Segundo, campañas de sensibilización que desmonten mitos, usando ejemplos basados en las estadísticas. Tercero, abogar por una ley integral que unifique protocolos de atención y garantice recursos para su implementación. Además, es vital crear redes comunitarias de apoyo, donde las mujeres tengan acceso a herramientas psicoeducativas y legales. Los datos son el cimiento, pero la transformación requiere compromiso multisectorial y participación ciudadana activa. Contar con datos también apuntala la lucha de género que se está teniendo en el país. Vienen a poner números sobre las caras, los hechos y las historias que se empiezan a conocer y hacerse públicas por vías como las redes sociales. Pero para que estas estadísticas abran caminos a nuevos estudios y a la lucha contra la violencia, debe haber una voluntad estatal de seguir ofreciendo datos, de abrir las puertas de determinadas instituciones que tienen bajo su poder la posibilidad de acceder a los casos, a las víctimas. Así se fortalecería el quehacer de quienes estamos trabajando el tema en Cuba.
DETD: Para fortalecer la lucha contra la violencia de género, sobre todo mediante la comunicación, es crucial utilizar las estadísticas disponibles como apoyo para crear mensajes claros y convincentes. Al comunicar estos datos de manera efectiva, se pueden desmontar estereotipos y mitos que perpetúan la violencia, promoviendo una mayor conciencia social y política sobre el tema. Además, las estadísticas pueden servir como base para campañas de sensibilización que usen ejemplos concretos para ilustrar el impacto de la violencia de género en la vida de las personas. La comunicación basada en datos también puede presionar a las autoridades para que tomen medidas más efectivas y comprometidas con la erradicación de la violencia de género.
Por otra parte, las estadísticas proporcionan información valiosa para la toma de decisiones. Al presentar estadísticas desagregadas, se pueden identificar áreas geográficas o poblaciones específicas donde se requiere una mayor atención. Esto permite a quienes diseñan políticas, pero también a periodistas y comunicadores, crear programas y mensajes más efectivos, dirigidos a grupos vulnerables, y asegurar que las legislaciones se apliquen de manera equitativa y eficaz.
La capacitación y educación también son fundamentales. Los datos pueden ser utilizados para capacitar a profesionales en el sector de la comunicación, educación y justicia sobre cómo abordar la violencia de género de manera efectiva.
Finalmente, al comunicar los datos de manera clara y accesible, se puede fomentar una mayor participación ciudadana en la implementación de las políticas de prevención. Esto incluye involucrar a la comunidad en la creación de redes de apoyo y en la promoción de una cultura de paz y respeto, lo que es esencial para el éxito de las estrategias de prevención.