Las identidades sexo disidentes encuentran formas de resistencia en la acción cultural colectiva, mediante la comunicación, la participación y la performatividad
Iyamira Hernández Pita (Cuba), profesora e investigadora titular, Departamento de Sociología Universidad de La Habana - Red Semlac / Foto: SEMlac Cuba.- Las universidades se han establecido como espacio privilegiado donde convergen diversas perspectivas e ideas y el pensamiento crítico encuentra terreno fértil para desarrollarse. Así, la universidad se convierte en importante agente de transformación cultural, capaz de generar conocimiento que desafía paradigmas y contribuye a construir una sociedad más justa y consciente.
Pero, a la vez, en tanto institución educativa, ha representado igualmente un espacio para normar y establecer los cánones del deber ser, incluido el canon relativo al cuerpo, el ejercicio libre de la identidad y, más específicamente, en torno a la llamada diversidad sexual.
La escuela sigue siendo un espacio donde la diversidad encuentra múltiples obstáculos y pareciera que el respeto o la tolerancia abstracta encubrieran formas veladas de discriminación.
En ese contexto, la diversidad sexogenérica enfrenta obstáculos ligados a expresiones de discriminación y violencias cotidianas normalizadas. No obstante, las juventudes sexo disidentes encuentran formas de resistencia en la acción cultural colectiva, mediante la comunicación, la participación y la performatividad.
Algunas de estas acciones ocurren en espacios sociodigitales, en los cuales utilizan activamente las tecnologías como herramientas y encuentran una plataforma para la visibilización, organización y resistencia contra la discriminación y las visiones heteronormativas en el ámbito universitario, en busca de un reconocimiento.
Esta acción colectiva digital se traduce en producción de comunidades virtuales, difusión de información y coordinación de actividades destinadas a promover la inclusión y el reconocimiento de las identidades disidentes al interior de las universidades, al punto a veces de modificar las estructuras al interior de esos espacios.
Pero, ¿qué ocurre en materia de resistencia y construcción identitaria de las disidencias sexogenéricas en las universidades cubanas? ¿Se utilizan los espacios sociodigitales como herramientas de visibilización, organización y transformación cultural? Intentaremos algunas respuestas al acercarnos a esas dinámicas en la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana.
Miradas al espacio universitario cubano
Aun con un proyecto social inclusivo desde 1959, en función de garantizar equidad y justicia social, no fue hasta 1997 que, con la creación del Grupo Nacional de Expertos/as para la prevención y atención a la violencia de género, se reconoció la necesidad de atender institucionalmente los asuntos vinculados a las desigualdades y discriminaciones por razones de género. Pero incluso entonces se sostuvo una postura binaria y se obvió la pluralidad de las identidades de género y las múltiples vulneraciones de sus derechos.
En 2019, los cambios en el panorama jurídico cubano –específicamente la nueva Constitución de la República— dejaron explícita la referencia a la no discriminación por identidad de género, orientación sexual e identidad de género impulsada a partir de los debates producidos desde la academia y el activismo social.
Centrado en no dejar a nadie atrás, el Estado cubano abrió una oportunidad única para construir una sociedad más inclusiva, equitativa y justa, como clave para reducir diferencias y empoderar a la ciudadanía. Se produjeron así los cambios más significativos en materia de sanción a comportamientos que atenten contra la dignidad de las personas, discriminen y frenen los procesos de equidad e inclusión en todos los espacios institucionales.
Sin embargo, no se han producido los cambios culturales necesarios para legitimar las conductas no discriminatorias y promover una verdadera inclusión. La disidencia sexo genérica no ha logrado el protagonismo necesario en los diferentes espacios institucionales de la sociedad, ni en el universitario, para desarrollar estrategias y buenas prácticas que faciliten su visibilidad y garanticen el respeto a sus derechos.
Las investigaciones sobre género y educación constatan baja presencia de la población LGBTIQ+ en las universidades. Puede inferirse que, pese al diseño de políticas educativas inclusivas en el escenario cubano, aún es mínimo el acceso a la educación superior de este grupo poblacional. Ello funciona, a la vez, como barrera para generar prácticas culturales que permitan una mayor presencia de estas personas en el ámbito universitario.
Entre los principales desafíos para lograr procesos educativos inclusivos, no basta con el diseño de políticas sociales si, para su implementación, no se tienen en cuenta los procesos vinculados al cambio cultural que garanticen una verdadera inclusión social. Debe cuestionarse entonces la forma en que se operacionalizan las políticas en función de las especificidades de sus grupos poblacionales beneficiarios y su acceso a las oportunidades.
Se necesita pensar en una mayor convocatoria de la población LQBTIQ+ como público meta de proyectos inclusivos que propicien la elaboración de diagnósticos sobre las barreras estructurales que enfrentan en el acceso a recursos que empoderan; a servicios de calidad libres de estigmas, violencias y revictimizaciones; a la continuidad de estudios y mercado laboral, así como a fortalecer sus capacidades a nivel local para superar el aislamiento, la ausencia de redes de apoyo formales e informales y les proporcione vías para poder denunciar las violencias machistas que sufren en los espacios institucionales.
En un contexto donde conviven un cuerpo legal fortalecido a favor de la inclusión social, la equidad, la no discriminación y justicia social, junto a resistencias patriarcales que impiden su legítima implementación, se necesita lograr el derecho de audiencias como instrumento democrático de inclusión social que desmonte culturalmente el régimen heteronormativo y visibilice las vidas e identidades sexogenéricas transgresoras al interior de las dinámicas universitarias cubanas.
Desafíos y entornos sociodigitales
Cuba no está ajena al desarrollo de las TICs, cuyas plataformas propician formas rápidas de información, movilización y organización sociales, individuales y colectivas. Pero sí tiene limitaciones considerables de accesibilidad y disponibilidad a espacios sociodigitales, marcada por crisis económicas, políticas, culturales e ideológicas que transversalizan la dinámica de la vida cotidiana.
El acceso a plataformas como Instagram, Facebook, Whatsapp y Telegram, entre otras, es diferenciado según territorios, pues las zonas rurales resultan desfavorecidas y en general todo el país se afecta por falta de conectividad, como desventaja para la visualización, organización y representación de diferentes poblaciones, como la LGBTIQ+.
No obstante, varias poblaciones vulnerables en términos de discriminación –personas de piel negra, mujeres, personas en condición de discapacidad– logran colocar sus discursos y contenidos en las diferentes plataformas digitales. De igual forma se establecen espacios para el debate en torno al diseño e implementación de políticas y socialización informativa.
Como espacios de socialización, las dinámicas relacionales de las universidades cubanas no han logrado poner en práctica lo descrito en su código de ética sobre los asuntos referidos a la inclusión y la no discriminación. No se cuenta con protocolos de actuación que permitan incentivar el activismo social de las poblaciones más vulnerables, solo algunos grupos de estudiantes y egresados logran organizarse desde los espacios sociodigitales y crear un activismo desde el feminismo. Este grupo tiene características peculiares, porque no cuenta con personas diversas, se visibiliza solo desde las voces de un grupo de mujeres, generalmente blancas, que exponen sus criterios desde un activismo al margen de la heterogeneidad y diversidad que conforman la población cubana.
Pese a que Cuba cuenta con una estrategia integral e integrada para la prevención y atención a la violencia de género y en el escenario intrafamiliar, con carácter vinculante con el Estado, aún no logra implementar sus componentes como mecanismos para generar el cambio cultural que se necesita en la prevención, atención y comunicación para el desarrollo, en función de eliminar las brechas de género vinculadas a los diferentes dispositivos de poder.
Este panorama obstaculiza la detección, atención y reparación de los daños asociados a cualquier manifestación de violencia por razones de género y, al unísono, limita las posibilidades de organización y visualización de las poblaciones sexo genéricas al interior de los espacios universitarios. Es importante referir que la población LGBTIQ+ que se encuentra en los escenarios universitarios es la homosexual, por lo cual el alcance de la pluralidad de expresiones de la diversidad allí es limitado.
No se puede hablar entonces de una inserción de diversidades sexo genéricas y menos de una disidencia que pueda fomentar un discurso diferente al heteronormativo hegemónico. Por ende, no existen estrategias para lograr una mayor incorporación de esta población al ámbito universitario y hacer valer sus voces desde los espacios sociodigitales interuniversitarios.
La inexistencia de protocolos de actuación ante los comportamientos discriminatorios y violentos nos hace cómplices de los disímiles costos sociales, individuales y colectivos, que sufre la población LGBTIQ+. Uno de los desafíos sería lograr, desde la academia, una mayor visualización de las oportunidades que ofrecen los espacios sociodigitales para trabajar estos asuntos y alcanzar una mayor interacción social de estos grupos en defensa de sus derechos y los niveles de organización que necesitan para conquistarlos.
Desde esta perspectiva, se requiere de una estrategia de comunicación que detone en cambio cultural a favor de las representaciones sociales de estos grupos, su organización y defensa de sus derechos
A modo de conclusión
Se constata la necesidad de fomentar el diálogo entre las políticas y la institucionalidad, para promover el cambio de narrativas sobre la distribución y representación de las disidencias sexo genéricas en los contextos universitarios cubanos.
Se corrobora la importancia de los entornos sociodigitales para promover el debate crítico y analizar las diversas miradas a las múltiples formas de interacción social que se producen en las plataformas digitales y su papel en la socialización de representaciones sociales sobre las disidencias sexo genéricas en la dinámica de vida de los contextos universitarios.
Se reafirma el papel de la universidad como espacio privilegiado para promover el debate crítico en torno a la transformación cultural que se necesita para la construcción de sociedades más justas, equitativas e inclusivas.
La acción colectiva digital mediante el uso de las tecnologías constituye una herramienta significativa para la visibilización, organización y resistencia contra la discriminación y las posiciones heteronormativas en el ámbito universitario.