Laura Prada - Cuadrando la caja, tomado de Cubadebate.- Laura Prada: Bienvenidos, esto es Cuadrando la Caja, un espacio para debatir desde el socialismo sobre los temas económicos que más preocupan y ocupan a nuestro país. Hoy hablaremos sobre las mujeres y el trabajo no remunerado y para adentrarnos en el tema nos acompañan la periodista Dixie Edith Trinquete, doctora en Ciencias Demográficas y profesora del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana, y Ariel Fonseca, viceministro de Trabajo y Seguridad Social.


Laura Prada: Comienzo preguntándoles, ¿qué se considera trabajo no remunerado?

Ariel Fonseca Quesada: Son las actividades que se encaminan a la reproducción económica y social de la vida y que tienen tres características, esencialmente: no se recibe una remuneración por ellas, esencialmente se realizan en el marco doméstico, en el de la familia o en el de la comunidad, y es significativo su aporte en la vida cotidiana.

Uno de los avances significativos que hemos tenido en la última etapa en el país está relacionado con reconocer esa labor, generalmente centrada en los cuidados, como un trabajo.

Laura Prada: Trabajo no remunerado y mujeres, ¿por qué están tan estrechamente relacionados?

Dixie Edith Trinquete: Porque estadísticamente está confirmado, no solo en Cuba, que la mayor parte de ese trabajo no remunerado está a cargo de mujeres. Encuestas diversas en Cuba −la última fue la encuesta nacional de igualdad de género, de 2016− confirmaron que las mujeres dedican más del doble de su tiempo semanal, más del doble de tiempo que los hombres, a tareas de trabajo doméstico no remunerado. Y no solo a actividades directas de trabajo no remunerado, sino de planificación de ese trabajo no remunerado. Según reflejó la encuesta, las mujeres dedican semanalmente alrededor de 21 horas a planificar las comidas, la manera en que van a hacer las compras, cómo van a enfrentar ese trabajo no remunerado dentro del hogar. Los hombres dedican alrededor de 10 horas. Hay una diferencia sustantiva, y esto está relacionado con la manera en que se ha organizado históricamente la vida en la sociedades occidentales.

Los hombres han sido educados para el trabajo fuera de la casa y las mujeres, para trabajar en casa. Es, básicamente, la manera en que se ha estructurado, que se reproduce hoy en esta realidad: sobre qué hombros caen principalmente las actividades de trabajo no remunerado.

Laura Prada: ¿Cómo se comporta este fenómeno en nuestro país?

Ariel Fonseca Quesada: Abordándolo a partir de indicadores que se utilizan en el país en relación con la tasa de ocupación o la tasa de actividad laboral, en Cuba hay una tasa de actividad masculina según la cual los hombres están en cerca del 77 %, lo cual quiere decir que 77 de cada 100 hombres en edad laboral están ocupados de manera formal. Entre las mujeres, el índice baja: 55 de cada 100 mujeres están ocupadas de manera formal o remunerada. Todavía hay una brecha de cerca de un 22%  en la tasa de actividad.

Son unas 700 000 mujeres que no reciben ingreso formal, pero la mayoría, tal vez no todas, realizan trabajo no remunerado o actividades de cuidado en el hogar. Se encargan de esa reproducción de la vida de que hablábamos, del cuidado de nuestros hijos, de nuestros padres. Hay actividades de cuidado directas o indirectas: usted lo hace de manera directa cuando esta amamantando un niño o bañándolo o dándole de comer, pero para darle de comer primero tuvo que elaborar la comida, tuvo que lavar y planchar la ropa.

Son muchas horas. La profesora Dixie recordaba que las encuestas de igualdad de género en Cuba dan cuenta de que son cerca de 14 horas de diferencia semanal en el tiempo que dedican las mujeres a las labores de cuidado en comparación con los hombres. Indudablemente, el trabajo no remunerado, la labor de cuidado en el país tiene, rostro de mujer. Es un fenómeno que puede ser contraproducente tomando en cuenta el avance que hemos tenido en estos 65 años, porque más de la mitad de los profesionales en el país son mujeres. Hubo una incorporación importante de la mujer a la vida social a partir del triunfo de la Revolución; sin embargo, que haya igualdad de posibilidades, de oportunidades de acceder a la educación, a los diferentes puestos de trabajo, no significa que a la hora de cuidar haya un cambio cultural para que haya balances, para que seamos los hombres los que vayamos mucho más al cuidado.

Dixie Edith Trinquete: En la encuesta de envejecimiento de 2017, más del 57% de las personas encuestadas dijeron que preferían ser cuidadas por una mujer…

Laura Prada: Hay una preferencia.

Dixie Edith Trinquete: El rol de cuidado está asignado a las mujeres, pero también hay una preferencia de quienes quieren ser cuidados. Hay un cierto rechazo, “me va a cuidar un hombre, no no no”… Eso, por un lado. Por otro, la situación que comentaba Ariel se agudiza en las zonas rurales. Si el cuidado tiene el rostro de mujer en las zonas urbanas, en las zonas rurales lo tiene aún más. La brecha es más evidente en las zonas rurales, lo muestran las estadísticas. Hoy se está hablando de que la mayor reserva de fuerza laboral que tiene este país está en las mujeres y es justamente debido a la cantidad de mujeres que han salido del empleo para asumir, sobre todo, tareas de cuidado. No tanto las domésticas, de la vida cotidiana, que, al final, las asumen de todas maneras, sino las de cuidar a enfermos, personas mayores o nietos.

Laura Prada: Que no es lo mismo que hablar de amas de casa...

Dixie Edith Trinquete: Obviamente, no. Nosotros preferimos hablar de trabajo no remunerado.

Laura Prada: ¿Cuál es la diferencia?

Dixie Edith Trinquete: Cuando se habla de jefatura femenina, usted puede ser la jefa de su hogar por razones diversas, porque vive sola o porque se divorció, y ser una trabajadora en el empleo formal. Si, además, usted asume las tareas domésticas, esa es otra historia. Pero usted puede perfectamente ser la ama de su casa y tener un trabajo remunerado.

Laura Prada: Ahí hay una marca...

Dixie Edith Trinquete: Ahí hay una marca cultural.

Ariel Fonseca Quesada: Son de las categorías que en los últimos tiempos hemos tratado de ir transformando y que, incluso, vienen de patrones patriarcales que indiscutiblemente están dictando cuáles son las categorías, cómo nombramos a las distintas personas en la incorporación. Normalmente, se dice que hay un gran porciento de mujeres que no trabajan. Nosotros le estamos poniendo el apellido de que no trabajan de manera remunerada, que no están incorporados mediante un contrato o que no reciben un ingreso por su labor. Estamos trascendiendo esos conceptos de ama de casa, de población no económicamente activa, porque uno de los retos que tenemos es reconocer el aporte valioso que hacen.

Laura Prada: Un reconocimiento social...

Ariel Fonseca Quesada: Un reconocimiento social que indiscutiblemente tendrá. Hay un reto que tiene la Oficina Nacional de Estadística e Información, calcular y definir el peso del trabajo no remunerado, esencialmente de mujeres, incluidas las actividades de cuidado, y cuál sería su parte en el producto interno bruto. Otras naciones han avanzado en esto. Desde hace algunos años, en el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y en la Subcomisión de Cuidados, conjuntamente con la Oficina Nacional de Estadística e Información, estamos trabajando en una metodología para calcular el aporte social y también económico de estas actividades.

Por eso decimos que trascendimos, cambiamos categorías. La academia ha impulsado el tema durante estos últimos años en Cuba. En América Latina hay un movimiento feminista, una academia que también lo ha desarrollado. A pesar de los avances que hemos tenido en Cuba, donde son indiscutibles los avances en la incorporación y la participación de la mujer en la economía y en la sociedad, los números que presentábamos hace unos minutos revelan que hay brechas aún por atender.

Dixie Edith Trinquete: Mujeres está diciendo, a partir de cálculos internacionales, que el aporte del trabajo no remunerado al producto interno bruto de un país puede llegar a ser de hasta más del 20%. Esa es una cifra que no es menor para quienes están haciendo cálculos económicos. La Cepal también lo aborda: pregúntese cuánto tendría que pagar una familia por esas actividades y entonces puede tener una idea de cuál puede ser el aporte económico. Por supuesto, a nivel micro ahí hay una metodología que construir, como dice Ariel, pero para tener una idea a nivel micro simplemente saque la cuenta de cuánto usted tendría que pagar por esos servicios si estuviera contratando a alguien para que haga todo eso que hacen las mujeres en la casa. Y la cuenta en la realidad concreta de Cuba no es un monto menor.

Laura Prada: ¿Son estas políticas gubernamentales suficientes para visibilizar el esfuerzo que se hace por cambiar esa mentalidad patriarcal en la sociedad cubana, las terminologías?

Ariel Fonseca Quesada: En cuanto a políticas, hay un resultado importantísimo en el país en la última etapa. El 15 de octubre del pasado año se aprobó el Decreto 109, la norma jurídica que da paso a la implementación del Sistema Nacional para el Cuidado Integral de la Vida. Hace más de tres años, empezamos a elaborar, como parte del programa de desarrollo económico y social del país hasta 2030, el proyecto Trabajo Digno en Cuba, y dentro de este identificábamos el trabajo no remunerado, no solo con el hecho de elaborar una política que visibilice la cuestión, sino también con la instrumentación de acciones, programas, servicios que dieran respuesta a esta realidad; sobre todo, a lograr una corresponsabilidad. Uno de los objetivos esenciales del Sistema Nacional para el Cuidado Integral de la Vida es contribuir a la corresponsabilidad social: que todos participemos, los actores económicos y sociales del país, y también contribuir a la redistribución de actividades entre hombres y mujeres en nuestras familias.

Dixie Edith Trinquete: Creo que estamos en una etapa en la que se ha legislado mucho y se ha construido mucha política. Ariel hablaba del Sistema Nacional para el Cuidado Integral de la Vida. El sistema de cuidado es parte de una política mayor, la política de atención a la dinámica demográfica, pero, por otro lado, tenemos el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres, que está relacionado directamente con el asunto del que estamos hablando. Podemos mencionar, por ejemplo, artículos del Código de las Familias que norman a nivel de derecho, a nivel de la jurisdicción del país, y que están marcando pautas sobre cómo establecer la corresponsabilidad social e, incluso, cómo se puede desde la ley ayudar a que esa corresponsabilidad social exista.

Desde la academia, desde los estudios y los diferentes centros de investigación, estamos apreciando que se necesita la manera en que articulamos todas esas políticas y legislaciones para que lleguen al mismo lugar, para que se implementen y ejecuten en la comunidad, que es donde existe esa desigualdad en la manera en que se distribuye el trabajo doméstico, a nivel de esa familia, donde esa división sexual del trabajo se sigue reproduciendo. Hay un reto relacionado con articular políticas, legislaciones que se han ido construyendo y que sin duda son buenos marcos normativos, pero que tienen que integrarse en su implementación para surtir efecto allí donde son más necesarios: en los escenarios en los que está ocurriendo el fenómeno de la sobrecarga.

Laura Prada: ¿Cómo hacerlo?

Ariel Fonseca Quesada: Dixie hablaba de la articulación. Desde hace muchos años, existen en Cuba servicios de cuidado. ¿Quién no sabe que en Cuba, desde los 60, hay círculos infantiles, o que desde hace muchísimos años hay casas del abuelo, hogares de ancianos para el cuidado de las personas mayores, o que ha habido históricamente personas a las que algunos llaman “el cuido”, que desde el sector no estatal ofrecen también servicios de cuidado esencialmente a niños? O se podrían mencionar los establecimientos del Sistema de Atención a la Familia.

Son muchos los servicios que durante muchos años hemos estado prestando, pero de manera sectorial. Es un mecanismo, un instrumento para que el Gobierno articule esas políticas de cuidado que tiene que partir de un diagnóstico. Lo que hemos estado haciendo durante todos estos años, indiscutiblemente, nos preparó, pero el reto es mucho mayor hoy. Hay un 25.5% de la población que tiene 60 años o más y requiere de cuidados. Está la cuestión del bono demográfico, la reserva que tenemos. La población en Cuba ha disminuido y, por ende, también la población en edad laboral. Necesitamos que haya servicios de cuidado para que la mayor cantidad de personas posibles se incorpore a trabajar. Necesitamos maneras de articular todas esas políticas de cuidado, de empleo. Aquí entran también las políticas de empleo relacionadas −estoy hablando de empleo formal o remunerado− que tienen vinculación con el trabajo a distancia.

Dixie Edith Trinquete: Exacto.

Ariel Fonseca Quesada: Hay que articular todo lo que hemos estado normando. Y hay algo relacionado, el sistema tiene cinco componentes y uno de ellos es la comunicación. Hace muchos años en el país se instituyó la licencia por maternidad, pero ya tienen derecho a los padres; también está el derecho al cuidado de los niños hasta un año de edad. Sin embargo,

que hayamos reconocido el derecho, que esté en un decreto ley, esté reconocido, no resuelve todo. No llegan a 10 los hombres cubanos que han sido beneficiarios de esa política aprobada; por eso insistimos en la comunicación para una transformación cultural que nos permita lograr la corresponsabilidad. No solo lo podremos hacer desde las regulaciones, sino logrando que haya un cambio cultural en la sociedad.

Dixie Edith Trinquete: Un director de empresa, de un centro de trabajo, también tiene que aprender que sus trabajadores hombres tienen ese derecho. Y por hacer uso de él no tienen que ser estigmatizados, despreciados. Porque muchas veces hay que ver cómo ese hombre hace la solicitud de licencia de paternidad en su centro de trabajo y recibe una respuesta que puede ser “pero tú no tienes una mujer que se ocupa de tu hijo”.

Laura Prada: Claro.

Dixie Edith Trinquete: No es solo la formación al interior de la familia. Volvemos otra vez a la corresponsabilidad social, a que sea un escenario que se comprenda en todos los espacios sociales y que se pueda influir en que una ley con incidencia en esta área pueda ser implementada como se debe, con efectividad.

 Laura Prada: Y que nos haga sentirnos orgullosos.

Dixie Edith Trinquete: Exactamente. Lo otro tiene mucho que ver con analizar. Ariel hablaba de diagnóstico. Y hay que hacer ese diagnóstico también en función de los contextos territoriales, locales, porque a lo mejor hay municipios que hoy tienen tres SAF y necesitan uno, y hay municipios como Plaza de la Revolución que tienen cinco, pero necesitan 10. Estoy hablando de cifras especulativas, pero es importante hacer el análisis a nivel contextual, diagnosticar qué población hay ahí. Y entonces cobra relevancia conocer la dinámica demográfica del país.

No es lo mismo el municipio Plaza de la Revolución, el más envejecido de Cuba, que Morón, en Ciego de Ávila. Para articular todo esto de lo que estamos hablando, también hay que conocer el lugar donde se va a implementar. Hay lugares donde hay un círculo infantil que necesita reparación y, sin embargo, se está estimulando construir casitas infantiles nuevas. Tal vez, lo que hay que hacer es reparar ese círculo, garantizar que sus capacidades funcionen. Ese análisis tiene que ser muy bien aterrizado y partir del escenario concreto del territorio. No podemos hacer el análisis a nivel global.

Ariel Fonseca Quesada: En cuanto a la corresponsabilidad, se ponía el ejemplo de las casitas infantiles. Yo creo que ese es un ejemplo concreto, es decir, no solo decir en abstracto que debemos lograrlo. Históricamente, los círculos infantiles han estado a cargo del presupuesto del Estado, subordinados a las direcciones de Educación; las casitas infantiles son instituciones donde Educación asume la atención metodológica y las “seños” que allí trabajan, pero la inversión, los gastos, el local, la alimentación, son asumidos por las entidades donde radican esas casitas infantiles, ya veo muchas fábricas, empresas, unidades presupuestadas, que se incorporan a esa labor de cuidado. Yo creo que eso es muestra de la corresponsabilidad.

Laura Prada: Y es una tranquilidad para el trabajador.

Ariel Fonseca Quesada: Por eso hablábamos de la corresponsabilidad de todos los actores económicos. No es posible que el Estado pueda asumir toda la demanda de cuidados que tiene la sociedad, partiendo, por ejemplo, del envejecimiento poblacional. No es posible con instalaciones solo estatales que podamos resolver la demanda, ya sea de cuidados de niños o de personas mayores. Tenemos que lograr que las estrategias de desarrollo local de esos municipios, con claridad en sus diagnósticos, tengan en cuenta cuáles son sus demandas y convoquen a todos los actores económicos.

Hoy está permitido, se ha aprobado desde la flexibilización de los actores económicos, que haya mipymes. Hay micro, pequeñas o medianas empresas que se dedican a los cuidados. Yo creo que deben incorporarse muchas más, porque es una demanda latente. También hay que lograr que respondan a la brecha entre lo urbano y lo rural que se ha mencionado en el programa, porque la mayoría de las instituciones de cuidado que tenemos se concentran en zonas urbanas. En los consejos populares rurales, lograr que haya servicios de cuidado para que las personas puedan incorporarse a ese trabajo remunerado, y que haya un enfoque de derecho.

Es decir, no es que el niño pueda acceder al círculo infantil para que la mamá trabaje, es que tenga el derecho de asistir a ese espacio de socialización, de educación. Ver el cuidado como un derecho, que no dependa de que su mamá trabaje o no.

Dixie Edith Trinquete: E incorporar a todos los actores económicos. No solo que tengamos mipymes de cuidados, sino que otros actores económicos puedan apoyar los servicios de cuidados ya existentes.

Laura Prada: Exacto.

Dixie Edith Trinquete: En los recorridos de monitoreo que el Centro de Estudios Demográficos [Cedem] hace todos los años, hemos visto experiencias interesantes. Por ejemplo, establecimientos del SAF que están al lado de una cafetería privada, una mipyme que es una cafetería y que asume como responsabilidad social garantizar parte de la alimentación de ese SAF. ¿Cómo se puede extender eso, no solo al SAF, sino quizás a un hogar de ancianos, a una casa de abuelos? Algo de lo que hemos estado hablando mucho, sobre todo durante las actividades de construcción del sistema, es un escenario del que se habla poco: ¿cómo garantizar el cuidado de las personas que cuidan? Ahí hay otro ojo grande que poner. Es otra cara importante de la cuestión del cuidado.

Laura Prada: Vamos a escuchar al Gurú de Jatibonico antes de continuar el debate sobre el trabajo no remunerado en Cuba.

Gurú de Jatibonico

Solo con Revolución

se valoró la sapiencia de la mujer

en la ciencia

el arte y la producción.

Fue una vital acción

reconocer a esa masa.

Sin embargo, aún nos pasa

que falta reconocer

el papel de la mujer

en las tareas de casa.

Laura Prada: Dice el Gurú que todavía falta reconocer más el papel de los cuidadores, pero un aspecto importante es el cuidado del cuidador. Dixie lo mencionó. ¿Por qué es necesario preocuparse por el cuidador también?

Dixie Edith Trinquete: Primero, porque cuando las personas −en este caso, mayormente mujeres− que se dedican a actividades de cuidado reducen drásticamente sus espacios de socialización. Una de las características fundamentales de quienes se dedican a tareas domésticas con una sobrecarga enorme o a cuidar a otras personas, sean niños, personas mayores o en situación de discapacidad, es que se reduce su nivel de socialización, de tiempo libre; la posibilidad de planificar tiempo propio, proyectos de vida que se frustran, porque no queda alternativa.

Tener eso en cuenta para garantizar espacios donde esas personas puedan solucionar asuntos que tienen que ver con su autocuidado. Y estoy pensando en desde una peluquería (puede parecer banal, pero no lo es) hasta el lugar donde alguien les colabore con lavar ropa; un sitio donde puedan compartir con otras personas que, tal vez, están haciendo lo mismo, y se establece ahí un espacio al que pueden ir, incluso, acompañadas de aquellos a quienes cuidan y tener intercambios, socialización. Acceder de manera  fácil, eficiente, a servicios médicos, de apoyo psicológico, de orientación. Apoyos para cuidar; incluso, apoyos tecnológicos para cuidar, un sillón de ruedas… Cosas ya más especializadas, pero que también significan cuidar a la persona que está cuidando, ayudarle. Ahí hay también todo un escenario de retos, de desafíos que estamos apreciando y son realmente muy importantes.

Ariel Fonseca Quesada: Lo identificamos en el diagnóstico para diseñar el Sistema Nacional para el Cuidado Integral de la Vida. Cuando definíamos las poblaciones objetivo, en primer lugar decíamos “la sociedad en general”, pero para el diseño de servicios definimos cuatro grupos a priorizar: uno a partir del grado de autonomía, los niños hasta 12 años, que indiscutiblemente son más dependientes; las personas en situación de discapacidad; las personas que por accidente requieren de cuidados temporales, y un cuarto grupo −y decíamos “el sistema tiene que ir encaminado a eso también”− que incluye a quienes cuidan, de manera remunerada o no.

Habría que proveer, también, una serie de servicios o ayudas que permitan que usted no requiera de un cuidador permanente a su lado, sino que con ayudas técnicas usted pueda estar. Para poner un ejemplo: en el país estamos aprobando ahora mismo un servicio de teleasistencia. ¿Cuántas personas mayores viven solas hoy, tienen un teléfono o tienen un celular? ¿Cuántos servicios se podrían prestar mediante las nuevas tecnologías? ¿Cuántos servicios de mensajería en las bodegas o en las farmacias? ¿Cuántas cosas pudiéramos hacer para que usted, aunque haya perdido  autonomía, no requiera de una persona a su lado todo el tiempo y uno de sus familiares puede ir a trabajar, porque hay servicios que se prestan y complementan el cuidado? Hay otros servicios en los que se debe pensar mirando a quienes cuidan: en primer lugar, la capacitación −y hoy se han perfeccionado las escuelas para personas cuidadoras desde las áreas de salud− para que no solo sepan cómo bañar, cómo sentar, sino también dominar elementos del derecho.

Hemos pensado mucho y  la implementación del sistema en los próximos cinco años tiene que tener en cuenta cómo atender a las personas que cuidan, que los servicios que se aprueben en cada uno de los municipios donde se articulen estos programas y acciones se implementen pensando  en cómo apoyo, cómo asisto, cómo hay momentos de respiro. Las personas que están cuidando a un familiar lo hacen las 24 horas del día los siete días de la semana. Por lo tanto, ¿qué mecanismos, herramientas, podremos nosotros idear para que esa persona cuidadora pueda salir, respirar,  descansar? Son cuestiones que la Subcomisión de Cuidados del Sistema Nacional para el Cuidado Integral de la Vida tiene que diseñar e implementar.

Laura Prada: Justamente, esa era una de las preguntas que nos dejaban en nuestro canal en Telegram, cómo facilitarles la vida a esas personas.

Dixie Edith Trinquete: También pensando en alternativas comunitarias en redes, que se pueden establecer. Ariel hablaba de las tecnologías. Hay una experiencia interesante: la red de cuidadores del proyecto Paloma, que tiene miles de personas en grupos de WhatsApp y Telegram que comparten herramientas, recomendaciones para cuidar, recetas para determinadas personas; música, ejercicios de terapia… Es una red interesantísima que ha ido creciendo, que está sirviendo de soporte psicológico a muchas personas que cuidan y se multiplica. Ellos tuvieron una réplica en radio, dos temporadas de un programa radial hablando de estos temas. Realmente, con la repercusión de experiencias como esta se confirma la necesidad que tienen las personas que cuidan de espacios donde socializar, intercambiar con otras personas que hacen lo mismo. Eso está siendo muy necesario.

Laura Prada: Ariel, ¿se tiene esto en cuenta al concebir las políticas relacionadas con las necesidades futura, pensando en una población que envejece?

Ariel Fonseca Quesada: Antes de que se aprobara el Sistema Nacional para el Cuidado Integral de la Vida se partió de un diagnóstico sobre la situación y cuáles eran las principales investigaciones. Hay una importante red de estudios de la Universidad de La Habana sobre cuidados, que agrupa a casi todas las universidades del país y a centros de investigación. Esa red académica tenía y tiene estudios, investigaciones que nos apoyaron en el diseño de las políticas.

Uno de los resultados más importantes es la alianza con estos centros de investigación. Ha sido un pilar, hemos aplicado un pilar de la gestión de gobierno que es la ciencia y la innovación, el vínculo con la academia. Nos han acompañado y de manera conjunta hemos construido la política. No es solo apoyarnos en sus estudios; la red participa en la Subcomisión de Cuidados que coordina este sistema nacional. Para definir qué servicios se van a implementar, lo primero que usted debe saber es cuáles son las demandas de cuidado para personas  mayores, para los niños; cuáles son las dinámicas demográficas en este contexto.

Es la Subcomisión de Cuidados para una política gubernamental relacionadas con la dinámica demográfica. Indiscutiblemente, los servicios que se diseñen dentro del sistema en un municipio no necesariamente tendrán que ser iguales a los de otro; deben estar ajustados a las necesidades de la población a la que van a dar respuesta como parte del sistema de cuidado.

Laura Prada: ¿En el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social están satisfechos con lo hecho? ¿Qué harían diferente?

Ariel Fonseca Quesada: La Subcomisión de Cuidados es coordinada por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, pero participan varios organismos e instituciones. Cuando nosotros hablamos de dare mayor integralidad y articulación a la política, ello parte de que no es un solo sector, no es un ministerio el que está impulsando y debe controlar este sistema. Es un instrumento de gobierno, con un decreto firmado por el primer ministro, hay un mecanismo de gestión institucional donde los gobernadores e intendentes, por la vía de las comisiones para atender la dinámica demográfica, son responsables de su control. En la Subcomisión de Cuidados están, además, los ministerios de Educación, de Finanzas y Precios (porque tiene que haber incentivos para las personas que se dedican a los cuidados), de Salud Pública, Comercio Interior… También la Oficina Nacional de Estadística e Información. La atención al ámbito social no puede verse de manera sectorial; por eso, decimos que el llamado es a articularnos. Satisfechos no estamos, creo que estamos en el inicio del camino. Logramos tener una norma y creo que lo que nos falta ahora, sobre todo, es un plan de implementación y controlarlo. No basta con que tengamos una política, no basta con que tengamos una norma legal; indiscutiblemente, necesitamos controlar y que en cada uno de los lugares se implemente de manera adecuada.

Dixie Edith Trinquete: Creo que hay un punto que estamos rescatando en el trabajo del Cedem, de asesoría y coordinación de esa política de atención a la dinámica demográfica y su implementación, y tiene que ver con la sensibilidad. Nada de esto se va a poder hacer si las personas, todas esas personas de las que hablaba Ariel, de muchos organismos e instituciones, de los espacios comunitarios, de los Gobiernos, no se paran un minuto a pensar en con qué sensibilidad se disponen a implementar estos servicios, todas estas normas. Porque yo puedo tener la mejor herramienta del mundo, pero si en el proceso de implementarla lo hago como parte de mi rutina cotidiana y no me paro a pensar que estamos hablando de vidas de personas, de personas mayores que lo dieron todo en algún momento por la construcción de este país, algo falta. El elemento de la sensibilidad puede ser clave para marcar la diferencia.

Laura Prada: Les agradezco a ambos haber venido al programa y compartir con nuestra audiencia. Corresponsabilidad social y sensibilidad son elementos que nos pueden ayudar para entender un poco mejor a las mujeres y el trabajo no remunerado en nuestro país. En Cuadrando la Caja intentamos acercarnos un poco a la realidad que vive nuestro país y también contribuir para transformarla. Nos vemos en una próxima emisión.

Transcripción: Lianet Caridad Preval Avilés, Ana Elena Hidalgo Reyes/ IDEAS Multimedios

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