Yirmara Torres Hernández - Revista Mujeres.- Todas las cubanas que fuimos sus contemporáneas, incluso aquellas más alejadas de ella generacionalmente, tenemos nuestra propia Vilma. Sí, nuestra propia versión de Vilma Espín Guillois.
Si la reducimos a los estereotipos por los que muchas veces se le conoce, Vilma fue la creadora y presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas y la esposa del General de Ejército, Raúl Castro Ruz.
Pero esas dos credenciales no son sino la simplificación de una vida dedicada a las luchas por una Cuba libre e independiente primero y luego a la construcción de una Cuba con más equidad para la mujer y para otros grupos marginados.
Mi Vilma, se me antoja siempre hermosa y suave, una mujer de maneras refinadas y con una voz que parecía que acariciaba al hablar.
La mía (nunca la vi de cerca) me llegaba, de niña y adolescente, en las imágenes de la televisión, en los periódicos o en las Revistas Muchacha o Mujeres, que entonces recibíamos impresas.
O en aquella revista Bohemia del año 59 que descubrí un día en casa y en la que dedicaban espacio a la Boda Rebelde de Vilma y Raúl. ¡Qué lindo me parecía ese amor surgido en plena Sierra Maestra!.
Si, porque Vilma estuvo no sólo en la lucha en el llano. Ella, así mismo, con su piel tan blanca y sus maneras tan suaves, subió a la montaña, se vistió de verde, empuñó un fusil, desandó caminos intrincados y durmió en campamentos rebeldes.
Fundó los Círculos Infantiles precisamente en la fecha en que años después nací yo, un 10 de abril.
Eso nos une también en lo cercano de las fechas de cumpleaños y en el signo zodiacal. Aries, que dicen que somos mujeres fuertes.
Y debe haberlo sido mucho Vilma para sostener por tantos años luchas tan duras en una sociedad marcada por el machismo. Imagino su labor de educación con sus propios compañeros de guerras. Y no es que las luchas de las mujeres cubanas por su liberación hayan comenzado con la Revolución o con Vilma, no.
Pero sin dudas con la Revolución y con Vilma al frente, esas luchas tuvieron su oportunidad de concretarse en verdaderas conquistas. Hoy nos parecen tan comunes avances que ni soñaban nuestras abuelas. Y mucho de eso, o casi todo, tiene la mano de Vilma.
La mano de Vilma está en ese Nuevo Código de las Familias, tan transgresor en una sociedad que aún arrastra fuertes rezagos patriarcales.
Su mano está en el Cenesex, ese centro que fundó y dirige su hija Mariela, y desde donde se defiende la diversidad sexual, de identidad y de género como un paso adelante en aquella concepción inicial de las luchas por los derechos de las mujeres y las niñas.
En la cantidad de mujeres universitarias o dirigentas que tenemos en Cuba, en las artistas y en las campeonas del deporte. Está en las médicas y científicas, en cada mujer liberada, en las luchas contra la violencia de género y también en esta Editorial de la Mujer desde donde se genera Casa Violeta.
Mi Vilma resume a la mujer cubana, con sus matices y contradicciones. Una mujer que sabe que no lo ha conquistado todo, pero sí, que ha conquistado mucho.
Y eso se lo tenemos que agradecer en una gran medida a Vilma, a mi Vilma y a todas las versiones de Vilma que construimos las mujeres cubanas.