Lari Perez Rodriguez - Revista Muchacha.- Desde el comienzo de los tiempos, hombres y mujeres comprendieron que la gestación no era un proceso solitario, sino que correspondía a toda la comunidad velar por la madre y su posible descendencia. Pero de todas las tareas repartidas, ninguna fue más importante que la que desempeñaba aquella mujer que, tras haber ya alumbrado, acompañaba a su «hermana» en el proceso. Los nombres variaron en dependencia de la región geográfica y los años, pero ya fuere como «partera», «comadrona», «llevadora» o «comadre de parir», lo cierto es que, durante milenios, estas mujeres gozaron de elevada dignidad y alto reconocimiento social debido a su noble y necesaria labor.