Vincenzo Basile - blog Desde mi ínsula / Cubainformación. - La emigración siempre ha sido uno de los más grandes capítulos de la manipulación mediática contra la Revolución cubana. A lo largo de los años se ha asistido a la incesante reiteración -por parte de los medios internacionales- de determinados tópicos, repetidos hasta crear en la opinión pública mundial una convicción casi absoluta: los cubanos que viven afuera de la Isla son exiliados o refugiados políticos que han huido del régimen castrista.
Hay que decir que esa convicción es también consecuencia de la pasada y anacrónica política migratoria cubana que, sintéticamente, establecía determinadas restricciones formales a los viajes al exterior, como la Carta de Invitación y el Permiso de Salida (la llamada Tarjeta Blanca).
En ese sentido, usando la excusa de la existencia de dicha normativa, medios de todo el mundo -reproduciendo supinamente las ‘informaciones’ de la más derechista prensa anticubana- siempre han difundido la imagen de Cuba como una prisión a cielo abierto y un régimen autoritario que impide la salida de sus ciudadanos, han distorcionado la realidad de los hechos, impedido una correcta evaluación de la cuestión y bloqueado la difusión de una verdad incuestionable que choca brutalmente con la imagen del fenómeno migratorio cubano que pretenden vender dichos medios: entre el año 2000 y el 31 de agosto del 2012, de los cubanos que solicitaron el permiso de salida lo recibieron el 99,4%, es decir en ese mismo periodo, viajaron al exterior por asuntos particulares 941 mil 953 personas (más información aquí).
Llevando adelante sus embustes informativos, los principales medios internacionales han ocultado también otro elemento -sencillo pero básico- de toda la cuestión, es decir la necesidad para los cubanos (así como todos los ciudadanos de mundo) de obtener un visado por la embajada del país donde quieren viajar, lo que en la sustancia siempre ha sido el principal obstaculo a la emigración cubana ya que muchos países del llamado primer mundo otorgan un limitadísimo número de visas anuales y, en el caso de Estados Unidos y su legislación migratoria tramposa, estimulan las salidas ilegales de Cuba y favorecen así la difusión del tópico del ‘cubano que huye’.
En ese contexto informativo, el pasado 14 de enero, ha entrado en vigor la nueva ley migratoria cubana que, entre otras cosas, ha eliminado las citadas restricciones para viajar a otros países y ha finalmente puesto al descubierto el fraude mediático internacional.
De repente, los dos más violentos medios anticubanos, que desde hace años difunden la visión del ‘cubano que huye de su país’, parecen haberse enterado de la existencia de ese fundamental documento, el visado. En ese sentido, los miamenses El Nuevo Herald y Martinoticias publicaban un mismo artículo sobre la cuestión. La lectura de los titulares por si sola es suficiente para entender ese cambio de rumbo. “Cubanos podrán salir a cualquier país, pero el problema es que los dejen entrar”, titulaba Martinoticias. “Los cubanos necesitan visa para casi todos los países” era el titular de El Nuevo Herald.
A pesar de esa ‘extraña toma de conciencia’ por parte de los citados portales y a excepción de unos pocos tímidos y aislados casos internacionales, casi todos los medios que suelen difundir ‘noticias’ sobre Cuba seguían ocultando ese fundamental elemento del fenómeno migratorio cubano y sencillamente anunciaban que ahora los cubanos podrán viajar libremente, lo que en la práctica constituye una completa tergiversación de la realidad.
El dilema que ahora se les presenta, rectificar o seguir ocultando, supone -en todo caso- una severa pérdida para esos delincuentes de la información. Por un lado, el silencio implicaría no hablar más del tema y -consecuentemente- el fin de su tarea principal, la manipulación sobre este asunto. Por el otro, admitir que los países del primer mundo no otorgarán visas a todos los cubanos que las soliciten, significaría reconocer su histórico fraude mediático y rectificar (palabra que desconocen profundamente) años de mentiras y manipulaciones que les han permitido construir una realidad que, poco a poco, se les está cayendo a pedazos.