Luis Ernesto Ruiz Martínez - Blog Visión desde Cuba/Cubainformación. No han faltado los ladridos de la oposición venezolana luego de que el CNE emitiera en la noche de este domingo su primer boletín oficial que daba la victoria en las elecciones presidenciales a Nicolás Maduro, candidato de la Revolución Bolivariana. El margen fue pequeño, pero ventaja al fin, para una contienda en la que el pueblo no solo se enfrentaba a una figura política, sino a un poderoso sistema cargado de odio.

El pueblo venezolano, el que se lanzó a las calles aquel histórico 13 de abril de 2002 para rescatar a su líder y regresarlo a Miraflores, ha manifestado su voluntad. La Revolución Bolivariana ha logrado mantener la continuidad histórica y tiene en lo adelante los mayores retos que podamos imaginar.

Una analista internacional afirmaba esta mañana que en Venezuela no existen 7 millones de ricos que pudieron haber sido el sostén de los votos alcanzados por Capriles, así quehay que buscar bien dónde se marcó la diferencia. Maduro y el Gran Polo Patriótico tienen que lidiar en lo adelante con el demonio de la corrupción, la traición y de la arcaica maquinaria heredada de decenas de años de saqueo capitalista. En 14 años no se cambia todo, aunque se pudo hacer bastante.

Las lecturas de estas elecciones pudieran llegar desde muchos rincones del planeta. Lo que si no discuto es que la oposición logró aumentar sus votos aunque su conducta en los días previos no dice nada claro de su confianza en la labor realizada. Me parece que los primeros sorprendidos del resultado fueron ellos mismos, pero el guión había que interpretarlo y todavía le faltan actos a esta tragedia griega.

La Venezuela de Chávez se enfrenta todos los días a una campaña de descrédito que protagonizan diversos actores. La nación sudamericana está condenada a luchar contra los demonios del poder mediático, dirigentes que no han entendido que el pueblo merece respeto y entrega total y funcionarios que no aprobaron con buenas notas la lección de Chávez.

Como si no bastaran demonios ahí está el mayor de todos, el que se cambia el vestuario a cada rato para parecer diferente aunque su auténtica piel de lobo sobresale al final. El capitalismo deshumano ha sembrado bien adentro la semilla que impide el brote definitivo del progreso en nuestros pueblo. Contra él deberán luchar con fuerza Nicolás Maduro y su nuevo gobierno.