Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.-  Me ha parecido muy novedoso que el Presidente chino, Xi Jianping, bautice como el Sueño Chino el nuevo decenio que le toca capitanear al frente del Estado.


Este siglo ha llegado con sorpresas para las izquierdas.

Primeramente el término se ha pluralizado. Ya no se trata tanto de defender con fiereza un enfoque determinado sobre lo que deben ser las estructuras del Estado y los conceptos teóricos. El socialismo ya no es la manida frase que planteaba que en cada país revestía características propias, mientras el sovietismo obligaba a estandarizar métodos de análisis y aplicar estructuraciones políticas semejantes para todos.

En segundo lugar, la ponencia de Hugo Chávez sobre la existencia de un socialismo Siglo XXI, abrió las puertas para asumir enfoques menos partidarios e ideológicos.

Los conceptos y formas planteadas hasta la década de los noventa sobre el socialismo, ya se habían puesto en tela de juicio y algunos se aventuraron a tentar la herejía como camino para hallar verdades mejores. Pero cuando Hugo Chávez hizo público el término, las cosas cambiaron con mayor rapidez, porque provenía de un líder enfrentado al capitalismo y al frente de una nación subdesarrollada que a su vez es importante por sus recursos naturales.

Ahora en tercer lugar aparece la prédica china que convierte en programa político las metas comunes a toda sociedad, o sea, vivir mejor.

Es la primea vez que un país socialista plantea luchar para alcanzar el confort que la industria y la tecnología de hoy hacen posible.

El Sueño Americano, aunque muy lejos de ser parte de un programa político del Estado, implica compartir una meta que se materializa en la búsqueda de un modo de vida más confortable en todos los órdenes.

La frase surge y se impone, porque ella esconde la definición de metas compartidas, dentro de las cuales el elemento esencial es un nivel de vida que no se conforma con lo básico.

El Sueño Chino implicaría lo mismo, pero respondería a una política social y de Estado que, con un sentido colectivo, se hace eco de las aspiraciones ciudadanas, se compromete con ellas y establece métodos racionales y prácticos para hacerlas realidad.

El antiguo himno del socialismo era toda una apología al sacrificio.

El socialismo en su forma original como Poder Político, apelaba al “trabajo y el aumento de la producción” como metas de la sociedad. El método original consistió en interrumpir los principios básicos y las leyes elementales que permiten a la economía que conocemos, avanzar y crecer. El resultado desalentó la esperanza y si vivir mejor no era la meta, la razón de trabajar era nula y había que dejar las soluciones al Estado.

Mientras eso ocurría, el mundo capitalista avanzaba con sus políticas excluyentes, pero con pasos firmes, que igualaban de cierta manera algunas distancias que el sistema fue creando en su devenir.

Los desenlaces que conocemos confirmaban las predicciones de Marx sobre el desarrollo y el crecimiento acelerado que el método político del capitalismo facilitaba. Solamente permanecía sin respuesta cómo resolver las grandes asimetrías sociales.

Aquí comenzaron a surgir nuevos planteamientos sobre cómo crear un Estado que, aprovechando las ventajas creadas por la oferta, la demanda, el mercado y otros aspectos concomitantes a la economía, aplicando límites razonables a las asimetrías sociales, pudiera a su vez garantizar la educación y la salud universal y facilitar a todos el acceso a la comida, el vestido y el techo.

Al parecer China ha alcanzado lo primero dentro de sus costumbres y sus posibilidades y ahora pretende continuar el camino, pero aspirando al confort que está dado por otros elementos que se han sumado a nuestras necesidades de hoy.

Frente al Sueño Americano, como algo no muy bien definido, el Sueño Chino como programa político y la organización del socialismo con criterios Siglo XXI brindan nuevas esperanzas.

No sería una mala idea para nosotros los cubanos, comenzar a perfilar un Sueño Cubano, consistente en la búsqueda del confort, haciendo de esa búsqueda una meta socialmente compartida, no sólo por la ciudadanía de manera individual, sino por todas las instituciones, comenzando por el Estado y cada una de las instituciones políticas.

La diferencia con el Sueño Americano es que el primero está dado por los triunfos personales que las personas pueden lograr por sus acciones individuales, para lo cual necesariamente hay que apostar al azar. El lema surge facilitado por las condiciones de un inmenso y rico territorio que, sin dudas, aumenta las probabilidades de lograrlos en relación a otros menos agraciados por la geografía y la historia.

Un Sueño Cubano, de la mano del Sueño Chino y junto al socialismo del Siglo XXI con el cual tácitamente ya todos concuerdan, sería otro punto de inflexión para el actual esfuerzo del Estado cubano, en su renovación para continuar la obra revolucionaria iniciada hace 54 años.

Así lo veo y así lo digo.

Otros seguramente lo ven y lo dicen de igual manera, otros quizás lo entiendan, pero no lo dicen porque no se atreven a traspasar el umbral de los esquemas.

Leer anterior art. del autor: Sueño americano Pesadillas y otro Sueño.

*Lorenzo Gonzalo periodista cubano residente en EE.UU., Subdirector de Radio Miami.

Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación

Estos textos pueden ser reproducidos libremente siempre que sea con fines no comerciales y cite la fuente.

La Columna
Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación-Radio Miami.- Varias generaciones de cubanos han tenido un complicado destino desde el golpe de estado del general Fulgencio Batista y Zaldívar en 1952....
Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación-Radio Miami.- El último domingo de cada mes, en la ciudad de Miami, se realiza una caravana de autos, pequeña, pero consistente, para protestar en contra ...
Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación-Radio Miami.- El título del artículo puede referirse a una época tan remota como 1992 durante la presidencia de George H.W. Bush u 8 años de...
Lo último
La Columna
La Revista