Estados Unidos es uno de los mejores ejemplos. Mejor aún que la URSS, Cuba y China. Existe en este orden de cosas un extraordinario celo, aun cuando el desafío favorezca la continuidad. El mero hecho de que el Sistema sea considerado insuficiente e ineficiente o que la continuidad favorezca aspectos diferentes en el modo de administrar, es motivo de reacciones duras y por lo general drásticas.
Por eso en Estados Unidos de Norteamérica no “existen presos políticos”. En ese aspecto Cuba, la misma Unión Soviética y China han mostrado en ocasiones mayor flexibilidad.
En Estados Unidos los “políticos” que no son parte de la alternancia, son tolerados hasta el momento en que las acciones de las personas que asumen ese rol, traspasan los invisibles límites que determina el Gran Hermano. A partir de ese instante son delincuentes. Por lo general cuando las acciones emprendidas son difíciles de definir como “ilícitas”, las personas “perecen en su intento” inesperadamente. Martin Luter King, Malcolm X y otros de menor significación, terminaron asesinados por “elementos extremistas” cuyas identificaciones plenas, nunca han “podido ser mostradas” a la luz pública.
El caso de Edward Snowden, cuyo final aún está por predecir, es uno de ellos.
Claramente, por el contenido de las faltas cometidas por este joven, adiestrado en el mundo oscuro del mundo de la inteligencia, las mismas son de naturaleza más política que delictivas. Ni siquiera cabe seriamente introducir el elemento de traición al Estado, que en este caso sería decir al país si partimos de la base que todo Estado asume por principio ser ambas cosas, debido a que su denuncia intenta defender a la ciudadanía la cual por elemental entendimiento es el elemento esencial de la nación, su alma y su razón de ser.
Cuando surgió el escándalo de su última denuncia, implicando a Alemania y otros aliados entre las víctimas de espionaje, nos sorprendió la carta abierta de su padre politizando el caso. En ese instante, pensamos que quizás había una jugada de Washington, la cual consistiría en hacer una excepción histórica, darle ciertas pinceladas políticas al suceso y traer al personaje al país, como la mejor manera de terminar con el escándalo.
Sin embargo, Rusia dio un paso inesperado y en su afán de no complicar más las malas relaciones que tiene con Estados Unidos a raíz de su ayuda al gobierno sirio y de su posición respecto a Irán, dijo que no quería que Snowden confesara más secretos y le dio un plazo para abandonar Rusia.
Alemania por su parte ha guardado silencio y aparentemente los servicios de inteligencia de ambos países se han puesto de acuerdo en “aras de las buenas relaciones”, donde evidentemente cada uno de ellos esconde un puñal.
Estos acontecimientos han detenido el proceso y no sabemos si, como consecuencia de algún otro desenlace, Estados Unidos vuelva a decidir, si es que lo estuvo alguna vez, traerlo al país, sin procesarlo con los rigores de una traición que en realidad Snowden no ha cometido.
Queda por ver lo que sucede luego de la disposición de Bolivia, Venezuela y Nicaragua para aceptarlo como exiliado político, lo cual pudiera ocasionar duras sanciones por parte de Washington para el país donde finalmente se asile.
Por supuesto, hay otros entramados que desconocemos. Sin dudas que Snowden parece ser conocedor de muchas interioridades. Ni siquiera las denuncias hechas por Phill Agee en los años sesenta, poniendo al descubierto las intromisiones estadounidenses en diversos países, presentando pruebas de que Washington derribaba y designaba gobiernos a capricho, dio motivos a tantas presiones.
Phill Agee luego de andar por diversos países de Europa se estableció en Cuba donde recibió asilo y escribió un contundente libro donde puso al descubierto un sin número de violaciones de Estados Unidos en la arena internacional, en el cual incluso hace mención de diversos agentes encubiertos.
Si de alguna manera Snowden fuera considerado dentro de una categoría de naturaleza política, sería la primera vez que sucedería en la historia de Estados Unidos de Norteamérica, país que jamás ha aceptado desafíos a sus instituciones o al poder Federal Central.
No sabemos por cuánto tiempo Estados Unidos estará en condiciones de negar el carácter político de ciertas actividades que procuran reformar o cambiar el Sistema. El tiempo dirá, pero el movimiento telúrico del tejido social, acomodándose en sus capas internas, más temprano que tarde, dará al traste con procedimientos que resultan retardatorios para una evolución más rápida de las fuerzas productivas.
Así lo veo y así lo digo.
*Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en EE.UU., Subdirector de Radio Miami.
Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación
