Luis Ernesto Ruiz Martínez -Blog Visión desde Cuba/Cubainformación. No es para alarmarse con semejante declaración que tiene un sustento científico avalado por más de 54 años de proceso cambiante, renovador y no exento de errores a diferentes niveles. La práctica social de este pueblo (en cifra mayoritaria nacido después de 1959 y por tanto un pueblo en Revolución) ha demostrado con creces que los resultados en estos dos sectores no con conquistas de la obra revolucionaria.
Si lo que sucede desde enero de 1959 hasta la fecha, con todas las equivocaciones y deficiencias incluidas, no es una conquista de la Revolución, ¿qué son entonces?
Les pido razonar conmigo. Si atendemos a los cambios que se vienen produciendo en Cuba desde hace un tiempo, aunque algunos se empeñan en reducirlos a la ínfima expresión, no resulta extraño ir a un restaurante privado (algunos con mejor servicio y oferta que los estatales), subirse a un auto particular (viejo, descuidado o “innovado”) para llegar a tiempo a nuestro destino, o abordar un camión cuyo propietario decide irresponsablemente subirle el precio amparado en la mal aplicada “Ley de oferta y demanda”.
Nos cuesta trabajo asumirlo pero hoy acudimos a “corredores” para alguna permuta o la venta de casas, autos u otras propiedades. Incluso dentro de poco veremos formas de gestión asociadas a las nuevas tecnologías (que confieso no imagino cómo será el servicio si partimos de las “enseñanzas” que ETECSA nos ha dado en materia de mercadotecnia), cosa que era impensable hasta hace muy poco.
La lista podría ser extensa, pero en cada caso encontraremos siempre una razón para entenderlo y asumirlo como posible por la misma que lo obtenido en servicios médicos y educacionales no pueden ser consideradas conquistas. Podemos cambiarlo todo, o casi todo, menos estos sectores en los que se sustenta nuestra obra. Hace unos días en visita a mi Universidad el compañero Luis Torres Iribar, primer secretario del Partido en Holguín, nos daba la razón: ambas son esencias de la Revolución. Sin ellas Cuba no sería la misma, así que estamos obligados moralmente a preservarlas por el bien de la nación.
