Noel Manzanares Blanco – Cubainformación.- En Cuba: XX Congreso de su Central de Trabajadores, dejé pendiente abordar la imperiosa necesidad de fomentar y atraer la inversión extranjera en interés de dinamizar el desarrollo económico y social del país, propósito en el que avanzamos con la creación de la Zona Especial de Desarrollo Mariel y en la elaboración de un proyecto de Ley sobre la Inversión Extranjera que evaluará nuestro Parlamento el 29 de este Marzo.


A modo de adelanto, confieso que me considero una de las tantas personas comprometidas con la Revolución Cubana que apuesta a sus pilares y, al mismo tiempo, a la ruptura-continuidad del Socialismo en el siglo XXI. Ello explica el porqué desde el rótulo de este trabajo dejo clara mi percepción en el orden de pensamiento que someto al escrutinio de mis lectores/as.

Ya en Cuba: ¿aprende del Capitalismo?, anticipaba una convicción: “Sustento que debemos tener en cuenta aquella porción de verdad que acompañe a nuestros enemigos, sean del patio o allende el mar. Lo útil a la Revolución Cubana no tiene espacio fijo de procedencia”.

Igualmente, que poseo razones para sostener que en Cuba el  Socialismo tiene que “hacer camino al andar”, mientras que es lícito aprende de las enseñanzas del Capitalismo —lo Bueno es tal en cualquier lugar que se encuentre. Otro asunto es la necesidad de repudiar aquellas “enseñanzas” provenientes del Lobo disfrazado de Caperucita Roja.

Con esas premisas, debemos analizar que la vida nos revela que hace más de veinte años tuvimos que darnos a la tarea de salvar la Patria, la Revolución y el Socialismo cuando todo el mundo pensaba que seríamos la próxima víctima del proceso de derrumbe del proyecto liderado por Moscú. En ese escenario, nuestro propósito fue alcanzado pero, a la vez, la realidad nos pasó la factura correspondiente a dejar de atender aspectos que eran/parecían secundarios como continuar con el Proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas iniciado a mediados de los ochenta del siglo pasado.

Justamente cinco años atrás, en Cubainédita construcción del Socialismo apuntaba que jamás pueblo alguno ha emprendido un proceso de positiva transformación de la persona-sociedad-naturaleza en medio de los factores exógenos que simultáneamente gravitan contra la mayor de las Antillas: múltiples y prolongadas agresiones yanquis vs. el pueblo cubano; una coyuntura económica internacional adversa, caracterizada por el crecimiento acelerado del costo de los alimentos y otras imprescindibles mercancías que compramos; y la necesidad de enfrentar las consecuencias de desastres climatológicos, de magnitud y frecuencia crecientes.

También, que determinados segmentos del pueblo están bajo los efectos de la sociedad de consumo; que se ha asistido al deterioro de algunos valores, pues las indispensables medidas que hubo que aplicar dejaron su impronta negativa; ha llegado a constituir un problema lo relacionado con las ilegalidades y la corrupción; en muchos se ha transfigurado el concepto de luchar, y en el barrio no siempre se ha combatido el delito como es debido; y como si fuera poco, están quienes se creen el cuento de que si a Cuba regresa el capitalismo, tendrían bondades a diestra y siniestra.

Igualmente, alertaba acerca de tres aspectos: por un lado, que ni remotamente se debe pasar por alto que las masas están sometidas a un descomunal bombardeo propagandístico desde hace media centuria, a partir de decenas de medios masivos de desinformación; y más de una vez no se ha podido o no se ha sabido dar la mejor respuesta para cada uno de los casos que ha sido víctima potencial o real del diversionismo ideológico.

Por otro lado, que alrededor del 70 % de la población cubana nació tras el 1ro de Enero de 1959, y de esa cantidad un tercio vino al mundo, alcanzó la adolescencia y se convirtió en adulta al amparo de los últimos muy gloriosos y, a la vez, muy difíciles años de Período Especial, momentos en que —por ejemplo— al tiempo que la mujer cubana se convertía en Heroína indiscutible de este entonces, no faltaron las que les vendieron su alma al mismísimo diablo.

Además, que no presentan el mismo valor para todas las generaciones las conquistas de la Revolución. Incuestionablemente, al alcanzar el poder político, los campesinos pasaron a ser dueños de las tierras que trabajaban; los obreros se convirtieron en propietarios de las fábricas; institucionalmente, desapareció la discriminación por concepto de raza, sexo y edad; la ciudadanía cada vez ha recibido más y mejores servicios de educación, salud, cultura… Pero las evaluaciones al respecto luego se alejan de su justa dimensión.

No obstante, a la altura de 2014, constituyen tristes realidades cómo continúa perturbando el sueño de nuestro pueblo el “Bloqueo interno” —así identificamos a la chapucería, burocratismo, corrupción y otros males que amenazan en extremo la existencia de la Revolución Cubana; cómo en más de una ocasión se obvia la dinámica de cubanas y cubanos, sus críticas, opiniones y sugerencias; cómo es en extremo complejo garantizar el pan de cada día, asunto agravado por los “Precios”.

En este contexto, el Presidente Raúl Castro manifestó en las conclusiones del XX Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba:

“Coincido plenamente con ustedes en que el actual sistema salarial no se corresponde con el principio de distribución socialista 'de cada cual según su capacidad a cada cual según su trabajo', o lo que es lo mismo, no garantiza que el trabajador reciba según su aporte a la sociedad.

“También es cierto que el salario no satisface todas las necesidades del trabajador y su familia, lo que genera desmotivación y apatía hacia el trabajo, influye negativamente en la disciplina e incentiva el éxodo de personal calificado hacia actividades mejor remuneradas con independencia del nivel profesional requerido. Asimismo, desestimula la promoción de los más capaces y abnegados hacia cargos superiores, a consecuencia del dañino fenómeno de la 'pirámide invertida', que se traduce en que, generalmente, a mayor responsabilidad menor ingreso personal.

“Al propio tiempo, hemos adolecido de un enfoque integral en la aplicación de la política salarial y de estimulación, lo que condujo a la aprobación puntual a lo largo de los años de disímiles sistemas de bonificación extrasalarial en sectores y actividades, que no en todos los casos están vinculados con el resultado del trabajo y al incremento de su productividad.

“Tampoco podemos olvidarnos de casi un millón 700 000 ciudadanos que dedicaron decenas de años al trabajo y hoy disfrutan del derecho a su merecida jubilación, cuyas pensiones son reducidas e insuficientes para enfrentar el costo de la canasta de bienes y servicios”.

Acto seguido, el compañero Raúl despejó dudas:

“Al constatar esta cruda realidad, en cuya solución integral no hemos dejado de trabajar intensamente, no podemos sembrar en nuestra población falsas expectativas a corto plazo.  Sería irresponsable y con efectos contraproducentes disponer un aumento generalizado de los salarios en el sector estatal, ya que lo único que causaría es una espiral inflacionaria en los precios, de no estar debidamente respaldado por un incremento suficiente de la oferta de bienes y servicios” —las negritas son mías.

En paralelo, estamos escasos de Capital para modificar sustancialmente parcelas decisivas de la producción como es el caso de la Agricultura, el Transporte…; carecemos de Tecnologías de avanzada en ramas significativas pero distante de lo alcanzado en la Industria de la Ingeniería Genética y la Biotecnología; y más de una vez no podemos garantizar la ubicación de nuestros productos y servicios en el Mercado internacional a causa del Bloqueo al sector externo y otros obstáculos del comercio mundial.

¿Acaso es secreto que por medio del incremento de la inversión extranjera directa —siempre con la claridad de que el país no se pondrá en venta— obtendríamos beneficios como las denominadas tecnologías de punta, renovación/innovación en industrias, incremento de la eficiencia económica, nuevos puestos de empleo, mejoramiento de la competitividad en el exterior… —todo, complemento del quehacer de la Administración del país para garantizar el Socialismo próspero y sustentable que necesitamos?

Entretanto, siempre me ha llamado la atención el porqué Washington se empeña en la fracasada política de guerra económica contra La Habana. Tengo la siguiente percepción: si cubanas y cubanos, contra viento y marea, hemos soportado sus variantes de agresiones, cómo pensar en que no pudiéramos continuar la marcha triunfal cuando la escasez pase a nuestros recuerdos —todavía más con la preparación cultural/perfeccionamiento de la obra revolucionaria. Apuesto, entonces, a salir airosos en el combate al Carril dos del “Norte revuelto y brutal”.

Es precisamente en este marco que concibo una actualización en torno a la inversión en nuestra Patria que no excluya ninguna opción rentable, por riesgoso que sea, salvo aquella que vaya en detrimento de nuestros principios cardinales y/o socave los pilares de la Revolución. Es decir, ante la necesidad de Capital, Tecnología y Mercado, no debemos darnos el lujo de discriminar por prejuicios ideológicos —verbigracia, aunque nos duela, determinado inversionista cubano—, pues tenemos suficientes fortalezas para enfrentar el desafío.

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