Noel Manzanares Blanco - Cubainformación.- Tenía pendiente comentar que por curiosidad me acerqué al rótulo , responsabilidad de Arnaldo Hernández. Desde ya confieso que me resultó interesante. El autor, trata un asunto que tiene por eje central ¿elogios? de investigadores y académicos de pensamiento diferente —más bien, antagónico— respecto al sentido de la obra que dirige el Partido Comunista de Cuba. Mas, la idea anterior es relativa.
Debo decir que había leído tres trabajos de Humberto Herrera Carles con el título “Cuba, la Actualización del Modelo. Balance y perspectiva de la transición socialista”—una referencia al libro electrónico aparecido con el mismo título y aludido en El neoliberalismo… (en rigor, tienen el mismo contenido)—, y no me provocó ninguna sospecha quiénes lo habían editado: Coordinadores Rafael Hernández [Director de Temas, revista cubana de ciencias sociales y estudios culturales] y Jorge I. Domínguez./ Relator Rainer Schultz./ Ediciones Temas y David Rockefeller Center For Latin American Studies./ La Habana-Washington DC, diciembre, 2013. En verdad, había encontrado muchos más aciertos que torpezas.
(En Cuba, la Actualización…, se aclara lo siguiente: “[…] se resumen las principales ideas expresadas; incluso aquellas eventualmente contradictorias, sin atribuirse a un autor determinado, como corresponde al espíritu y la dinámica de un taller, donde lo más importante no es quién lo dijo o qué grado de consenso se alcanzó, sino el interés de los principales problemas, interpretaciones y tesis planteados” —las negritas son mías).
Con estos presupuestos, coloqué en interrogante la desconfianza expuesta por Arnaldo Hernández al aludir a la presentación del texto reseñado en la última versión de la Feria Internacional del Libro en La Habana. Así, me pregunté: ¿Será una necesidad inquietarse de cara a una publicación en parte con el sello Made in USA que medio aplaude la dinámica de la Revolución Cubana en el presente y futuro previsible, aunque no se comulgue con ella en toda su extensión? Pienso que el quid del asunto escapa a la procedencia del texto en cuestión y gira alrededor de la coincidencia y/o puntos de desencuentros con los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución. Pero no es aquí donde deseo detenerme para significar el tema que someto a consideración de mis lectores/as.
Acredito que coincidiría con Arnaldo si en efecto estoy en presencia de quienes “disertaron sobre el Estado y la Democracia in vitro, donde todos son iguales, los que tienen mucho y los que no tienen nada, los ricos y los pobres, los que todo pueden o pueden mucho y los que no pueden, los explotadores y los explotados”.
Aseguro que experimentaría la misma sensación de Arnaldo si a mis oídos llegan palabras de aquellos que “nos enseñan cómo debe ser el gobierno y la gestión gubernamental” quienes poseen “la experiencia de haber gobernado durante siglos, han pasado por todas las épocas y todavía hoy siguen siendo parte de las estructuras de poder en sistemas de gobierno muy disímiles, no importa que sean desarrollados o subdesarrollados, civiles o militares, elegidos democráticamente o impuestos por intereses extranjeros”.
Me resultaría prácticamente imposible dejar de permanecer en la sintonía de Arnaldo ante “un asesor del Banco Mundial, el FMI y del Banco Interamericano de Desarrollo” con el ¿don del magisterio? “para enseñar cómo el mundo capitalista debe ayudar al modelo socialcubano, cuáles deben ser los lineamientos para el desarrollo económico de nuestro país y cómo implementarlos”.
Es obvio que ejercería repudio si frente a mí estuviera el ¿erudito? “graduado de Harvard [que nos] vino a exponer el modelo institucional chileno, el mismo modelo neoliberal impuesto don Pinochet que todavía perdura y ha provocado las protestas estudiantiles, de los trabajadores y de los pueblos nativos, para qué lo copiemos” [sic].
Pudiera exponer otros aspectos que me comunican con Arnaldo en su juicio de marras, precisamente porque no diferimos en cuanto a qué es el Capitalismo en su versión neoliberal.
Mientras tanto, a mi memoria llega que entre los finales de la década de los ochenta y la primera mitad de los noventa del siglo pasado, al calor del proceso de derrumbe del socialismo de corte soviético, en el Periódico Adelante de mi natal Camagüey escribí “Voto contra Occidente”, “Economía de mercado, no; nuestra Economía, sí”, “Monopartidismo vs. Pluripartidismo”, “Saludos Marx”, “Existe y existirá el Socialismo” y “Neoliberalismo, mismísimo Pandemonio” —entre otros rótulos de corte similar a los mencionados.
No obstante, recuerdo nítidamente que, a la sazón, en diferentes ciudades de Cuba se desarrollaron Seminarios sobre Democracia Participativa, auspiciados por Amalio Fiallo y Nicolás Ríos, valiosas personas que en su condición de cubanos residentes en el exterior (Caracas y Miami, respectivamente) tuvieron la iniciativa.
No se van de mi mente dos anécdotas que ocurrieron en sesiones de los Seminarios en cuestión: una, que un colega aludió al rompimiento de la “luna de miel” entre los seminaristas y los participantes ante una suerte de crítica de Amalio Fiallo al carácter democrático del Sistema Político Cubano —al margen que otra colega lo catalogó como “ejemplo de Maestro”; la otra, cuando personalmente le pregunté a Nicolás Ríos dónde ellos habían encontrado expresión concreta de tal democracia y él me respondió que en Cuba, aunque había que mejorarla —fueron más-menos sus palabras.
Sin embargo, muchas de las tesis planteadas por Fiallo y Ríos merecían ser tenidas en cuenta. Hoy considero que el momento histórico atentaba contra la posibilidad de un mejor entendimiento entre cubanos/as de buena voluntad que formaban parte de la emigración y quienes quizás éramos un tanto ortodoxos. Ello lo comprendo mucho más, al calor de lo que he aprendido en estos últimos veinte años —he enriquecido notablemente mi pensamiento en este orden de ideas.
Por esta razón, apuesto a las ventajas que nos proporciona el intercambio de opiniones, incluso entre personas cuyas ideas sean antagónicas. Sustento que debemos tener en cuenta aquella porción de verdad que acompañe a nuestros enemigos, sean del patio o allende el mar. Lo útil a la Revolución Cubana no tiene espacio fijo de procedencia.
Mas, no tengo elementos que me permitan cambiar sustancialmente la percepción que tuve cinco años atrás, cuando redacté ¿Dice adiós Japón al milagro capitalista?, título en el que apunté:
“Para ilustrar el carácter espeluznante de la situación en la antigua floreciente sociedad, bastaría con observar cómo una de cada siete personas vive en condiciones de pobreza , cuya tasa alcanza el 14,2 por ciento de quienes tienen menos de 17 años, reveló en Tokio el Ministerio de Trabajo, Salud y Bienestar Social. En ese contexto, resulta llamativo que la primera dama de Japón defienda la vida animal tras perder a su can”.
Y a esta altura, el escenario nipón no ha mudado esencialmente —tampoco, la dinámica donde predomina la propiedad privada.
Así, poseo razones para sostener que en Cuba el Socialismo tiene que “hacer camino al andar”, mientras que es lícito aprende de las enseñanzas del Capitalismo —lo Bueno es tal en cualquier lugar que se encuentre. Otro asunto es la necesidad de repudiar aquellas “enseñanzas” provenientes del Lobo disfrazado de Caperucita Roja.