Noel Manzanares Blanco - Cubainformación.- Leí que el presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, Thomas Donohue, quien se opone al Bloqueo de su Administración contra la Isla como líder de esa institución que tiene tres millones de asociados, visitará a Cuba esta semana (llegó a La Habana el 27/5) y con ello estimulará un acercamiento económico entre los dos países.

 


 

La información da cuenta que la comitiva que encabeza Donohue busca informarse sobre la actualización del modelo económico cubano y cómo el crecimiento del sector no estatal pudiera impactar en la economía norteamericana; al tiempo que sus integrantes se reunirán con empresarios, funcionarios gubernamentales, académicos y estudiantes de la Universidad de La Habana.


Esta suerte de enhorabuena, la considero un complemento del suceso según el cual más de 40  personalidades de diversas tendencias en una carta al presidente Barack Obama le hayan solicitado que utilice sus poderes ejecutivos para modificar la política de Washington contra La Habana —a excepción de pensar en la conquista del reino de la concordia.

Puntualmente, esos sujetos creen que el mandatario tiene una oportunidad sin precedentes porque cuenta con la opinión pública estadounidense para un mayor intercambio con el pueblo cubano a través de la ampliación de los viajes de sus nacionales a la Mayor de las Antillas y, a la vez, mantener discusiones serias con las autoridades cubanas en áreas de interés mutuo como la seguridad nacional, migración, narcotráfico o medio ambiente. Todo, en el contexto del sistema que ellos representan.

Esto que acabo de narrar —reflejo de ¿nuevos aires? desde el Norte—, es congruente con el ¿encuentro? del principal inquilino de la Casa Blanca con los mercenarios Guillermo Fariñas y Berta Soler en la casa de Jorge Más Santos, Presidente de la Fundación Nacional Cubano-Americana (léase, de la terrorista-mafia-gusano-yanqui) a finales del 2013, ocasión en la que Obama abogó por “ser creativos”, “más cuidadosos” y actualizar “nuestras políticas” contra el pueblo cubano.

A este respecto, escribí Washington, la “disidencia” y la “izquierda” donde acoté que era obvia la declaración sobre el fracaso de la más que media centenaria guerra económica vs. la Revolución Cubana; que debíamos aquilatar que más que un reconocimiento a la “disidencia” cubana, existía el paripé para justificar la arcaica maquinaria del anticastrismo; y que en este ambiente no se excluía la “nueva” ¿izquierda? radicada en nuestros predios.

Por ello —y un tanto anticipando Cuba: entre los Carriles uno y dos—, coloqué estas preguntas:

¿Acaso deja de ser congruente con Washington todo el esfuerzo que hacen representantes de tal izquierda en aras de minimizar, tergiversar y negar logros del Socialismo en Cuba reconocido hasta por declarados enemigos de nuestra Revolución?

¿Será desatinado pensar que ante el descrédito de los neo anexionistas al estilo de quienes recientemente realizaron una  gira mundial, la Casa Blanca tiene en la mirilla el fervor “revolucionario” de las personas que en la Isla y/o fuera de ella, desde supuestas posiciones patrióticas, denigran a la dirección político-administrativa de nuestro país?

No obstante, estoy convencido de que tendríamos más fortalezas que debilidades si en el marco de la persistente guerra de múltiples laterales facturada al Norte del territorio nacional la variante económica enflaquece. Siempre he pensado en que no desean ni procuran “quitarnos” el pretexto de que nuestros problemas se deben en lo fundamental al más legendario Bloqueo que registra la Historia escrita, precisamente por su efecto contrario.

Igualmente, de que la misma inmensa mayoría de cubanas y cubanos que acompañamos críticamente la construcción de nuestro proyecto socio-económico e ideo-político, al mismo tiempo hemos aprendido a discernir entre lo que nos beneficia y lo que nos perjudica. Siempre he creído que nuestro nivel cultural, al margen de lo mucho que nos falta por conquistar, constituye el mejor antídoto a los diversos atentados de la Administración gringa y sus secuaces, sobre todo al incremento de la subversión procedente de fuera y desde el patio.

Entonces, tengo sobradas razones para exclamar a los cuatro vientos en interés de las hijas e hijos de Cuba: ¡Ojalá que se acabe el Bloqueo Made in USA!

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