Alberto Buitre - Oficio Rojo - "Cuba, en su condición de país Garante y país Sede de los Diálogos de Paz, continuará contribuyendo, en todo lo posible, al avance de las conversaciones y al logro de un Acuerdo Final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera en Colombia".


 

Esto lo dijo así Rodolfo Benítez Verson,  representante del Gobierno de Cuba ante la mesa de diálogos por la paz en Colombia que en la ciudad de La Habana sostienen las FARC-EP y el Gobierno de Juan Manuel Santos.

Y sin duda Cuba ha puesto todo de su parte.

Ha dotado a los delegados de todas las facilidades infraestructurales y políticas para que la Mesa tenga éxito. Y de lograrse, se ha de destacar a Cuba una vez más como ejemplo de paz en el mundo, luego de tres anteriores intentos fracasados de pacificación entre la guerrilla fariana y el Gobierno colombiano.

El problema es que la paz para Colombia pende de un hilo.

Todo el proceso se ve amenazado por la llegada a segunda vuelta electoral del candidato Oscar Iván Zuluaga, del partido Centro Democratico, creado y operado por el ex presidente Alvaro Uribe Velez, enemigo neurótico de la mesa de negociación y animado personaje que a todo fuera de sus negocios le ve el perfil "castro-chavista".

Zuluaga -es decir, Uribe Velez-,  es el primer enemigo de la mesa de paz, y por ende, el primer patrocinador de la continuación de la guerra en Colombia.

El Centro Democrático nace de las acusaciones publicas hacia Alvaro Uribe  de auspiciar el paramilitarismo mediante las Autodefensas Unidas de Colombia,  de sostener por ocho años una persecución brutal a activistas sociales y defensores de derechos humanos a quienes tilda de "guerrilleros" y de casos de corrupción y espionaje político que han llegado a la Suprema Corte de Justicia.

Prácticas no superadas y demostradas en la reciente campaña electoral, donde se descubrió un centro de espionaje y hackeo a la mesa de diálogos de La Habana, desde una oficina de la campaña de Zuluaga.

Y entonces el próximo 15 de junio, el pueblo colombiano tiene que escoger entre el impulsor de esos diálogos, Juan Manuel Santos, y el bloque iracundo y guerrerista del uribismo que ya ha declarado que, de ganar Zuluaga las elecciones, suspendería de inmediato los diálogos de La Habana.

Ante ese peligro, corre en Colombia la necesidad de la firma de un pacto de blindaje al proceso de paz. Que aunque llegue Zuluaga, nadie se levante de la mesa.

Menos ahora cuando de cinco puntos, el Gobierno de Santos y las FARC-EP, ya han acordado en tres: Desarrollo agrario; participación política, y solución al problema de drogas ilícitas. Faltando la reparación a las víctimas y el fin absoluto del conflicto armado.

... y es que parece ya tan poco....

Y cuando se piensa que  la guerra en Colombia lleva más de 50 años, con más de 200 mil muertos y 10 mil presos políticos y decenas de miles de desplazados, parece increíble que a alguien se le antoje extender el conflicto.

Más ese alguien es Alvaro Uribe.

Quien, entre otras cosas, ha pretendido infiltrar la mesa. Secuaces suyos han salido a dar presunta información confidencial de los acuerdos, filtrado fotografías, en la misma estrategia rabiosa de desestabilización del proceso.

Por eso hace falta blindar la mesa, no sólo en lo político, sino en lo práctico. Y en ello es una buena noticia que los diálogos se realicen en Cuba, especialista en el combate al terrorismo en cualquiera de sus expresiones.

Ojalá los delegados pidan a La Habana reforzar la vigilancia del proceso.

Porque la paz colombiana compete a Cuba como a todo el continente americano.

Por años, Colombia ha sido el patio de juegos militares del gobierno de Estados Unidos. Todo el país está cercado de marines, agentes de la DEA, de la CIA, de la USAID, legalizados por el Plan Colombia, el cual y en suma, se gestó como una estrategia contrainsurgente y base de operaciones contra los gobiernos populares de Venezuela, Bolivia y Ecuador. Y por supuesto, Cuba.

De modo que la paz para Colombia significaría también cerrarle la llave al intervencionismo estadounidense en Latinoamérica.

Nadie como Cuba para hacerlo posible.

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