Noel Manzanares Blanco - Cubainformación.- La Aduana General de la República (AGR) en nuestro país, es responsable de las disposiciones anunciadas para la importación sin carácter comercial radicadas en las Resoluciones 206, 207 y 208 que unidas a la 300, del Ministerio de Finanzas y Precios, fueron publicadas en la Gaceta Oficial no. 30 a los once días del pasado Julio, aunque entrarán en vigor a partir del próximo primero de Septiembre.


La información de prensa emitida al respecto provocó que en ella varias personas opinaran. Acto seguido, esa entidad respondió inquietudes que, a la vez, originaron otros puntos de vistas.

(En aras de ser lo más sucinto que esté a mi alcance y de dejar de estorbar a quien ya conozca de las fuentes y comentarios aludidos, no abundo sobre el particular. Mas, sugiero a mis lectores/as no pasarlos por alto porque complementan los argumentos que estoy compartiendo en esta ocasión).

Luego, el Periódico Granma entrevistó a autoridades de la AGR a partir de un preámbulo que muestra significativos criterios sobre la trama en cuestión, como los que siguen:

Incomprensivas; alejadas de la realidad cubana; injustas, porque abarcan a infractores y a quienes no lo son; demasiado administrativas, por lo cual favorecerían al germen de la corrupción; incluso no acordes con algunas de las medidas implementadas en la actualización del modelo económico, como por ejemplo, el desarrollo de los trabajadores por cuenta propia.

Entre las respuestas a las interrogantes presentadas por el vocero del Partido Comunista de Cuba (PCC), a los efectos del título que estoy sometiendo a su consideración, deseo resaltar algunas de ellas y, de paso, ir acotando mi percepción al respecto.

Así, distingo que los directivos hicieron “un análisis de cómo se habían comportado las importaciones sin carácter comercial, el cual arrojó que las cantidades establecidas estaban siendo explotadas o podrían serlo para actividades comerciales. Es decir, que al amparo de importaciones no comerciales se estaba empleando lo ingresado al país con fines de lucro”.

De tal análisis, me cuestiono el porqué esos dirigentes no actuaron en el momento oportuno, pues no había que ser un erudito para detectar/corregir en el instante que “las cantidades establecidas estaban siendo explotadas o podrían serlo para actividades comerciales”. A ello le sumo que con tal posición se está muy lejos de resolver ese tema ante la demorada presencia de mecanismos que garanticen que entren al país los productos que necesitan equis cuentapropistas/demandan personas con capacidad de adquirirlos, sin descartar la ausencia de un Mercado Mayorista sin mucha justificación ni que de facto se estaría burlando el Odio facturado en el “Norte revuelto y brutal”.

También, examino “¿cómo la Aduana garantizaría la agilidad en el flujo en las instalaciones aeroportuarias?”; cómo las nuevas medidas pueden entorpecer “las tareas principales de la Aduana” (el enfrentamiento al terrorismo, la actividad subversiva, el tráfico de droga y contrabando —confesaron); cómo se está materializando el pulso según el cual ella “tiene la capacidad de tener una visión de los pasajeros que incurren en estas violaciones”; y cómo “con las prohibiciones descritas no se fomente la corrupción de los agentes aduanales”.

La síntesis de mi examen acerca del párrafo anterior me conduce a decir que no hallo del todo merecedora de aplausos la postura de la Aduana en ese orden de ideas, sin ánimo de dejar de reconocer el intento y/o la buena voluntad en tal proceder.

No obstante, sí es mi interés subrayar un pasaje del diálogo Granma-AGR que consta de las partes que a continuación presento entrecomilladas: “Una preocupación recurrente está relacionada con los colaboradores. ¿Re­­­cibirán estos un tratamiento diferenciado?”, manifiesta el órgano mediático. “Los colaboradores mantienen las mismas regulaciones establecidas para personas naturales”, refleja el registro en frontera.

Por mi parte, con toda la sinceridad del mundo confieso que, en la misma medida que encontré oportuna la posición de Granma, halle desatinada la respuesta de la AGR. Es que me cuesta mucho trabajo digerir cómo es posible que los directivos entrevistados desconocieran prácticamente la extraordinaria impronta que tiene la labor de miles de nuestros Colaboradores/as que son Contribuyentes por excelencia en la adquisición de dinero contante y sonante para la solución de significativos problemas del ciudadano/a común en la Mayor de las Antillas. Por ejemplo, para el 2014 el plan de ingresos por la exportación de servicios de salud asciende a más de 8 mil 200 millones de CUC, lo que representa el 64% del total de ventas de servicios (incluye donaciones y Turismo y Salud).

Por tanto, pienso que no debo menos que preguntarme: ¿Cómo se les ocurre a los dirigentes de marras “meter en el mismo saco” a tan apreciables mujeres y hombres que tributan a la salvaguarda de la mayoría de cubanas y cubanos del Caimán Verde, y las personas naturales que encierran desde decentes hasta maleantes? Y sobre ello, considero que los Periodistas del Órgano Oficial del PCC tenían que haber asumido una actitud más incisiva.

En paralelo, recordé que en mi rótulo Cuba: “¿Quiere usted comprar un carro?”, con coletilla me resultó indispensable inquirir:

“¿Quiénes asesoraron al Consejo de Ministros para darle luz verde a las nuevas regulaciones que dejan sin vigor las llevadas y traídas cartas para la compra de carros, tuvieron en cuenta que el propósito de las mismas —además de ganar en orden y disciplina, colocar las ganancias en función del transporte público— está presente en el fruto nada despreciables de miles de personas que trabajaron o trabajan en el exterior con una especie de “acuerdo de caballeros” que incluía, precisamente, la posibilidad de adquirir un automóvil —verbigracia, el caso Antex Angola— y que ahora les será en extremo difícil obtener lo que bien habían potenciado con el producto de su sudor/aporte a los Fondos Sociales de Consumo?”.

(A la interrogante anterior puedo añadirle el raquítico resultado que hasta este minuto exhibe las actuales regulaciones acerca de la compra-venta de carros, un asunto que pienso debe ser revisado por nuestro Consejo de Ministros sin más demora).

Tal recuerdo, me condujo directamente a remembrar lo que redacté en Cuba: aristas de una ¿oposición?, específicamente las palabras de cierre, a saber:

“[…] a Cuba: su “oposición”, un puente vs. la Revolución le incrusto estas aristas de una ¿oposición? que escapa a la “nueva” ¿izquierda? que desde el patio le sirven en bandeja de Plata al enemigo de nuestro Socialismo y a la disidencia cubana amamantada por Washington, pero que está insertada, objetivamente, en acciones contrarrevolucionarias. Ello requiere, entonces, una respuesta contundente de las Autoridades Político-Administrativa y pueblo en general —so pena de males incalculables en nuestra Patria”.

A la sazón, pues, reflexiono en cómo una máxima martiana alerta que con las mejores intenciones se cometen los más grandes errores e, igualmente, advierto que bien vale la pena que en Cuba la Aduana y el Granma mediten un tanto más en cómo garantizar un quehacer que no lastime “ni con el pétalo de una rosa” a nuestro pueblo, particularmente al Colaborador/a-Contribuyente por excelencia y sus familiares. ¡Amén!

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