Noel Manzanares Blanco - Cubainformación.- En más de una oportunidad, he sostenido que la cultura de resistencia creadora del pueblo cubano constituye una de sus decisivas cartas de triunfo, aspecto revelado desde la Guerra de los Diez Años (1868-1878) iniciada por Carlos M. de Céspedes el 10 de Octubre y en la Guerra del 95 concebida por José Martí, comenzada el 24 de Febrero de ese año y extendida hasta 1898.


A la sazón de la última de esas contiendas, la capacidad del pueblo cubano en el sentido de dar el pecho de cara a las vicisitudes se manifestó justamente cuando se hizo de “tripas corazón” ante los embates de la Reconcentración de Weyler a partir del 16 de Febrero de 1996. De este pasaje histórico, aparece el siguiente relato:

Cuando en los difíciles días de 1897 el alcalde municipal de Güines [actual provincia de Mayabeque] visitó a Weyler [General español que bien puede ser considerado un antecesor del fascismo hitleriano] para exponerle las terribles condiciones en que se encontraban los reconcentrados en esa villa y solicitarle algunas raciones para impedir que continuaran muriendo de hambre, éste le respondió: “¿Dice usted que los reconcentrados mueren de hambre? Pues precisamente para eso hice la reconcentración”.

Mas, ni tan bochornosa y atroz página practicada por Madrid contra nuestra Patria pudo impedir que el Ejército Libertador colocara en una suerte de “fuera de combate” al colonialismo español, una acción frustrada por la grosera intervención del Águila Imperial en los destinos de nuestro Caimán Verde.

Careció de casualidad, pues, que ni las dictaduras de Gerardo Machado (1928-1933) y Fulgencio Batista (1952-1958) impuestas por el capital interno al compás de los amos del Norte que hallaron cuerpo en la república neocolonial en Cuba, pudieron impedir que la mencionada cultura de resistencia creadora llevara al traste al oprobio de ocasión contra cubanas y cubanos.

Por ejemplo, cuando tras el Desembarco del Granma (2 de Diciembre de 1956) tuvo lugar el traspié de Alegría de Pío pasado tres días, ocurrió lo siguiente:

Quedaron dispersados los expedicionarios comandados por Fidel Castro; parecía que el infierno decía “presente”. De los 82 combatientes, veintiuno perecieron de inmediato y/o fueron asesinados alevosamente; dos decenas fueron apresados, juzgados por el Tribunal de Urgencia de Santiago de Cuba y condenados a penas de seis años de prisión; un grupo logró llegar a las ciudades y en ellas se reincorporaron nuevamente a la lucha revolucionaria; otros alcanzaron enrumbarse hacia la misma Sierra Maestra.

Es así que el 18 de Diciembre próximo se reencuentra Fidel y su hermano Raúl con un puñado de hombres y unas pocas armas, en Cinco Palma. Entonces, el Máximo Líder exclamó: “iAhora sí ganamos la guerra!”. Y Raúl pensó: “Ahora sí mi hermano se ha vuelto loco”. Mas, ¡la Historia reveló que se trataba del loco más cuerdo jamás conocido!

En correspondencia, pregunto: ¿Quién, ante el acontecimiento realizado por el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana y el ulterior comportamiento del Ejército Rebelde, duda que estemos ante una muestra de la cultura de marras y pilar de nuestros aciertos?

Tal fue/es el espíritu patentizado/enriquecido con la llegada del Primero de Enero de 1959, particularmente en la última década del siglo XX hasta los días que corren: entonces, a pesar de que se pensó que seríamos la próxima víctima después que Moscú sí creyó en lágrimas, protagonizamos páginas que solo con el devenir del tiempo podrá aquilatarse en su justa medida.

Basta con recordar que por obra y gracia al derrumbe del socialismo que encabezó la ex Unión Soviética, nuestra nación perdió alrededor del 80 por ciento de su capacidad adquisitiva, su Producto Interno Bruto para 1993 se redujo en 35 por ciento y, consiguientemente, las calamidades se hicieron cotidianas. Fue el momento en que el dólar se llegó a cotizar en 150 pesos y que cuando la mayor parte de nuestras familia tenía qué cocinar muchas veces no poseían con qué hacerlo.

Como si fuera poco, el más que cincuentenario Bloqueo Made in USA se incrementó por el infinito con la Ley Torricelli (1992), la Ley Helms-Burton (1996) y otras crueldades, sin descartar las zancadillas de la Madre Natura —todavía el país no se ha recuperado completamente de los embates de los Huracanes. Al respecto, debo significar una vez más que si Washington no renuncia a sus variantes de agresiones vs. La Habana es, precisamente, por el descomunal daño que provocan al pueblo cubano —ver: Cuba: entre los Carriles uno y dos.

En tan difícil escenario de la Isla, una alternativa relevante se encuentra en la exportación de nuestros recursos humanos que en rigor son de extrema valía/demanda allende el Mar y garante de nuestras conquistas.

Quizás en este minuto se comprenda mejor el porqué en Cuba: la Aduana, el Granma y el Colaborador/a el pasado 10 de Agosto cuestioné que directivos de esa institución entrevistados por el Órgano Oficial del Partido Comunista de Cuba desconocieran prácticamente la extraordinaria impronta que tiene la labor de miles de nuestros Colaboradores/as que son Contribuyentes por excelencia en la adquisición de dinero contante y sonante para la solución de significativos problemas del ciudadano/a común en la Mayor de las Antillas; al tiempo que ejemplifiqué con el hecho que para el 2014 el plan de ingresos por la exportación de servicios de salud asciende a más de 8 mil 200 millones de CUC, lo que representa el 64% del total de ventas de servicios (incluye donaciones y Turismo y Salud).

No obstante, ni por asomo con la idea anterior coloco en tela de juicio el decisivo aporte que desde la retaguardia garantiza que se pueda llevar a cabo la referida exportación de nuestros recursos humanos. Es decir, en primerísimo lugar, es posible que existan y se reconozcan los citados Colaboradores/as porque está la obra anónima de miles y miles y miles de compatriotas que desde sus respectivos contextos avalan el sostenimiento de la Revolución Cubana.

Me es indispensable en este orden de pensamiento aludir al Ejército de Batas Blancas que en todo el archipiélago nacional respaldan día a día la Salud de cubanas y cubanas e, incluso, de visitantes llegados a la Mayor de las Antillas por disímiles razones, y las más de las veces mujeres y hombres que suplen a sus colegas que marchan a cumplir misión al exterior lo concretan redoblando esfuerzos personales.

Otro tanto puedo decir en relación a Profesores/as y demás hacendosos/as que contra viento y marea materializan el mantenimiento de esa obra que denominamos Revolución Cubana —ver: Cuba: ¿cómo quererla-defenderla-enriquecerla?

Por tanto, dejo de descubrir la realidad histórica y actual de nuestra Patria al subrayar que es un producto de la faena de sus ciudadanos/as o sea, de la labor que realiza diariamente la población en todo el archipiélago y que constituye un elemento que se complementa con la actividad/resultados del quehacer de sus trabajadores/as en el plano internacional. He aquí el porqué exhibimos a Cuba Libre, Independiente, Digna y luchando por su Prosperidad.

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