Noel Manzanares Blanco - Cubainformación.- A propósito de la reciente visita a nuestro país de José Manuel García-Margallo, ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación de España, la prensa anticubana de la Madre Patria utilizó los calificativos de “plante”, “plantón” y “desplante” para referirse al no recibimiento del Presidente de Cuba, Raúl Castro, a ese canciller. Como argumento central, sostuvieron que el discurso del visitante en el habanero Instituto Superior de Relaciones Internacionales disgustó al Gobierno anfitrión.


Al respecto, hace un par de días José Manzaneda nos brindó su esclarecedor ¿Por qué Raúl Castro no recibió al Ministro español García-Margallo? Más allá de la propaganda mediática del régimen español. Por ello, me permito pasar por alto mis consideraciones sobre este particular —sin dejar de recomendar la consulta de ese hipervínculo. No obstante, sí deseo compartir con usted lo que dijo en la oportunidad de marras el señor García-Margallo, a partir de palabras propias de este estadista español.

Resulta que el pasado 25 del corriente el mencionado discurso fue pronunciado con el título “Vivir la Transición: una visión biográfica del cambio en España”, un elemento que me conduce a la primera observación: ¿Habrá que ser muy entendido en este asunto para inferir que el mensaje va dirigido a una apología a la “democrática” nación europea y una convocatoria a que el pueblo cubano le siguiera sus pasos? Pienso que No. Pero vayamos a lo que asumo como médula del mensaje de Margallo.

Tras agradecer por la ocasión, dice este canciller:

“Me honra dirigirme a quien en el futuro representará a Cuba en el exterior, a los miembros del Cuerpo Diplomático, a los empresarios, a los descendientes de los españoles que en su día emigraron a Cuba, a los alumnos del Colegio Español de La Habana y a los jóvenes que hoy nos acompañan. En vuestras manos está el futuro y a vosotros me dirijo especialmente esta tarde” —las negritas son mías.

Y precisamente para el futuro de Cuba, colocó el encargo principal: “Por fortuna, aquello [la dictadura —y recuerde cómo nos perciben desde el Capitalismo de pura cepa] pasó. Y hoy puedo decir con orgullo que la Constitución que entonces diseñamos nos ha permitido disfrutar de cuarenta años de paz civil, libertad y prosperidad. Años en que los centristas, los socialistas y los populares nos hemos alternado con absoluta normalidad”.

Ante tal disyuntiva, me siento en el deber de preguntar: ¿De qué está hablando este ministro español? ¿Cuál es el estado de su “paz civil, libertad y prosperidad”? ¿Le habré mentido a mis lectores/as cuando seis años atrás publiqué Adiós al “estado de bienestar social” con una fotografía alegórica a las privatizaciones del estado español? He aquí simples interrogantes susceptibles de ser enriquecidas con la que continúa:

¿Por qué ha surgido en este tiempo Podemos, esa emergente organización política de España que en sus diez propuestas incluye la prohibición de que empresas con beneficios despidan a gente, la introducción de la jornada laboral de 35 horas, la redistribución de los sueldos de manera más justa, la reestructuración de la deuda o la eliminación de los hospitales privados para regresar a un sistema de salud controlado completamente por el Estado?

Huelgan comentarios.

Entretanto, en mi indagación sobre qué se dice acerca de la Revolución Cubana, hallé Falta de cambios políticos frena reformas económicas en Cuba, según revista católica. Es el título de un reporte de AFP que encontré en El Nuevo Herald y luego en un sitio suizo que certifica en su portada la proximidad de Berna con Bruselas —al margen de reconocidas distancias. La información que contiene data de este 28 de Noviembre y refleja reveladores puntos de vistas de un fragmento significativo de la Iglesia Católica en la Mayor de las Antillas.

De acuerdo con el reporte en cuestión, la revista Palabra Nueva del arzobispado de La Habana, que encabeza el cardenal Jaime Ortega, advirtió en un artículo de su director Orlando Márquez:

“Aun la discriminatoria ley de inversión extranjera puede quedar a medias, y todo cuanto debe llevarnos a una situación de mayor prosperidad, independencia y soberanía económicas podría reducirse a palabras o letra impresa”. “Lograr el progreso y mantener en mínimo la brecha entre los que tienen más y los que tienen menos es un reto grande, pero creo que una gran dificultad puede estar en otro lugar: ¿cómo convencer que se debe cambiar lo que fue concebido para no ser cambiado jamás? Ciertamente es muy difícil” —las negritas son mías.

Y aunque AFP acredita que el articulista confesó que “Hasta cierto punto, se comprende que haya motivos para proceder con cautela, si se mira la experiencia de la desaparecida Unión Soviética y todo el sistema socialista del Este de Europa”, en el orden personal asumo que su percepción de cambio raya con el pretendido desmontaje del Socialismo que contra viento y marea construimos la mayoría de cubanos/as atendiendo a nuestra soberana voluntad. Es decir, que “fue concebido para no ser cambiado jamás” —así asumo cómo querer-defender-enriquecer a Cuba.

Entonces, precisamente porque parto del principio según el cual ni por un segundo debemos obviar que Washington sostiene tres Carriles para exterminarnos, me siento inquieto de cara a la convocatoria que de facto nos hacen Madrid y Palabra nueva, y de paso me pregunto: “¿Será por acaso que el canciller Margallo y el vocero del arzobispado de La Habana coinciden con alguna de las ‘ocultas’ pretensiones del Águila Imperial vs. el Caimán Verde? Usted tiene la palabra.

 

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