Manuel David Orrio. Cubainformacion.tv-Martianos-Hermes

La Habana, 15/08/16.- John Kerry en La Habana ¿Quién  iba a decirlo un año antes, de este reconocido miembro de la sociedad secreta Skull & Bones?

Desde este 14 de agosto, los gobiernos de los Estados Unidos de América (EE.UU.) y Cuba no tienen por representación diplomática lo que alguien llamó  “surrealistas oficinas de intereses”. Ahora son embajadas, como acostumbra la práctica internacional.

Por ese motivo el actual Secretario de Estado norteamericano hizo una breve visita a La Habana para formalizar el respectivo nuevo rango, algo  ocurrido antes con la representación cubana en Washington.

Por supuesto, discurso de Kerry, en el cual llamó  mi atención un categórico aserto: “el futuro de Cuba es para que sea moldeado por los cubanos, la responsabilidad por la naturaleza y calidad del gobierno y la rendición de cuentas está como debería de ser, no con una entidad extranjera o externa, pero exclusivamente con los ciudadanos de este país.”

Enhorabuena, la noticia. Aunque sin dejar de apuntar que sigue vigente la Ley para la Libertad y la Solidaridad Democrática Cubanas (Helms-Burton), “escollo de los escollos” en el proceso de restablecimiento y normalización de relaciones entre ambas naciones.

Basta nombrar, de aquella, tres requisitos que ha de certificar el presidente de los EE.UU. como prueba de la existencia en Cuba de un “gobierno de transición a la democracia”, para que el Congreso norteamericano considere la suspensión de ciertos aspectos - ni siquiera la eliminación total - del por unos llamado embargo, por otros bloqueo:

1)    nada de “hermanos Castro” en el gobierno;

2)    disolución de los órganos de la Seguridad del Estado, los Comités de Defensa de la Revolución y las  Brigadas de Respuesta Rápida;

3)    eliminación de las interferencias a las transmisiones de Radio-TV Martí, las cuales son desde su inicio violadoras del Derecho Internacional en materia de telecomunicaciones.

Serví a Cuba como agente encubierto de la Seguridad del Estado entre 1992 y el 2003, en calidad de un supuesto “periodista independiente”, y entre otras enfrentado a semejante ley. Revelé mi identidad secreta por orden superior en abril del 2003, y el 9 de ese mes fui presentado como tal en mi viejo barrio.

Allí, ante centenares de vecinos partidarios de la Revolución, ¡vaya casualidad!, afirmé algo muy parecido a lo expresado por  Kerry en su discurso habanero del 14: “Aquí no se está discutiendo sobre ‘socialismos’ o ‘capitalismos’. Lo que aquí se está discutiendo  es nuestro derecho como pueblo a decidir sobre nuestros destinos, errores incluidos, sin injerencias de gobiernos extranjeros. Ese fue el sentido de mi lucha durante estos once años, y lo será por toda la vida”.

Con moderado optimismo espero    que cuanto Kerry representa esté a la altura  de haber reconocido ese derecho a la autodeterminación de los cubanos, “no con una entidad extranjera o externa, pero exclusivamente con los ciudadanos de este país”; entiendo por tales, en igualdad plena, a residentes y emigrantes. Somos un solo pueblo, nadie se equivoque, con  muchos asuntos  por dialogar entre quienes lo integramos. Muchos, y todos lo sabemos.

Pese a las sostenidas buenas nuevas entre Cuba y los EE.UU., algo me alerta: por doquier aparecen expresiones de una históricamente justificada desconfianza hacia las posturas norteamericanas, traducidas por muchos como derrocar a la Revolución por otros medios.

Sin embargo, en esa aprensión se pierde de vista una  parte de justa razón estadounidense: “Seguiremos instando al gobierno cubano para que cumpla con sus obligaciones bajo los convenios de la ONU y los convenios de derechos humanos interamericanos…”

No es un secreto que Cuba tiene asignaturas pendientes en  materia de derechos humanos, como es la ratificación y adecuación interna del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; en lo inmediato, esos “pendientes” pueden  tener su origen en defenderse de las políticas injerencistas de los EE.UU, pero no como organización de un Estado de Derecho a la altura del siglo XXI.

No se trata de “socialismos” o “capitalismos”, sino de que en “ambos”  el orbe tiende a seguir, a tenor del sistema de derechos humanos de la ONU, unas palabras de la comunista más lúcida de la Historia, cuyo nombre es Rosa Luxemburgo: “…sin una prensa libre y sin trabas, sin la libertad de reunión y asociación, la dominación de las amplias capas populares es imposible...la libertad sólo para los partidarios del gobierno, sólo para los miembros de un partido – no importa cuán numerosos sean – no es la libertad. La libertad es siempre la libertad para el que piensa de manera distinta…”

Recuerdos, momentos, impresiones: Kerry en La Habana; bandera de barras y estrellas, izada frente al Malecón; lógicas  desconfianzas, hasta con  “teorías de la conspiración”, al  parecer promovidas por quienes tanto han medrado y medran del histórico diferendo. Y en las calles, también, la esperanza.

Entretanto, algo me dice que cite a Fidel Castro: “Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos (los Estados Unidos); nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra”.

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