Noel Manzanares Blanco - Cubainformación.- Millones y millones de personas en el mundo estamos conmocionados por lo que quizás constituya el crimen de última hora: la Masacre en la capital de Francia ocurrida un par de días atrás en la que unas 130 personas han muerto y otras 352 han resultado heridas en varios ataques simultáneos contra locales de ocio y el estadio de fútbol de Saint Denis, incluyendo unas 100 en estado crítico. Se sabe que la tragedia comenzó a las 21.20 de este viernes con una explosión, mientras que un hombre armado a cara descubierta abrió fuego contra los comensales de los restaurantes Le Carrillon y Le Petit Cambodge.
Diversos reportes de prensa acreditan que el presidente francés, François Hollande, consideró que se trata de un acto de guerra del Estado Islámico; al tiempo que dan cuenta de que se escuchaban tres explosiones en el estadio de fútbol de Saint Denis, donde en ese momento se jugaba un partido amistoso entre las selecciones de Francia y Alemania; que el público presente en ese encuentro deportivo al instante no fue consciente de lo que ocurría creyendo que eran fuegos artificiales; y que la sala de conciertos Bataclan, donde actuaba el grupo Eagles of Death Metal, fue el principal objetivo.
Según otros trascendidos, mensaje como el que sigue evidencia quiénes están en la bestialidad de marras: “Recordad, recordad el 14 de Noviembre en París. Nunca olvidarán este día, igual que los estadounidenses el 11 de Septiembre” —dice uno que circula por los foros yihadistas vinculados al Estado Islámico; al paso que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas condenó estos “bárbaros y cobardes ataques terroristas” y el Secretario General de la ONU, Ban Ki Moon, aseguró que los responsables de los mismos serán llevados ante los tribunales de justicia “cuanto antes”.
Un despacho certifica que el pasaporte encontrado en un lugar de los escenarios del acto vandálico es propiedad de una persona siria que había solicitado asilo; mientras que un informe sobre el asunto en cuestión asegura que el presidente de Siria, Bashar al Assad, al reflejar su unión al compromiso multilateral que busca redoblar esfuerzos para erradicar el terrorismo, expresó: “Francia conoció ayer lo que vivimos en Siria desde hace cinco años”. “Las políticas equivocadas de los países occidentales en la región, entre ellos Francia, han contribuido a la propagación del terrorismo”.
Por mi parte, recordé la percepción de Mr. Donald Trump, aspirante a principal inquilino de la Casa Blanca y alguien muy poco sospechoso de ser considerado en la cuerda revolucionaria, quien manifestó no tener nada en contra de que el presidente ruso, Vladimir Putin, intervenga en Siria para atacar al grupo yihadista Estado Islámico y también para ayudar al mandatario sirio a mantenerse en el poder. Y más todavía vino a mi mente, a saber:
Como bien denunció el Compañero Fidel Castro al recordar el 6 de octubre de 2001 a las 73 víctimas del atentado contra un avión civil de Cubana de Aviación un día como ese en el año 1976 en Barbados, comparando la población de Cuba en esa fecha con la de nuestro cercano vecino el 11 de Septiembre del propio 2001 (momento del feroz ataque terrorista en Nueva York), las 3,478 vidas cubanas perdidas debido a acciones terroristas originadas en el Norte del Estrecho de la Florida equivalían, supuestamente, a 88,434 personas asesinadas en la Patria de Lincoln por actividades de la misma especie —semejante al número de soldados norteamericanos muertos en las guerras de Corea y Vietnam.
Apenas les incorporo a mis lectores/as en este orden de pensamiento que Luis Posada Carriles, autor intelectual confeso del crimen de Barbados y reconocido como tal por el Departamento de Estado de la Casa Blanca, en Junio de este año fue visto sin contratiempo alguna cuando asistía a un desayuno de trabajo en el restaurante Versalles, de la Calle 8 de Miami (refugio de recalcitrantes hostiles a nuestra Revolución) con la muy lejana intención de orquestar algo bueno para el pueblo cubano.
Por tanto, mi conclusión debe resultar obvia: ante los actos recientes ocurridos en París, es pertinente subrayar que la Humanidad tiene en los terroristas a sus peores enemigos —¡y sin la sombra de asumir algunos de ellos de otro modo! No existen, pues, malos y buenos.
