Por: Osmany Sánchez (jimmy@umcc.cu / @JimmydeCuba).- En la vida real, no es fácil ser popular. Para serlo se necesitan una serie de atributos. Desde la inteligencia o el carisma, hasta el que le basta con una posición económica que le garantice estar rodeado de personas que esperan aprovecharse de él. Pero eso es en la vida real, en la virtual, es mucho más fácil. Internet permite que todo el que quiera pueda ser cool y para eso solo debes seguir ciertas normas.

 


 

El cool estará siempre a la caza de lo mediático. Pondrá rápidamente en su muro de Facebook una foto suya con la bandera francesa detrás, mientras usa el hashtag #jesuispariscuando los atentados terroristas en esa ciudad- o se unirá inmediatamente a una marcha a favor de los refugiados sirios o los 43 de Ayopzinapa.

Claro, esto de seguir los temas mediáticos tiene límites. Por ejemplo no es cool la bandera de Brasil, una foto de Dilma ni el #NÃOAOGOLPE o “Golpes nunca mais”.

El cool puede hacer todos los días el mismo recorrido en Cuba sin haber leído nunca una de las tarjas que abundan en nuestras calles y que señalan el lugar donde cayó un luchador clandestino o donde aconteció un hecho histórico.

Quizás no haya saludado nunca a la madre o la hermana de un mártir cubano que viva en su barrio, pero se unirá rápidamente a la campaña y exigirá que se construya un monumento a los médicos internacionalistas.

Aclaro que no estoy en contra de la idea del monumento, sino de que el tema sea utilizado con fines mediáticos.

Los cool se quejarán constantemente de las pocas oportunidades que les dan a los jóvenes en Cuba, pero es muy poco probable que acepten cargos en la FEU o en la UJC por ejemplo y difícilmente los verás en una reunión en su cuadra.

Quizás no entiendan bien en qué consiste esto de la “participación” pero poner algo en Facebook sobre el tema  les asegurará muchos “Me gusta” y eso es lo importante.

Todo lo de fuera es mejor. Por eso los cool le darán seguimiento en sus blog o en Facebook a la carrera deportiva de los peloteros cubanos en Grandes Ligas o a los éxitos de Orlando Ortega corriendo por España, pero hablarán muy poco o nada del desempeño de Alfredo Despaigne en Japón o de Rolando Cepeda en Grecia.

Tengo amigos cool –aclaroy no son malas personas ni están en contra del proyecto social que queremos construir en Cuba. Opinan que están haciendo lo correcto y que cumplen el papel que les toca como generación.

Definitivamente yo no soy cool. Prefiero que me convoquen a un trabajo voluntario en un círculo infantil o en un policlínico en construcción que a bajar la escalinata con un cartel contra la guerra Libia. Solo para poner luego selfies en Facebook.

Mis post tampoco son populares. Aunque creo en la crítica revolucionaria y la ejerzo, prefiero hablar del bloqueo, de la manipulación de la realidad cubana o de los que viven de la “disidencia” en Cuba que hacer crítica fácil a todo cuanto suceda en nuestro país solo para ser reproducido por otros medios. Eso no es cool.

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