Lilibeth Alfonso Martínez - blog La Esquina de Lilith - A Cuba le pedimos muchas cosas. Se gastan líneas y líneas explicando cuán mal está nuestra economía: en internet, mientras más desesperanzador sea el análisis, más clic se lleva. La economía cubana no existe, me dijo alguien una vez.


Pero a la hora de los mameyes, se publican fotos de un hospital en mal estado, de un bache, de las cosas malas y la gente se pregunta por qué, qué vergüenza se dicen…, como si esa economía en ruinas que tenemos en parte, en buena parte por un bloqueo que todavía no nos deja respirar y casi siempre se olvida del otro lado del charco a la hora de las causas humanitarias, no lo explicara todo, o casi todo.

Ahora la Decisión del gobierno revolucionario anuncia la estrategia con respecto a los territorios afectados por el huracán Matthew, casi todos, o por lo menos los más fuertes, de mi provincia. (Yo vi esos rostros, yo vi esas casas, yo vi el paisaje como arañado por el viento, en mi camisa se secaron lágrimas cuando el testimonio acabó en abrazo, yo lloré con esos que lo perdieron todo, y sé que no sé qué se siente perderlo todo, pero puedo describirlo de primera mano).

El presupuesto asumirá el 50 por ciento de los gastos, se pueden pedir créditos que serán amortizados en tiempos mayores, hoy de cinco años, y con intereses más bajos o nulos, y en los casos de personas más pobres, esos que no tienen con qué pagar, el estado asumirá todos los gastos, a través de un subsidio.

Y es criticada la Decisión. Qué vergüenza, de nuevo. Por qué no lo regalan, como si la deuda pública realmente pudiera aguantar más. A Cuba se le pide lo que nadie en su sano juicio le pediría a otro país con nuestra economía.

Un país con nuestra economía, con nuestros números, no es consecuente con nuestro desarrollo social. Hay qué ver qué hacen los países que comparten nuestro PIB, hay que saber cuál es, hay que entender que Cuba no es Los Estados Unidos, ni Alemania, ni ningún país rico muchas veces a costa del desfalco, muchas veces gracias a la histórica acumulación de vejámenes.

Generalmente no me gustan las comparaciones, para bien o para mal, pero a veces hay que mirar a los lados, a veces hay que comparar, y también a veces hay que tener empatía con un país, ponerse en sus zapatos, en sus arcas, en sus esfuerzos.

Hoy, países con el doble, el triple, muchas veces los recursos financieros, naturales de Cuba…, acogen médicos, profesionales de la educación…, que sus gobiernos no han podido, no han sabido o no han tenido la voluntad política de formar. Si no me creen, busquen las listas…

Yo creo que el gobierno da lo que puede Cuba. En otros momentos, el voluntarismo nos ha llevado por caminos duros. Regalar –que no es regalar, porque todo cuanto el Estado tiene es fruto de un esfuerzo colectivo – sin freno…, si no es realista, si no es posible, puede tener costos que no seremos capaces de pagar a mediano y, creo, corto plazo y eso continuará arruinándonos.

A mí, por lo menos, mi abuela me enseñó que al olmo, no se le puede exigir que para peras.

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