Noel Manzanares Blanco - Cubainformación.- Sostengo que es una descomunal proeza que la Mayor de las Antillas haya vivido casi seis décadas sin doblegarse, a pesar de la Guerra multilateral que contra nuestro pueblo ha desplegado el “Norte revuelto y bruta”. Significo que es una hazaña cerrar 2016 sin que la tragedia se entronizara entre cubanas y cubanos, como pronosticaron agoreros/as. Pero, encuentro que todavía estamos muy distante de hacer todo lo que está a nuestro alcance.


Un semestre atrás, en un balance sobre el comportamiento del Producto Interno Bruto (PIB), no vacilé en acreditar que fue positivo el uno por ciento alcanzado al cierre de Junio —pese a ser la mitad de lo pronosticado. Realmente, nos vimos afectados por las limitaciones financieras como consecuencia de la disminución de ingresos en nuestras exportaciones por la caída de los precios en los rubros tradicionales, y por la Guerra Económica desatada por el Capital interno y gringo contra la Revolución Bolivariana y Chavista.

Asimismo, encontré encomiable nuestro esfuerzo por mantener el cumplimiento de los compromisos asumidos en los procesos de reordenamiento de las deudas con acreedores extranjeros; poner en vigor diversas decisiones dirigidas a incrementar la capacidad adquisitiva del peso cubano; haber garantizado el equilibrio financiero interno mediante niveles apropiados de oferta en el mercado minorista; avanzar en la implementación de sistemas salariales vinculados con el resultado productivo; y ejecutar el plan de prevención y enfrentamiento a las enfermedades trasmitidas por los mosquitos del género aedes.

Incluso, hice mías estas palabras del Presidente Raúl Castro en las conclusiones de la actividad de nuestro Parlamento a mediados de año:

“Frente a las dificultades y amenazas no hay espacio para las improvisaciones y mucho menos para el derrotismo. De una situación coyuntural como la que enfrentamos se sale victorioso actuando con mucha energía, ecuanimidad, racionalidad y sensibilidad política, continuar estrechando la coordinación entre el Partido y el Gobierno y sobre todo con mucho optimismo y seguridad en el presente y el futuro de la Revolución”.

Sin embargo, después que analicé y volví a analizar la intervención de Marino Murillo ante el Legislativo cubano el pasado Junio, la insatisfacción se apoderó de mí; al paso que de cara al razonamiento de este vicepresidente del Consejo de Ministro de Cuba y entonces titular de la Cartera de economía, me hice algunas preguntas que a la sazón pensé que “bien pudieran servir para no tropezar otra vez con la misma problemática”. Las recuerdo:

¿Cuánto más se pudo hacer en aras de que a esta altura fuera mayor el crecimiento de nuestro PIB? ¿Acaso debe pasarnos inadvertido que el error de cálculo al respecto fue del 50% —se previó crecer un dos por ciento? ¿Será que las condiciones adversas a las que nos enfrentamos cambiaron tanto en apenas seis meses? ¿Por qué no se dice los nombres de los responsables de incumplimientos por causas subjetivas? ¿Qué medidas fueron tomadas con ellos/as? ¿Quiénes son los que se benefician en última instancia con el secretismo?

Y siendo coherente con Cuba: certidumbre e insatisfacciones donde consta la anterior reflexión publicada el 11 de Julio de 2016, concluí expresando que “en la perspectiva de las preguntas antes formuladas y al decir popular, exclamo a los cuatro vientos: ¡Ojalá que en Cuba no nos vuelva a morder el mismo Perro!”.

A esta altura —al tiempo que ratifico que es una descomunal proeza lo que hemos vivido en casi seis décadas sin doblegarnos y que es una hazaña cerrar este año a contrapelo de los agoreros/as de nuestra realidad—, considero que debimos y pudimos hacer mucho más para bien de nuestro pueblo. Carezco de razones para estar muy contento con lo alcanzado en los últimos doce meses.

Confieso que la pena se apoderó de mí frente a Crecerá economía cubana en un 2 % publicado este 27 de Diciembre, porque ese título es embaucador —aunque no fuera esa su intención. Lo real es que asistimos a un decrecimiento de 0,9% en este año y tenemos el propósito de crecer un 2% en el 2017 —y así debió ser presentada nuestra situación economía; amén de que la información en causa refleja “Autor: Ricardo Cabrisas”, vicepresidente del Consejo de Ministros y Ministro de Economía y Planificación, y en realidad se versiona lo manifestado por este directivo. Mas, ello no es lo verdaderamente significativo.

En Crecerá economía…, aparece que “Se han tomado en consideraciones las indicaciones impartidas por el General de Ejército [Raúl Castro] en cuanto a que debemos adecuarnos a las capacidades reales de que dispongamos y no gastar más de lo que seamos capaces de ingresar, subrayó [el Ministro en cuestión], y apeló al imprescindible cumplimiento de estas disposiciones”.

Además, en el título de marras, entre logros y deficiencias, se consigna: “Y si algo se mantendrá, pese a las coyunturas económicas, son los servicios sociales, 'en niveles similares a años anteriores', según expresó el titular de Economía, quien añadió además que se prevé un incremento del Producto Interno Bruto en el entorno del 2 %, contra un decrecimiento de 0, 9 % en el año 2016”.

Felizmente —como esperaba—, la intervención del propio Raúl al concluir este octavo período ordinario de sesiones de la legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular resultó un reflejó exacto dentro de lo humanamente posible del acontecer en nuestro país, incluyendo las “tres premisas decisivas” que en su opinión deberán cumplirse para remontar el panorama económico actual:

“[…] garantizar las exportaciones y su cobro oportuno; incrementar la producción nacional que sustituye importaciones; y no menos importante, reducir todo gasto no imprescindible y utilizar racional y eficientemente los recursos disponibles. Al propio tiempo, en medio de las dificultades, continuaremos ejecutando los programas de inversiones en función del desarrollo sostenible de la economía nacional”.

En este orden de ideas, destaco dos pronunciamientos del Compañero Raúl en esa ocasión: uno, “Reconozco que no estamos satisfechos en esta esfera ['la necesidad de dinamizar la inversión extranjera en Cuba'] y que han sido frecuentes las dilaciones excesivas del proceso negociador. Es preciso superar de una vez y por siempre la mentalidad obsoleta llena de prejuicios contra la inversión foránea”.

El otro; “[…] no vamos ni iremos al capitalismo, eso está totalmente descartado, así lo recoge nuestra Constitución y lo mantendrá, pero no debemos cogerle miedo y ponerle trabas a lo que podemos hacer en el marco de las leyes vigentes. Ello requiere, en primer lugar, asegurar la preparación y capacitación sistemática de los cuadros y especialistas que negocian, así como profundizar en las deficiencias y errores cometidos en el pasado para nunca más repetirlos” —las negritas son mías.

(Vale la pena analizar cómo se convirtió Singapur en el país más rico del mundo, sus aspectos positivos y negativos. Se trata de una nación que logró “atraer capital extranjero de compañías petroleras y convertirse en uno de los mayores centros de refinado de petróleo del mundo. En la actualidad, Singapur es uno de los líderes mundiales en multitud de industrias con un alto valor añadido, como es el caso de la industria petroquímica” —las negritas son de la fuente).

Igualmente, resalto su juicio en torno al experimento que se aplica en las provincias de Artemisa y Mayabeque en interés de separar la dirección de los consejos de la administración de las asambleas provinciales y municipales del Poder Popular que ha posibilitado poner en práctica un conjunto de principios organizativos y de funcionamiento de los órganos de gobierno, permitiendo que las asambleas locales de ese Poder incrementen la atención a los consejos populares, los delegados de circunscripción y la población en general.

Puntualmente, llamo la atención sobre el hecho que se ha puesto de “manifiesto un conjunto de deficiencias que, sin invalidar los conceptos esenciales del experimento, impidieron la consolidación del modelo de gestión puesto en práctica, de modo que su ulterior generalización al resto del país constituya un éxito”; todavía más en la sentencia que según la cual “ninguna de esas tareas puede realizarse exitosamente con superficialidades y mucho menos atendiéndolas de vez en cuando” —las negritas son mías.

No obstante, persiste en mí la insatisfacción por no hallar una precisa delimitación de hasta dónde no se hizo más por causa del factor subjetivo. Consiguientemente, encuentro que el conjunto de preguntas antes mencionadas —me refiero a su esencia— todavía no se tiene suficientemente en cuenta y/o que estamos carentes aún de revelar más asuntos de la plena incumbencia del pueblo.

Por tanto, nos urge ser consecuente con el Concepto de Revolución del Fidel que Vivirá por Siempre. Ya resulta inaplazable, “cambiar todo lo que debe ser cambiado” y que cada quien, desde la máxima Dirección de nuestro Partido Comunista y Gobierno hasta el ciudadano/a común que se sienta amante de su Patria, haga lo que le corresponde en la construcción de la Dignidad, Libertad, Felicidad “para Cuba y para el mundo”. Entonces, ¡“Manos a la obra”!

 

 

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