Noel Manzanares Blanco – Cubainformación.- El señor de nombre Luis que funge como secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), acaba de hacer una nueva jugarreta para complementar su fracaso de nueve meses atrás cuando no consiguió la aplicación del artículo 20 de la Carta Democrática Interamericana contra la Patria de Bolívar y Chávez. Por supuesto, desde Caracas recibió un rotundo repudio a su injerencia reciente.
Les recuerdo a mis lectores/as que en aquella altura ese individuo recibió respaldo de congresistas de EEUU que aplaudieron su posición, incluyendo a dos de origen cubano vinculados a la terrorista-mafia-gusano-yanqui. Entonces, escribí que él era/es un lacayo de Washington de acuerdo con su actitud ordinaria: trabajar en contra de nuestros pueblos.
Así, había concebido el sentir de este título pero con otras letras en el mismo. ¿Qué me sucedió? Pues que leí iPresidente Trump, no mate a la OEA! cuyo rótulo se hizo acompañar de la foto del mismísimo Luis Almagro y ello me anticipó el mensaje que traía. Si no, fíjese usted en lo que continúa.
“Justo cuando la Organización de Estados Americanos (OEA) está liderando los esfuerzos regionales para restaurar la democracia en Venezuela, el presidente Donald Trump está pidiendo al Congreso drásticos recortes en las contribuciones de Estados Unidos a organizaciones internacionales que podrían paralizar la institución”.
“La OEA se ha convertido en la mejor opción de la región para restablecer la democracia en Venezuela después de que el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, tomó la iniciativa de pedir a los países latinoamericanos que apliquen la Carta Democrática de la organización contra el régimen autoritario de Venezuela”.
Y como si fuera poco evidente la intención, aparece:
“'Sería un error terrible recortar el financiamiento para la OEA', dice Roger Noriega, un conservador que dirigió la oficina de asuntos hemisféricos del Departamento de Estado en la administración de George W. Bush. 'Estados Unidos estaría diezmando la única organización que probablemente puede ayudar a Venezuela y a muchos otros países'”.
A la sazón, formulo estas preguntas para la reflexión:
¿Será que existe una preocupación legítima porque el recorte de los EEUU a los fondos de la OEA pudiera afectar la maltrecha actividad a favor de la democracia al Sur del Río Bravo o, lejos de ello, de lo que se trata es de defender el dinero salido del contribuyente del Norte del Estrecho de la Florida con el cual Almagro y comparsa subvencionan los gatos para fechorías como las sucedidas antes y después de la comedia en torno a Payá? ¿Con un episodio de la naturaleza del aquí narrado dejará de confirmarse un secreto a voces: a Trump no le hace falta ocuparse más de Nuestra América, justamente porque posee una retaguardia asegurada con los “buenos” oficios de mr. Almagro?
Para mí, todo está claro: Las gestiones de la agrupación continental se encaminan contra el Latinoamericanismo y a favor del Panamericanismo —Doctrina Monroe: América para los yanquis. Por tanto, Almagro actúa vs. Venezuela como suplente de Trump en la OEA.
Le concedo a usted la palabra.
