Noel Manzanares Blanco - Cubainformación.- Como tantos compatriotas e intelectuales progresistas, me sentí conmovido al saber que Armando Hart Dávalos, el destacado combatiente revolucionario de la etapa de lucha reiniciada en la década del 50 del siglo XX cubano, falleció en la tarde del pasado domingo 26 de Noviembre en La Habana, a causa de una insuficiencia respiratoria (1). No podía provocar menos, quien supo acompañarse como pocos del pensamiento de José Martí y Fidel Castro. Aquí va apenas el ejemplo.


Considero que con justicia inequívoca el Compañero Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Vicepresidente Primero de los Consejos de Estado y de Ministros en Cuba, expuso ante su féretro: “Hay que resaltar dentro de su fecunda vida las importantes responsabilidades que desempeñó como integrante de la dirección de nuestro Partido [dirigente de la Revolución Cubana]” (2). Y precisamente acerca de tal desempeño, resalto el primer detalle que me propuse compartir a propósito de la triste noticia:

Corría el año 1965. Entre finales de Septiembre y principios de Octubre se desarrolló la reunión que culminó el proceso devenido actual Partido Comunista de Cuba (3). En esa reunión, Hart resultó electo integrante del Buró Político y Secretario de Organización; al tiempo que el Eterno Fidel Castro (4) leyó la carta de despedida que le dirigió Ernesto Guevara de la Serna, el Che (5). Y poco después, este último escribió al recién fallecido sobre el modo de estudiar el pensamiento filosófico:

“En este largo período de vacaciones le metí la nariz a la filosofía, cosa que hace tiempo pensaba hacer. Me encontré con la primera dificultad: en Cuba no hay nada publicado, si excluimos los ladrillos soviéticos que tienen el inconveniente de no dejarte pensar; ya que el partido lo hizo por ti y tú debes digerir. Como método, es lo más antimarxista, pero además suelen ser muy malos. La segunda, y no menos importante, fue mi desconocimiento del lenguaje filosófico (he luchado duramente con el maestro Hegel y en el primer round me dio dos caídas). Por eso hice un plan de estudio para mí que, creo, puede ser estudiado y mejorado mucho para constituir la base de una verdadera escuela de pensamiento; ya hemos hecho mucho, pero algún día tendremos también que pensar. El plan mío es de lecturas, naturalmente, pero puede adaptarse a publicaciones serias de la editora política” (6).

Aparte de la apreciación que compartí en Junio de 2012 en este orden de pensamiento (7), considero que el Che le mandó esa misiva a Hart por su calidad revolucionaria e intelectual. Si no, fíjese usted en estas palabras con la que cierra la carta en cuestión: “Bueno, ilustre colega (por lo de filósofo), te deseo éxito”./ “Espero que nos veamos el séptimo día. Un abrazo a los abrazables, incluyéndome de pasada, a tu cara y belicosa amistad” —muestra del lenguaje guevariano con sus allegados.

Y el segundo detalle que resalto está asociado a otras palabras pronunciadas por Díaz-Canel en la misma oportunidad: “[…] asumió la dirección del recién creado Ministerio de Cultura [en 1976], desde donde rectificó errores y distorsiones, restauró la comunicación con la vanguardia intelectual, impulsó la enseñanza artística y diseñó un sistema institucional que convirtió al pueblo en protagonista de los procesos culturales”.

Pues, justamente de ese entonces son estas palabras en alusión al “Quinquenio gris” (8) manifestadas por el creador del término, Ambrosio Fornet, Premio Nacional de Literatura 2009 —y cito el párrafo completo, por su importancia:

“Quizás nunca se haya escuchado en nuestro medio un suspiro de alivio tan unánime como el que se produjo ante las pantallas de los televisores la tarde del 30 de noviembre de 1976 cuando, durante la sesión de clausura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, se anunció que iba a crearse un Ministerio de Cultura y que el ministro sería Armando Hart. Creo que Hart ni siquiera esperó a tomar posesión del cargo para empezar a reunirse con la gente. Viejos y jóvenes. Militantes y no militantes. No preguntó si a uno le gustaban los Matamoros o los Beatles, si apreciaba más la pintura realista que la abstracta, si prefería la fresa al chocolate o viceversa; preguntó si uno estaba dispuesto a trabajar. Tuve la impresión de que rápidamente se restablecía la confianza perdida y que el consenso se hacía posible de nuevo. Recuerdo que comentaba con mi amigo Agustín Pi —el legendario Doctor Pi— lo sorprendente que resultaba ese repentino cambio de atmósfera, y cuando supuse que iba a hablarme de la impecable trayectoria revolucionaria de Hart o de sus méritos intelectuales, lo oí decir —con un vocabulario que ya en esa época había caído en desuso—: «Es que Hart es una persona decente». Creo que fue en ese preciso momento cuando tuve la absoluta certeza de que el dichoso Quinquenio era en efecto un quinquenio y acababa de terminar. No es que desaparecieran definitivamente las tensiones, esos conflictos de opinión o de intereses que nunca dejan de aflorar en una cultura viva —recuerdo que todavía en 1990 nos enfrascamos en uno de ellos—, sino que las relaciones fueron siempre de respeto mutuo y de auténtico interés por el normal desarrollo de la cultura” (9).

No por casualidad otro destacado intelectual, Abel Prieto, Ministro de Cultura, expresó a propósito de una infeliz comparecencia en Tv de Luis Pavón, Armando Quesada y Jorge Serguera —responsables directos, másmenos, de tan detestable episodio:

“La dirección del Partido [Comunista de Cuba] les envió un mensaje, del que yo fui portador, en el sentido de que había sido un error la presencia en televisión de esos tres ex funcionarios. ¿Por qué? Porque hoy la dirección de este país ve muy críticamente esa etapa, por suerte breve, donde nos apartamos de la política cultural que la Revolución inauguró en 1961 [con las conclusiones de las reuniones de Fidel Castro con los intelectuales cubanos, efectuadas en la Biblioteca Nacional el 16, 23 y 30 de ese año (10)] y en la que se invitaba a unirse en la obra cultural a los artistas y escritores de todas las tendencias, de todas las generaciones; católicos, comunistas, incluso no revolucionarios pero que fueran honestos” (11).

He aquí, en estos dos detalles —desde las perspectivas de Che Guevara y Ambrosio Fornet, al calor de las sentidas palabras de Díaz-Canel—, mi modo de subrayar humildemente mi infinito Reconocimiento a Armando Hart Dávalos.

Referencias:

1.- http://www.granma.cu/cuba/2017-11-26/fallecio-armando-hart-davalos-26-11-2017-17-11-41.

2.- http://www.cubadebate.cu/opinion/2017/11/28/armando-hart-un-batallador-intelectual-y-politico-incansable/#.Wh1OYOMUmUk.

3.- http://banderaroja.blogspot.com/2007/07/apuntes-sobre-la-formacin-del-partido.html.

4.- http://cubainformacion.tv/index.php/la-columna/249-noel-manzanares-blanco/72004-ifidel-vivira-por-siempre.

5.- http://www.fidelcastro.cu/es/correspondencia/despedida-del-che-fidel-1965.

6.- https://www.rebelion.org/hemeroteca/argentina/filosofia310702.htm.

7.- http://2014.kaosenlared.net/secciones/21441-che-guevara-una-carta-de-1965.

8.- https://www.ecured.cu/Quinquenio_gris.

9.- http://listas.casa.cult.cu/publicaciones/revistacasa/246/flechas.pdf.

10.- http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1961/esp/f300661e.html.

11.- http://epoca2.lajiribilla.cu/2007/n303_02/303_14.html

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