Sheyla Delgado Guerra di Silvestrelli - Cubaliteraria Ediciones.- Tarde de versos y remembranzas, de buena prosa y evocaciones. Tarde con el alma y la obra al desnudo para conocer las emociones otras detrás del poeta. Para contar(le) las noches entregado a la palabra y descubrir al autor detrás del hombre y, sobre todo, viceversa.
Polifacético, activista de la constancia a tiempo completo, inquieto en las letras, con mil secretos para llegarle al lector y hacer que sus páginas jamás pasen desapercibidas… Eso apenas alcanza a parecerse a un flashazo de lo que es Edel Morales, escritor con la poesía a flor de manos, narrador, crítico, editor, historiador, gestor y promotor cultural, y actualmente vicepresidente del Instituto Cubano del Libro (ICL).
Las claves para entrar al mundo de Edel y para habitar por unas horas su piel las tuvo este miércoles 22 de noviembre, el espacio mensual de homenaje El autor y su obra, que a las 3:00 p.m. en la Biblioteca Provincial Rubén Martínez Villena hizo posible el (re)encuentro.
Cubaliteraria le dejó, en su bandeja de entrada, un manojo de interrogantes para atreverse a retratarlo.
El simbolismo o lo que pudiera llamarse la intencionalidad perenne de dar sentido a todo lo que escribe, es perceptible y plausible en su obra, ¿“manía” de historiador o demasiado respeto como escritor? ¿Cuánto de su profesión inicial influye a la hora de desatar y darse a la literatura? ¿Y cuándo/cómo decide Edel Morales entregarse por completo a la pasión de escribir?
Dar sentido es una de las intenciones que, efectivamente, definen mi visión de la escritura. Es probable que en ello influya mi formación como historiador, profesión que valoro y disfruto en grado sumo, aunque haya ejercido poco tiempo el oficio. Pero de alguna forma la búsqueda de sentido también está presente en el tipo de lector que soy, desde pequeño, antes de la formación académica. Así que la intencionalidad de sentido no sería solo una consecuencia sino una causa de elección en mi posicionamiento ante la literatura. Pero me place saber que encuentras en muchos de mis textos esa mirada, esa precisión de sentido subyacente, ese peso de la memoria que la historia construye.
Lo otro que me importa es el estremecimiento, la capacidad de asombro, el atreverse a sentir y proponerse trasmitir ese sentimiento. Es esencial para mí a la hora de escribir y leer con gusto, pasar al otro lado de la indiferencia, sacudirla de algún modo desde dentro. Un tercer elemento puede hallarse allí, en la necesidad de comunicar, que la forma que adopta del texto signifique y no cree barreras insalvables para su apropiación: algo que estaría hecho de contención, de mesura, de serenidad, de economía, de contundencia de lenguaje y, nuevamente, de precisión.
Y como este es solo el prefacio de una entrevista más dilatada que próximamente encontrará puerto en nuestras páginas virtuales, una entrevista en la que el entrevistado deleita —por su sentido, por cómo desanda los caminos que han sido su vida, por su profundidad al decir y al proponer—, Cubaliteraria se permite ahora apenas un briefing de las confesiones del autor, antes de sumergirse en su obra. Un hombre que aspira a ser recordado, únicamente, “como un amigo sincero” y asegura que su norte en la vida tiene por brújula eso que llaman poesía y que, para él, es oxígeno.
Me siento esencialmente poeta, pero amo todo lo que sea escritura auténtica, sentida y pensada. La creadora soledad del acto de escribir tiene ciertos grados de angustia, pero es uno de mis mayores momentos de gozo, puede decirse que lo que más plenamente disfruto. Me complace mucho conectar un polo de intensidad creativa con un polo de apropiación inteligente.
Publicado en Cubaliteraria
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