Noel Manzanares Blanco - Cubainformación.- Casi un par de años atrás, me referí a que después de los ¿éxitos? de los enemigos de las mayorías del Sur del Río Bravo en Argentina, Venezuela y Bolivia, las fuerzas más retrógradas de la nación brasilera aupadas por las Empresas Transnacionales y el dictado de Washington habían intensificado sus maniobras para sacar de circulación inmediatamente al Gobierno de Dilma Rousseff y obstaculizar tanto como sea posible el potencial retorno a la presidencia de Brasilia de Lula da Silva en el 2019 (1). En este minuto, lo anterior está cumplido y la Derecha va por más.
Justo de cara al panorama sombrío de aquella altura (Marzo de 2016), consideré que el Partido del Trabajo (PT) en Brasil debía ser símbolo de unidad con el pueblo, replantearse su actitud hacia el ciudadano/a de a pie y sus nuevas representaciones o Movimientos sociales; y que al liderazgo de Dilma y Lula había que alimentarlo tanto desde la verticalidad revolucionaria propia como a partir del incremento del apoyo de las personas amantes del prójimos en aquel terruño, el Sur del Río Bravo y el mundo en general. En este minuto, la Izquierda brasilera tiene que ir por más —incluyendo la necesidad de contar con un segundo Lula.
Para explicarme, parto del contenido de “Brasil: bandolerismo político devenido cotidianidad” redactado a mediados de 2017 (2). Allí, resalté el grado actual de putrefacción en los actores estatales principales en el gigante sudamericano a partir del presidente ilegítimo, Michel Temer, quien una década atrás facilitó información sobre el escenario de su país al Gobierno de los Estados Unidos de América, según indican unos documentos elaborados en 2006 y recuperados por Wikileaks en Mayo de 2016 (3).
Resalté asimismo que en los finales de Mayo último se alertó a la opinión pública a través de un comunicado emitido por el Instituto Lula acerca de la producción de “otra farsa contra el ex presidente Lula da Silva” gestada en la complicidad entre los fiscales de Lava Jato y los medios Red Globo, Folha de Sao Paulo O Estado de S. Paulo. “Agendas de ex directores de Petrobras, anexadas por los fiscales a la acción sobre el tríplex del Guarujá, fueron manipuladas por la prensa para apuntar una falsa contradicción en el testimonio de Lula al juez Sergio Moro” —consta en ese comunicado (4).
No obstante, resalté igualmente lo más significativo a los efectos del mensaje principal que trato de dejar en mis lectores/as: al cierre del Junio siguiente, el sr. Michel Temer fue acusado de corrupción por el fiscal general de la nación, Rodrigo Janot, porque el ¿dignatario? recibió un soborno de 152.000 dólares a través de un intermediario, un acto con el que “ayudó a comprometer la imagen de la República Federativa de Brasil”. Así, supuestamente debía quedar sujeto a los ¿buenos oficios? del Congreso (5) y...
En rigor, resulta difícil en extremo que en un ambiente de corrupción político-administrativa como el imperante en predios brasileros sobre Temer recayera el peso de la Ley y, por tanto, se convirtió en tangible un razonamiento, a saber: “La ecuación es simple: para continuar en el gobierno, Michel Temer necesita del respaldo de 172 de los 513 integrantes de la Cámara de Diputados, y si 214 están envueltos en actos de corrupción ¿van a entregar su propia cabeza?” (6).
En consecuencia, poco debía extrañar tanto que el usurpador de sillón presidencial escapara de la justicia como que Lula da Silva sí fuera condenado a 9 años de prisión en Julio de 2017 (7) y que más recientemente el Tribunal Regional Federal de la Cuarta Región (TRF4), con sede en la ciudad de Porto Alegre, ratificara y aumentara la condena anterior; aunque hasta la decisión final, la defensa del exmandatario tiene varios recursos para atrasar el proceso y evitar que el Hombre proa de la Izquierda en Brasil pueda ser considerado no elegible el día del registro de las candidaturas (15 de Agosto) para las elecciones presidenciales de Octubre (8).
Y también debería extrañar poco estas expresiones de Lula:
“La verdad es que se está construyendo un clima de terror aquí en Brasil. Vivimos un momento de dictadura de una parte del poder judicial, sobre todo la parte que cuida la operación Lava jato”. “Cuanto más me persiguen, más crezco en las encuestas de opinión pública. Saben que si soy candidato contra los medios de comunicación y contra la élite brasileña, mi chance de ganar en la primera vuelta es total; saben que si gano los pobres van a participar del crecimiento de la economía” (9).
Complementa esas expresiones, las que siguen: “[…] el pueblo brasileño está despertando y descubriendo que, en vez de curar la enfermedad como prometieron, están robándose los órganos vitales del país: nuestros recursos naturales, los derechos del pueblo, el patrimonio público”. “Siempre les digo una cosa [a los jóvenes]: abandonar, nunca. Perder la esperanza, jamás”. “[…] digo una cosa: esa reacción retrógrada no va a prosperar. Vamos a vencer” (10).
Sin duda, esas manifestaciones de Lula devienen fortalezas para el porvenir inmediato de su pueblo. Pero no son suficientes. Se requiere amamantar/asegurar más el liderazgo, pues no hay que descartar que la delincuencia política en esa nación sudamericana acuda al asesinato del Obrero/Estadista en aras de evitar a cualquier precio la pérdida de los privilegios de la minoría ante la mayoría de brasileros/as.
Por tanto, en tal escenario —además de advertir sobre las enseñanzas que ello trae para el movimiento progresista y revolucionario en Latinoamérica (11)— considero que en perspectiva ronda la necesidad de innovar con las masas desde el PT y los Movimientos Sociales, incluyendo lo que a todas luces se hace insoslayable: Brasil necesita “clonar” a Luiz Inácio Lula da Silva o sea, garantizar cuanto antes un sustituto para continuar la lucha a favor de los desposeídos/as en esa nación. ¡Amén!
Referencias:
1.- http://kaosenlared.net/brasil-en-la-progresion-de-la-derecha-vs-latinoamerica-2/.
11.- http://www.cubadebate.cu/opinion/2018/01/30/nueva-guerra-juridica-en-america-latina/#.WnBb3yyN7IU.
