Noel Manzanares Blanco – Cubainformación.- Unos días atrás —luego de recordar mi repulsa a precios a galopes denunciados en el Periódico Granma, a que más de un directivo exhibe oídos sordos y a la desidia con el pueblo—, me hice eco de lo concerniente al tema abordado por Iroel Sánchez sobre la venta de manzanas en una tienda habanera y concluí abogando por la necesidad de golpear y golpear la médula de la ¿legalidad? ilegitimada por la mayoría en la Isla (1). Ahora retomo el asunto, a la luz de otros trascendidos.


Resulta que el Nuevo Herald —medio de la Florida que identifico como vocero de la delincuencia política contraria a las Revoluciones en Cuba y Venezuela— el pasado 27 de Septiembre difundió que el actor cubano Luis Alberto García se ha convertido en los últimos tiempos en un látigo al criticar los abusos que viven los consumidores en Cuba, y cita una ironía del destacado protagonista de la Tv y Cine del patio: “Hemos sabido que las personas naturales, ciudadanos cubanos residentes en el archipiélago, no podrán adquirir más de 10 manzanas por semestre en todo el territorio nacional” (2). Ello está insertado en el “Decreto 1349” que firma el artista (3).

Estimo que tal ironía —precisamente por carecer de matices que permitan aquilatar mejor su entramado— se convierte en una simpleza que le viene como anillo al dedo a cuantas personas están a la caza de cualquier suceso que sirva para denigrar la obra imperfecta que a puro sacrificio construimos el grueso de cubanos/as. A propósito, sugiero meditar a partir de las preguntas que continúan:

¿A quién se le ocurre enjuiciar nuestro quehacer descartando las agresiones mediáticas y al margen de la objetiva hostilidad signada por el ambiente internacional, puntualmente frente a la monstruosa Guerra Económica impuesta por el Imperialismo yanqui a nuestro pueblo (4)? ¿Será correcto que quien verdaderamente desee el Bien para sus compatriotas se dé el lujo de andar en contrasentido del Magisterio de José Martí según el cual “[…] Criticar no es morder, ni tenacear, ni clavar en la áspera picota; no es consagrarse impíamente a escudriñar con miradas avaras en la obra bella los lunares y manchas que la afean; es señalar con noble intento el lunar negro, y desvanecer con mano piadosa la sombra que oscurece la obra bella. —Criticar es amar [en la perspectiva del progreso humano]”? (5).

Carece de casualidad que insista en que ha de ser repudiado lo que asumo como Crítica acrítica o sea, fustigar determinados acontecimientos históricos y/o actuales al margen del contexto en que tuvo/tienen lugar; todavía más, si el ejercicio de diatriba se realiza sin intentar compartir una idea que contribuya a la solución del problema que enjuiciemos.

Confieso, pues, que otra impresión me causó el examen realizado por el Dr. C. Juan Triana Cordoví difundido con un par de días de antelación a lo notificado por el Herald —sin posesionarme de él al pie de la letra. En específico, hallo que vale la pena no darle la espalda al siguiente segmento de su raciocinio:

“Ahora bien, fíjense en una cosa interesante: quien compra [15 mil] manzanas a un precio que generalmente está multiplicado por un coeficiente mayor de 1.80, tiene dinero suficiente para ¡importarlas! a un precio menor o para comprarlas en un mercado que practique la modalidad de venta al por mayor. Si así fuera, entonces quizás las manzanas se venderían en esos puntos de distribución probablemente a un precio menor que el de La Puntilla, con beneficios para los consumidores y también para el país, pues no habría que arriesgar dinero del país (o sea, del pueblo) en un producto perecedero, para nada decisivo en la estructura de los bienes de consumo fundamentales del cubano promedio. De poder existir esa posibilidad, tanto los consumidores, como el vendedor, como el propio Estado (que así no tiene que gastar en lo que no es decisivo) estaría maximizando la utilidad de sus recursos […]” (6).

Al descifrar lo que acabo de transcribir, me queda claro que en este lance Triana comparte un análisis contentivo de sugerencias que sirven para meditar en cómo hemos de buscar la manera de mejorar continuamente el servicio que le demos a nuestro pueblo. En otras palabras, él muestra la “tiñosa” y también una “jaula” para atraparla —al decir del cubano común.

Concluyo: a los efectos del “Caso Manzana”, no albergo la menor duda de que en Cuba no solo debemos incrementar el combate a la corrupción sino igualmente alejarnos de la crítica antimartiana y analizar cuantas propuestas se realicen con fundamentos para satisfacer cada vez más y mejor las necesidades materiales y espirituales de nuestro pueblo —incluso, aunque procedan de quienes piensen diferente a nuestro proceso revolucionario. He aquí enseñanzas que no han de caer en saco roto. ¡Amén!

Referencias:

http://kaosenlared.net/cuba-legalidad-ilegitimada-por-la-mayoria-en-la-isla-iii/.

2.- https://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/america-latina/cuba-es/article219081065.html#storylink=hpdigest.

3.- http://segundacita.blogspot.com/2018/09/decreto-1349.html.

4.- http://www.cubainformacion.tv/index.php/la-columna/249-noel-manzanares-blanco/78820-trump-vs-cuba-y-eeuu.

5.- http://www.josemarti.cu/wp-content/uploads/2014/06/09_APUNTES_PARA_EL_DISCURSO_SOBRE_ECHEGARAY.pdf.

6.- http://segundacita.blogspot.com/2018/09/el-triste-caso-de-la-manzana-de.html.

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