Por Iroel Sánchez Espinosa - Blog "La pupila insomne".- Quien discrepó honestamente, desde su criterio personal, sin ser parte de una campaña enemiga, no tiene por qué sentirse derrotado. La derrota es solo para los enemigos de la Patria y para aquellos que en esta hora se pusieron asalariadamente a su servicio. Los beneficios, derechos, garantías y deberes que la nueva Constitución cubana refrenda, son para todos, independientemente de cómo piensen y cómo hayan votado. Porque a todos convocó y a nadie excluyó el abierto proceso que la gestó.
No importa que ya esté en marcha la enésima estrategia, pagada por los mentirosos de siempre, para disfrazar su enésimo fracaso. Recuerdan aquel célebre chiste, que tanto circuló durante la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba, en el que Fidel caminaba sobre las aguas y uno de los libelos contrarrevolucionarios titulaba: «Castro está muy mal, ya no puede ni nadar».
Con nuestro voto hemos conquistado el derecho a seguir mejorando nuestro país, a trabajar por resolver nuestros problemas, a eliminar obstáculos propios y enfrentar los ajenos, a hacerlo en paz y con todos los cubanos y cubanas de bien, que son la inmensa mayoría.