Por Iroel Sánchez Espinosa - Blog "La pupila insomne".- Los investigadores sociales Fernando Luis Rojas y Carolina García Salas me han realizado la siguiente entrevista para la serie “¿Qué socialismo?” publicada en el sitio web de la revista Temas.


Entrevista a Iroel Sánchez Espinosa (Santa Clara, 1964). Graduado de Ingeniería Informática por la Universidad Tecnológica de La Habana (CUJAE). Fue director de la Casa Editora Abril y presidente del Instituto Cubano del Libro. Creó y ha coordinado la Enciclopedia Colaborativa Cubana EcuRed y edita el blog La Pupila Insomne. Dirige el programa de televisión La Pupila Asombrada. Actualmente trabaja en el Ministerio de Comunicaciones. Ha participado como ponente en el espacio Último Jueves de la revista Temas.

Carolina García Salas (CGS): ¿Qué distingue al socialismo realmente existente y al que se necesita para Cuba?

Iroel Sánchez (IS): A mí no me gusta la formulación de la pregunta, porque la idea de socialismo realmente existente tiene muchos ecos brézhnianos. No sé si es una provocación, pero yo no asociaría el socialismo nuestro, por muchas críticas que tengamos que hacerle, a ese discurso de Brézhnev, sobre todo después del proceso de rectificación de los años ochenta. Eso no quiere decir que sea perfecto ni mucho menos, como demuestran los constantes análisis que hacemos y también lo que sucedió en el debate constitucional.

Me parece que hay dos problemas esenciales que luego se derivan en más. Uno es el incumplimiento del principio de distribución socialista del que tanto se habla, o sea, no hay relación adecuada entre el aporte y los ingresos de las personas, más bien hay distorsión, y el trabajo no es la vía fundamental para satisfacer las necesidades. En otra dimensión está el tema del insuficiente control popular en toda la vida de la sociedad; hace falta también eficiencia en el aparato empresarial, productivo, tanto estatal como no estatal; hace falta un estado que además de administrar las contingencias sea un gestor del desarrollo a mediano y largo plazo, pasar de la “coyunda”, como dijo el Presidente Díaz-Canel recientemente en Guantánamo, a un escenario en que la gestión financiera y los contratos jueguen su papel.

Y en otro orden, todavía arrastramos muchas prácticas igualitaristas que terminan generando más desigualdad. Cuando le das lo mismo a todo el mundo, lo necesite o no, trabaje o no, lo que haces es multiplicar la desigualdad. Lo mismo que cuando tratas igual, por ejemplo, al que usa un servicio básico para satisfacer necesidades que al que lo hace para lucrar. Una fregadora de carros paga el agua al mismo precio que lo hace el ciudadano común en su casa, por ejemplo.

También está el problema de la dualidad cambiaria, un sector de la economía cambia uno por veinticinco y el otro cambia uno por uno. Hay ventajas enormes que generan esa pirámide invertida y favorecen la emigración de la fuerza de trabajo de allí donde se hace un mayor aporte al proyecto colectivo de la sociedad como la educación y la ciencia

Hace falta una potenciación de la participación del pueblo en las estructuras creadas, porque algunas se han formalizado, no son lo suficientemente dinámicas; otras no tienen el alcance necesario. Es imprescindible que espacios de control popular como los medios de comunicación puedan jugar realmente su rol, como expresión también de la democracia socialista, algo en lo que se ha avanzado pero se necesita seguir avanzando.

Todavía tenemos deformaciones en el aparato estatal, empresarial, que generan inmovilismo: ese de trabajar más hacia arriba que hacia la transformación, más hacia arriba que hacia el pueblo. Ello tiene que ver con la falta de mecanismos adecuados de rendición de cuentas, de transparencia, lo cual conduce, por supuesto, a la cultura de la espera, del inmovilismo, de esperar que te digan qué hacer aunque la realidad te demande actuar.

Con todo el proceso en torno a la Constitución se ha hablado mucho  de la juridicidad, el funcionamiento jurídico de la sociedad, el ejercicio del derecho a todos los niveles. Se ha hablado de un estado socialista de derecho. Todo eso, creo yo, haría el socialismo por el que ustedes preguntan, el que se necesita para Cuba y si hoy lo podemos ver con más claridad es por los debates que ha impulsado la dirección de la Revolución sobre todos esos asuntos, su visión autocrítica y su liderazgo del cambio.

Fernando Luis Rojas (FLR): La nueva Constitución le otorga reconocimiento a la propiedad privada y define como propiedad social socialista principalmente al sector estatal. ¿Qué debe diferenciar el funcionamiento del sector privado en el socialismo (y en el capitalismo)?

IS: La Constitución en su Título II, relativo a los fundamentos económicos del Estado, realmente afirma que en la República de Cuba rige un sistema de economía socialista basado en la propiedad de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción como la forma de propiedad principal, y la dirección planificada de la economía, que tiene en cuenta, regula y controla el mercado en función de los intereses de la sociedad. Más adelante reconoce la legitimidad y carácter complementario de la propiedad privada junto a otras, que interactúan en similares condiciones y son reguladas y controladas por el Estado en el modo de contribuir al desarrollo económico y social. Es decir, las distintas formas de propiedad reconocidas participan en la construcción del socialismo, en el impulso al proceso de desarrollo económico y social del país.

Pero existe una hegemonía global en torno al tema, en eso se basa el neoliberalismo. Se refuerza repitiendo siempre que lo privado es mucho más eficiente que lo estatal, hablando en términos estrictamente económicos, no de la eficiencia social, que ya es otra cosa y que se menciona muy poco. Pero es muy difícil comparar con certeza la eficiencia de un sector con otro que recibe veinticinco veces más cuando exporta, aunque sea indirectamente, un dólar.

Creo que es en Miseria de la filosofía donde Marx dice que las categorías sociales no son eternas, que tienen un contenido históricamente condicionado. Ese sector privado o no estatal, como se le dice, puede llegar en un funcionamiento coherente, que no es el que tenemos hoy, a ser también socialista, igual que el cooperativo. Cuando nosotros creemos una armonía en el funcionamiento económico ese sector privado puede y debe integrarse mucho más a la economía socialista, como se reitera hoy por la dirección del país. Recuerdo un artículo que escribí cuando la visita de Obama en vísperas del Congreso del Partido, donde dije que la respuesta a los intentos de utilizar el sector privado como factor de cambio de régimen tenía que ser integrarlo al socialismo. Creo que las medidas que se han estado adoptando van en esa dirección, aunque a veces la realidad lo dificulte, por las mismas cuestiones que ya el General de Ejército Raúl Castro criticó en la Asamblea Nacional, la improvisación, la superficialidad, las malas prácticas que han hecho inarmónico ese funcionamiento.

CGS: También conviven en Cuba imaginarios antagónicos en torno a la propiedad privada. Más allá de las miradas apologéticas o apocalípticas, ¿cómo cree que la coexistencia de lo privado (y cooperativo) y lo estatal influye en los comportamientos, formas de pensar, valores, subjetividades de las personas?

IS: Muchos de los problemas que nosotros tenemos, los retrocesos en valores, los actos de incivilidad, son anteriores a que hubiéramos desarrollado un sector privado, y tienen que ver también con el incumplimiento de los principios socialistas. Ahora, cuando este sector privado se inserta en esas deformaciones (dualidad cambiaria, subsidios generalizados, insuficiente control de recursos como el combustible en el sector estatal… entre otras) eso trae resonancias.

Pero no es una cuestión automática, no es que una cosa genera la otra. Depende del entorno, de si se integra al sistema, si es coherente con el funcionamiento del sistema o no. Si nosotros tuviéramos ese problema resuelto, por ejemplo, no hubiera una emigración de un sector al otro. Yo creo que el centro es la desigualdad económica y social. Pasa con todo, Internet, por ejemplo, es una herramienta ideal, pero en un entorno de injusticia, amplifica la desigualdad. Entonces, en un contexto donde el trabajo no es todavía la vía fundamental de satisfacción de las necesidades de la gente, estas relaciones se complejizan.

Habría que ver si esos imaginarios serían los mismos en un entorno en el que una moneda no valiera veinticinco veces más en un sector  que en el otro, donde la electricidad y el agua no  fueran subsidiadas para unos y para otros no, donde la empresa estatal fuese realmente eficiente, donde se tuviera la misma autonomía en uno y en el otro. Pero no creo que se trate de una asociación automática, de decir ”el sector privado reproduce el capitalismo”. Cuando en una empresa estatal hay corrupción, ¿puede decirse que hay socialismo ahí? Hay que combatir al corrupto, pero también al corruptor, porque la desigualdad es corruptora, la desigualdad no basada en el aporte, en el trabajo, es muy dañina. Entonces en buena medida se dan esos problemas porque el entorno no es el adecuado.

El sector privado en el socialismo que defendemos puede y debe aportar al desarrollo del proyecto socialista al menos en tres términos: crecimiento económico, justicia social, y soberanía nacional. Lo contrario de asociarse a un poder extranjero interesado en cambiar el régimen económico y social existente en Cuba y que acaba de ser respaldado con el voto contundente del pueblo, o violar derechos de los trabajadores como la maternidad, las vacaciones, la protección ante los accidentes de trabajo, o dañar el medio ambiente.

CGS: En estos debates sobre las implicaciones del desarrollo de la propiedad privada en el país, muchas personas advierten que se suelen desconocer problemas estructurales que son propios de ese “entorno” al que usted mismo acaba de referirse y que condicionan tanto los imaginarios como la práctica concreta. Ese resultó uno de los puntos de discusión en la famosa “polémica de las manzanas” ¿Cuál es su visión al respecto?

IS: En una economía aun deformada por los fenómenos que mencionamos antes, golpeada por el desabastecimiento, que en parte es inducido, porque no puedes acceder en las mismas condiciones que los demás a un mercado internacional y el dólar te cuesta más caro y las cosas las tienes que traer de más lejos, etc… si tú llegas con un poder adquisitivo mucho mayor y vacías un mercado minorista para después vender ese mismo producto a dos o tres veces el precio por el que lo adquiriste, no para satisfacer tus necesidades o las de tu familia, o incluso las de tu negocio legal, generas complicaciones, incluso para el del sector privado, porque hasta ese tendrá que pagar mucho más cara esa mercancía.

Entonces está el tema del famoso mercado mayorista, pero se olvida que el especulador-desabastecedor no va a emplear eso en una cafetería, no va a hacer dulce de manzanas, simplemente lo va a revender a otros, como un tipo de mayorista muy particular porque no es con una rebaja con respecto a su precio minorista, como sería en ese deseado mercado mayorista, sino duplicando su precio y ese especulador-desabastecedor no tiene un restaurante, a ningún propietario de un restaurante le caben en su almacén quince mil manzanas. También a veces se hace equivalente el sector privado solo al restaurante, al transportista o al hostal. Esos tres se han convertido en los paradigmas, pero hay otros que no tienen los mismos modos de funcionamiento ni las mismas necesidades u obstáculos y que hoy funcionan, como puede ser un criador de cerdos que recibe créditos, piensos, crías… de entidades estatales y vende todo lo que produce al sector estatal, como la productora de la provincia Granma que vimos recientemente intervenir en el Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas, o Gemus que es en la práctica una empresa privada de servicios informáticos cuyos clientes son más de 200 entidades estatales de todo el país, y de los cuales se habla mucho menos, a pesar de que constituyen ejemplos de esa integración entre sector privado y sector estatal que demandamos.

FLR: Cuando se habla de este tema, siempre observamos una tendencia a la búsqueda de referentes, aunque a veces funcionen por negación. Eso no pasa solo con especialistas, también lo hace la gente desde el sentido común. ¿Aportan algo las experiencias de China o Vietnam? ¿Podríamos aprender algo del sector público de algunos países capitalistas (Noruega, Japón, Finlandia)?

IS: El conocimiento nunca sobra, o sea, aprender no es copiar. Lenin en sus discursos en los últimos años habla muy críticamente del aparato estatal heredado del zarismo y habla de enviar funcionarios soviéticos a Europa occidental a estudiar y a aprender; el Che en el Ministerio de Industrias aplicó cosas de los monopolios norteamericanos, fíjense que les estoy hablando de los revolucionarios más radicales. No creo que estudiar, aprender de otras experiencias sea un error. El problema es que hay realidades culturales distintas y condiciones que no se pueden desconocer. Por ejemplo, ¿cuántos millones de internautas tiene China?, tiene más que Europa y Estados Unidos juntos. Vietnam tiene noventa millones de habitantes. Los dos eran países mucho antes que existieran los Estados Unidos, países no, grandes culturas influyentes en sus entornos. Los dos tienen lengua propia y una cultura milenaria. ¿Qué es Cuba? Un país de once millones de habitantes, con una cultura joven y una lengua que hablan quinientos cuarenta millones de personas más. Todas esas cosas generan matices importantes, por eso pienso que hay que verlo todo y aprender de todo, pero no copiar.

FLR: ¿Cuáles crees que son los rasgos y espacios propios de una sociedad civil socialista?

IS: Yo no soy un teórico del tema y hay gente que ha estudiado y escrito sobre esto con mucha propiedad. Hay un concepto hegemónico de sociedad civil, que se ha usado desde la década del 70 del siglo pasado para imponer la lógica neoliberal, pero como yo la entiendo, no es una sociedad civil antagónica al estado socialista, es una sociedad en la que aspiramos a que no haya excluidos, donde esté todo el mundo adentro. En las sociedades civiles que nos proponen como modelo si no tienes dinero no tienes voz.

Yo diría que la nuestra es muy diversa y su heterogeneidad se ha multiplicado en los últimos años. También es muy crítica y altamente instruida y tiene una alta cultura política, lo cual se vio reflejado en el debate en torno a la nueva Constitución. No diría que es ideal, pero estas me parecen realidades indiscutibles por más que haya inconformidades.

CGS: ¿Esa relación particular que tiene la sociedad civil socialista con el estado puede ir en detrimento de su autonomía?

IS: Pensando en la realidad histórica de nuestro país, no es coherente suponer la posible perversión de la relación entre el Estado socialista y la sociedad civil cubana que en buena medida es hija de la Revolución. El estado revolucionario en manos del pueblo cubano es un instrumento de poder –el más importante–, un medio de ejercer la voluntad popular autónoma, no un fin en sí mismo; tiene en la sociedad civil su fuente de legitimidad y poder, se fundamenta sobre espacios institucionales abiertos a la participación revolucionaria de la ciudadanía. De lo que se trata entonces es de perfeccionar estos espacios de participación popular.

En los Objetivos de la Primera Conferencia del Partido, se habla de reforzar la autonomía de las organizaciones sociales y de masas, que son una parte importante de la sociedad civil cubana. Yo creo que al estado socialista le conviene una sociedad civil activa, participante, que tenga un diálogo constante con él. Creo que si se formaliza eso, si se esclerotiza eso, pierde el socialismo, el socialismo necesita eso como el aire, como el oxígeno.

FLR: Uno de los retos que mencionabas en la primera respuesta era el insuficiente control popular y la necesidad de revitalizar espacios que no están siendo funcionales ¿Cómo se relaciona esto con tu visión de la sociedad civil socialista? ¿Qué rol y alcance crees que tendría?

IS: No, no son suficientemente funcionales. Por ejemplo, nosotros le damos mucho peso a las auditorías, al control interno que se hace una vez al año a nivel nacional, pero es que hay estructuras y organizaciones que están ahí todo el tiempo y deberían ejercer de mejor manera y cotidianamente su liderazgo. Si hubiera un control popular sistemático y efectivo, las cosas funcionaran de otra manera. El Consejo popular, donde están representados los delegados electos por el pueblo, pero también las organizaciones de la sociedad civil socialista en la comunidad, es una estructura genial, pero tiene que tener autoridad y poder sobre las entidades enclavadas en su entorno, especialmente las que brindan servicios al pueblo. Si capacitas a los miembros del Consejo para ejercer ese control y les das autoridad, y los resultados de ese control influyen –como las auditorías- en los ingresos de quienes prestan esos servicios, eso puede transformar radicalmente el escenario actual en temas que afectan cotidianamente la vida del pueblo. Ya no ocurriría jamás, por ejemplo, que el administrador de una entidad de servicios se ausente a una Asamblea de rendición de cuentas.  A mí me parecen muy bien las auditorías, son mecanismos universales, ¿pero qué es lo que distingue al socialismo? Lo distingue el control popular.

Se trata de respetar al pueblo, al soberano ¿qué más autoridad que la del pueblo? Yo creo que va a haber un reforzamiento de eso con la descentralización. Necesitamos un país descentralizado que no pierda la capacidad de tomar las pertinentes decisiones centralizadas y preserve su cohesión. En esa dirección van los proyectos con los municipios. Descentralizar al municipio fortalece al delegado, porque esa Asamblea donde él está va a tener un mayor poder. También hay otras potencialidades porque en qué lugar del mundo el secretario de la sección sindical o el presidente de una organización estudiantil son miembros de un Consejo de Dirección con voz y voto. Aquí, en la Constitución la Central de trabajadores tiene iniciativa legislativa, cuando hay un Congreso de estudiantes o de los artistas, los organismos corren y están allí dando explicaciones y después tienen que rendir cuentas de qué hicieron. Esa es la sociedad civil funcionando, puede ser mejor, pero tiene un poder real e influyente.

Ese es un privilegio nuestro, no del socialismo al que aspiramos, sino del de ahora, de ese “realmente existente”. El problema está en cómo eso funciona sistemáticamente y en las bases, porque a veces depende de las personas y de las organizaciones y sus mecanismos para chequear los procesos, los acuerdos, rendir cuentas, convencer, explicar. Tenemos las estructuras, pero hay que dinamizarlas.

CGS: ¿Esa sociedad civil socialista comprende y reconoce a las personas que viven fuera del país? ¿A las personas u organizaciones con intereses antagónicos a los del estado?

IS: Acaba de ocurrir, en las consultas y debates sobre la Constitución, participó la sociedad civil que no está en Cuba y la tendencia ha sido que eso haya venido ocurriendo en distintos espacios cada vez más naturalmente, aunque por supuesto haya que seguir avanzando en esa dirección. Ahora bien, si tú te integras a un aparato de otro estado para antagonizar con este, y recibes de él recursos para ese objetivo, tú perteneces a otra sociedad civil, o a otro estado, no a la de aquí. Si tú vienes, como sucede hoy con la mayoría de nuestra emigración, en igualdad de condiciones, no hay ninguna maquinaria detrás de ti, es otra cosa.

Uno de los pocos textos de la Carta Magna anterior que se mantiene en la Constitución actual y que según se reflejó en el debate y en el resumen que se informó en la Asamblea Nacional no fue objeto de cuestionamiento es el que dice que todo cubano tiene derecho a combatir, por todos los medios, incluyendo la lucha armada, contra quien intente cambiar el régimen político y social proclamado en esa Constitución, la Constitución legitima ese derecho individual. Por otra parte, la asociación con la intervención en la política nacional de organizaciones y estados extranjeros es un asunto condenado en las legislaciones de la mayoría de los países.

FLR: Justamente, sobre el tema de la Constitución, esta nueva propuesta implica transformaciones en la manera de estructurar el sistema político ¿Cree que se necesitan otras? ¿Cómo debería funcionar un sistema político renovado?

IS: Yo estoy muy satisfecho con la versión definitiva de la Constitución. Creo que es un sistema político que se ha ido adaptando a las condiciones de la realidad económica y social del país y del mundo, y que ha ido tratando de asimilar la diversidad.

En el caso del Partido, por ejemplo, el propio Raúl dijo que teníamos que aspirar a un Partido cada vez más democrático, que represente los intereses del pueblo, porque el Partido es la garantía del poder político de los trabajadores, de los humildes, no es un Partido de élites como es la práctica política generalizada en el mundo, eso no se puede olvidar, porque nosotros no tenemos otro partido, y en ese sentido se han ido haciendo cambios, a lo interno del Partido y también de las instituciones y organizaciones, en función de ampliar los derechos, de la juridicidad del estado en defensa de los derechos, creo que en eso hemos avanzado. Puede haber gente inconforme, pero la misma calidad y amplitud del debate en torno a la Constitución, que fue un debate político, fue una acción de contenido político, con la libertad y claridad con que la gente habló, son evidencias. Y este proceso lo dirigió el Partido, fue el Partido quien convocó a participar en este proceso que es político, a criticar, a decir todo lo que se pensaba que debía ser cambiado. Eso le da autoridad, lo legitima. El Partido, además, tiene un papel ético-político que ejercer, no es un Partido electoral, trabaja para la unidad, para el patriotismo, desde la la ejemplaridad de quienes lo integran, que no reciben privilegios sino exigencias por ser sus miembros.

FLR: En el caso de las organizaciones políticas, estamos hablando del Partido y de la UJC, que proponen un horizonte e ideología comunista, pero al mismo tiempo tienen que representar y velar por los intereses, de los jóvenes, por un lado, de los cubanos todos en el otro, porque se trata del “Partido de la Nación”, ¿crees que podrían existir contradicciones en ese encargo? ¿Crees que deben y pueden estas organizaciones representar los intereses de todos los grupos sociales?

IS: El ideal comunista no es un credo fuera de la historia, ajeno a la vida real y a los intereses de la nación, el pueblo y los individuos concretos; al contrario, expresa la lucha por alcanzar lo mejor del ser humano, como nos enseñó el Che. Por eso creo que hay una contradicción, pero que no es antagónica y, en todo caso, privilegia y resulta a favor del desarrollo de la libre individualidad con valores solidarios.

Puede haber contradicciones, pero no antagónicas. Yo ingresé al Partido estando en Angola hace treinta años y desde entonces nunca he visto que se pregunte cómo vamos a convencer a la gente del comunismo. No es una secta, no es eso de lo que se ocupa el Partido. Yo creo que es un problema ético. A los que estamos allí se nos exige por el pueblo y por el propio Partido ser ejemplo, en la actividad que se hace cada lugar, en el trabajo, en el estudio. Se trata de ver cómo sumamos a la gente en favor del colectivo, de la sociedad.

Yo tendría esa preocupación si se tratara de una organización sectaria. Si estuviéramos nosotros aquí viendo cómo aislamos o luchamos contra los que no son miembros del Partido. De eso no es de lo que se ocupa el Partido, por lo menos no en el que yo milito y he visto actuar. Repito, es una cuestión de ética, de ejemplo, de sus militantes y de los que lo dirigen, de asumir las tareas más duras, de ser el primero en las tareas que demandan sacrificio. Es ese el papel, el de vanguardia ética.

CGS: ¿Cómo es el diálogo con aquellas personas o grupos que no aprueban el liderazgo del Partido, su rol en la sociedad, o cuyos proyectos de país están absolutamente divorciados de la construcción del socialismo?

IS: Ahí están todos los espacios que tiene también la sociedad. El diálogo debe transcurrir a partir del respeto a los principios proclamados en la Constitución, que proclama el carácter irreversible del socialismo, del respeto a la institucionalidad que se ha dado nuestro pueblo, y a su idiosincrasia. En ese marco se encierra la capacidad de canalizar una incontable y diversa pluralidad de intereses, expectativas, aspiraciones e iniciativas legítimas, a evidenciarlas, organizarlas y satisfacerlas con provecho público y privado. Un intercambio franco, respetuoso y constructivo, a favor del desarrollo económico y social del país, sin mudar su naturaleza socio-política y cultural.

CGS: ¿Y cómo se da la representación de sus intereses?

IS: Bueno, expresan sus intereses como cualquier otro ciudadano, según las reglas democráticas de nuestro país y sus leyes, es decir, dentro de la institucionalidad y los espacios, formas y vías de participación. La Constitución garantiza y refrenda el ejercicio de los derechos cívico-políticos, económicos, sociales y culturales a toda la ciudadanía, sin discriminaciones ideológicas de ningún tipo. Hay gente que no es revolucionaria ni comunista y no tienen por qué irse de Cuba y participan en todos los espacios, participaron ahora en el debate de la Constitución, pueden participar en su circunscripción como ciudadanos, incluso si votan por ellos la mayoría ser electos como delegados. Nadie los veta por no ser militantes del Partido. El problema está en cuál es el otro proyecto político aquí. Porque hay uno que sabemos de dónde viene y que tiene recursos, unos visibles, otros no tanto., para respaldar sus intereses. Y son los intereses de las élites, y de los partidos de otro país, y tienen una representación por el gobierno y los medios de comunicación más poderosos del mundo.

Pero si no eres comunista o revolucionario, pienses como pienses, eso no quiere decir que te conviertas en un paria por ello, no. La Constitución y las leyes no distinguen calidades de la ciudadanía por concepto de ideología política, al contrario, establecen y reivindican derechos y deberes universales, iguales y vinculantes para todos.  Como cubano participas en los espacios públicos de la sociedad, porque tienes todos los derechos y deberes. Yo nunca he visto expulsar a alguien de una asamblea de circunscripción porque defienda el capitalismo para Cuba. No ocurrió tampoco en los debates de la Constitución, donde según los datos aportados al final del debate por el Secretario del Consejo de Estado hubo personas –una minoría- que se opusieron abiertamente al socialismo o al papel del Partido en la sociedad, ahí están esos números. No hay reporte de represalias hacia quienes plantearon eso.

Creo que hoy ese no es un problema en Cuba, o sea, el de la falta de legitimidad del Partido. Podemos tener criterios sobre sus problemas de funcionamiento en un lugar, los errores que pueda cometer un dirigente. Pero, después de todo el proceso en torno a la Constitución, la legitimidad del Partido sale fortalecida, muy fortalecida. En la medida en que sea capaz de hacer eso, de oír a todo el mundo, es el Partido de todo el mundo. No es un Partido sectario que nada más oye a sus miembros.

Por otro lado, ¿qué cosa es la política? La participación de los ciudadanos en los asuntos del gobierno. Ese es un derecho y un deber cívico-político universal para todo cubano y cubana, piense como piense, sea o no militante del Partido o la UJC. Yo creo que es eso por lo que lucha el Partido aquí y por lo que tenemos que luchar todos, los que somos militantes mucho más. Pero eso no implica ningún privilegio, al contrario, implica exigencias de carácter ético.

Las deformaciones, las barbaridades que puedan haberse cometido allá, en aquello que se derrumbó [Campo Socialista], lastran también el nombre del Partido Comunista, con estigmas, cartelitos estalinistas y todo lo demás que ha establecido la propaganda anticomunista. Aquí en determinado momento se han cometido errores, se han corrompido militantes, se han burocratizado ciertas funciones, pero nunca ha sido aquel nuestro Partido, ¿por qué Fidel creó algo como la Asamblea de Ejemplares? Eso te obliga a consultar con las masas y es el colectivo el que decide, no un partido sectario. Se trata de un Partido que hace consultas populares de sus documentos programáticos, que le comunica el resultado de la evaluación de los militantes a la gente, que constantemente, y debe hacerlo cada vez más, le está rindiendo cuentas al pueblo de lo que es. Ese es el Partido al que debemos aspirar.

FLR: A partir de los años noventa tomó fuerza el discurso en torno a la “pérdida de valores” como resultado de la crisis económica. En no pocos sectores se asocian estos procesos, casi con exclusividad, a los jóvenes. ¿Qué cree usted de las juventudes cubanas?

IS: Yo estoy convencido de que Cuba tiene la mejor juventud del mundo, la más preparada, la más crítica, la más solidaria. No tengo dudas de eso. Esa juventud tiene las expectativas de su tiempo, tiene los resultados de nuestros errores y las cosas que no hemos podido resolver, unas por problemas internos y otras por las circunstancias que nos han impuesto desde afuera Yo conozco jóvenes que son más radicales que yo, más anticapitalistas, más antimperialistas, que tienen criterios más radicales que yo sobre la propiedad privada. Eso no quiere decir que no haya jóvenes también corruptos, enajenados, como hay personas de ese tipo en todas las edades.

¿Recuerdan la reacción de los jóvenes cuando murió Fidel? Eran esos mismos que nacieron y crecieron en los noventa. Los valores están ahí, todo depende de las condiciones que nosotros creemos en la sociedad para que germine una cosa o la otra. Cuando afloraron un grupo de problemas resultado de los años más duros del Período Especial y se crearon programas específicos para atenderlos, ¿a quién acudió Fidel?, a los jóvenes. Muchos de esos jóvenes estaban desvinculados del estudio y del trabajo, y se integraron para participar en la solución de problemas sociales.

Para continuar haciendo eso hay que promover una juventud activa, participante, y tener todas las herramientas. No sé si siempre las tenemos, si hemos perdido algunas o no hemos encontrado nuevas. Ya no son los años noventa, y habría que preguntarse si por ejemplo estamos produciendo simbólicamente referentes para la juventud. Por ejemplo, ¿cuál fue el último héroe del audiovisual cubano que nuestros adolescentes tuvieron? No se puede perder la capacidad de producir símbolos, influir en los imaginarios.

La Unión Internacional de Telecomunicaciones todos los años saca un ranking que tiene tres parámetros: uso, acceso y habilidades. En el año 2010 Cuba tenía en el acceso y en el uso el lugar ciento cincuenta y tanto, y en las habilidades, el cuarto. Esa es una potencialidad importante, que no ha podido ser suficientemente aprovechada por nosotros pero a la que se han destinado cuantiosos recursos por nuestros enemigos. Estamos construyendo una política de informatización para resolver eso, pero implica muchos desafíos. Nosotros tenemos que solucionar esa contradicción, tenemos una de las juventudes mejor formadas del mundo y no contamos con una economía capaz de responder a esa preparación, por supuesto que eso tiene causas internas y externas a las que hay encontrar respuestas.

CGS: La sociedad también le suele encargar a los jóvenes el cambio, en la historia de nuestro país las juventudes han sido protagonistas de los más importantes. No obstante, a veces puede ser ambigua la manera en que desde lo simbólico legitimamos la transformación y la propia renovación del sistema político. Posicionamos la continuidad, “Somos Continuidad” es el slogan político. Pero qué pasa con las rupturas, muchas de las actuales enriquecen el proyecto de país.

IS: Es que hay una guerra por la discontinuidad, por la ruptura con el proyecto de la Revolución, ante esa guerra es lógico que tú trates de responder reafirmando la continuidad porque no hay continuidad más innovadora que la verdaderamente revolucionaria.

CGS: Pero en todo proceso hay continuidades y rupturas ¿No crees que si se invisibilizan pueden llegar a estigmatizarse cuando también son indispensables e incluso legitiman la transformación?

IS: Ver a un Consejo de Ministros en Twitter, por ejemplo, es una ruptura. Pero no creo que escuchemos nunca a alguien decir: “estamos haciendo una ruptura” o “somos ruptura”, porque hay una guerra simbólica en la que la comunicación tiene un peso enorme. Yo creo que se están aplicando métodos acordes a otro tiempo, a otra generación, pero persiguen los mismos objetivos. Sí, hay rupturas, pero son rupturas en función de la continuidad del proyecto revolucionario.

Además, toda unidad es unidad en oposición a… No hay nada más sagrado para nosotros que la unidad. Cuando desde otros lugares se ha hecho tanto por la ruptura, no podemos crear un discurso que sea funcional a ese objetivo. En un lenguaje tal vez más matizado, diría yo, es un proceso de rupturas y continuidades donde predomina la continuidad, porque es sobre la base de los principios, donde está el meollo de la continuidad revolucionaria.

En el pasado Taller de Informatización, Díaz-Canel se refirió a algo relacionado con la idea de una modernidad socialista, dijo algo así como: “Yo le digo a los ministros que todas las soluciones pasan por tres cosas: investigación científica, comunicación social e informatización”. Esos elementos son de ruptura, esa trilogía no formaba parte del discurso anterior. Lo que no quiere decir que no se trabajara en eso, porque este país le ha dedicado mucho a la investigación científica, pero esa idea sintética, así en tres elementos, no estaba, es algo novedoso. Hay una ruptura, ¿pero para qué?, para la continuidad del proyecto. Y si lo evalúas detenidamente, en todo eso está el pensamiento de Fidel, ¿quién es Fidel sino un extraordinario comunicador?, ¿quién hizo más que él por la investigación científica en este país?, ¿quién sembró las bases de la informatización? Entonces hay una ruptura relativa, porque realmente en lo esencial hay una incorporación de elementos que ya estaban de un modo nuevo porque nuevas son las circunstancias.


FLR: Hablemos ahora de los espacios mediáticos que impulsas desde hace ya varios años, el blog La Pupila Insomne y el programa de televisión La Pupila Asombrada. ¿Por qué surgen?

ISLa Pupila Asombrada surge de la peña que hacemos Fidel Díaz Castro y yo en el Instituto Internacional de Periodismo, combinando música en vivo y contenidos audiovisuales diversos. La peña a su vez es  evolución de otra que hacía Fide en la Casa de la Música de Playa pero la del Instituto Internacional de Periodismo es una alianza entre mi blog y el de Fide.

La Pupila Asombrada es un programa contra la televisión más tradicional, contra el discurso, las maneras y los contenidos de la televisión que conocemos, no solo en Cuba. Nos propusimos hablar de ideas, de valores más que de figuras, de acontecimientos que merezcan la pena ser conocidos, y también superar la fragmentación con la que se diseñan los programas, en función de esquemas, de áreas específicas. Se puede hablar en un mismo espacio de cine, de música, de historia, de política, si el centro es una idea, no sólo el quién lo hizo, sino por qué lo hizo, en qué circunstancias históricas surgió determinada obra. Son las ideas del colectivo que lo hace, integrando contenidos que nos parecen valiosos y una factura que busca una visualidad coherente con ellos.

Ver el desperdicio de buenos materiales que había en Internet, también fue una motivación. Internet es como un océano, la basura flota y el oro está en la profundidad, entonces tú tienes que saber pescar ahí. No digo que nosotros sepamos, digo que por lo menos lo intentamos, y para encontrar lo que quieres se necesita estudio, antecedentes de investigación. No dejarte usar por las herramientas que determinan qué sale primero en un buscador sino usarlas tú a ellas en función de lo que quieres encontrar.

Por otro lado, el blog surge hace casi nueve años, en ese momento en Internet circulaban con total impunidad muchísimas mentiras e informaciones falsas sobre Cuba y la intención fue tratar de ofrecer otros puntos de vista. Ahora el blog, en la misma medida que han ido creciendo los usuarios cubanos de internet, sin abandonar lo anterior, ha ido evolucionando hacia otros asuntos más internos.

FLR: Desde tu experiencia como editor de La pupila insomne, ¿podría decirse que Internet ha diversificado la esfera pública cubana?

IS: Yo creo que sí, lo vivo y lo practico con mi blog, como otros tantos cubanos, y como ustedes mismos con sus espacios. Esa también es la sociedad civil. Lo que no me gusta es idealizarlo. Pero sí, mucho y para bien, en gran medida ha diversificado las voces, ha impulsado a los medios de comunicación a cambiar, ha obligado a la inmediatez en las respuestas a demandas ciudadanas. Las organizaciones, las instituciones, deberían aprovechar mucho más esas potencialidades en su gestión, una contrapartida ciudadana efectiva es muy valiosa.

Internet ha motivado una evolución en los medios de comunicación cubanos, se han visto obligados a ganar en inmediatez, ha propiciado que la agenda pública entre más en la agenda mediática, entre otros beneficios. Pero no puedes ignorar que nuestros medios ahí nunca van a ser hegemónicos, porque no tienes las condiciones materiales ni  demográficas para ello y te enfrentas precisamente a los dueños de Internet, y si alguna vez lo logras ahí está el bloqueo de las cuentas de Russia Today en las redes sociales para demostrarte que la oligarquía cuando pierde con las mismas reglas que ella creó entonces da un golpe de estado. Tú tienes que distinguirte por la calidad y oportunidad de tu información, pero ya no se puede decir que siempre la mentira tiene patas cortas, hoy viaja a la velocidad de la luz con fibra óptica.

CGS: Algunas personas suelen establecer paralelos entre acceso a Internet y aumento de la democracia, ¿qué crees que está pasando en Cuba?

IS: Hay sociedades con mucho Internet y muy poca democracia. A veces, a más internet más injusticia, más desigualdad. La muerte de Aaron Swartz, a quien los Estados Unidos de Obama llevaron al suicidio por tener una concepción diferente, democratizadora de Internet, es un doloroso símbolo de qué debe ser Internet en el capitalismo.

La internet, sobre todo en los países del Sur, muchas veces ha tenido una consecuencia subdesarrollante cuando no va acompañada de una transformación cultural, y de una política que estimule el acceso al conocimiento, por la manera en que las grandes corporaciones están implantando el internet.org, que es gratis entre comillas, o sea, te dan algunos pocos servicios gratis, pero si te sales de allí tienes que pagar. Por tanto, lo que hace es reducir los universos en vez de ampliarlos y, para el pobre que no puede pagar más nada, eso es Internet. Se va cerrando la brecha digital pero se amplía la cultural.

Si revisan las tendencias de búsqueda en Google, verán cuáles fueron las palabras más buscadas en Cuba en el año 2018, prácticamente ninguna directamente relacionada con desarrollo, con acceso al conocimiento, con la educación. Eso en un país en que el sesenta por ciento de la conectividad el año pasado era todavía institucional, hace preguntarse para qué están usando las instituciones Internet. Este escenario nos plantea importantes desafíos, en la cultura institucional y en la educación popular para su aprovechamiento en función de los objetivos de nuestra sociedad.

Hay una lucha ideológica en Internet en relación con Cuba. Es un campo minado, hay gente que reacciona a esa realidad con consignas, con pocos matices, con argumentos simplificados, todo eso es cierto, pero no se puede desconocer que también hay una maquinaria de millones de dólares moviendo las ideas opuestas, que muchas veces distan de ser ideas, son insultos. A veces es ese aparato, y otras son personas que simple y lamentablemente piensan así, o reproducen esas lógicas sin saber que están siendo utilizadas por una máquina de inducción. Lamentables son los insultos y las amenazas, la falta de honestidad o de preparación para comprender las manipulaciones y enfrentar los estigmas pero peor es la ignorancia de quienes se dejan utilizar y actúan por reflejos condicionados, eso nada tiene que ver con la democracia. Tampoco cuando muchas veces te ponen un cuño, una etiqueta y un coro repite creyendo que actúa por su iniciativa. Esas son las condiciones, y esa maquinaria existe. Yo creo que eso no te puede limitar a ti a decir lo que piensas con todos los matices que tú creas, como lo hemos estado haciendo aquí, porque ese es el objetivo que tiene quien insulta para desvalorizar un mensaje. No se puede renunciar a ejercer la ciudadanía. No se puede seguir funcionando sobre el argumento de las posibles armas al enemigo. Se trata de ser coherentes y honestos, sabiendo como parte de esa honestidad que existe un sistema de premios y castigos dirigido a estimular las expresiones que le son convenientes, y demonizar a quienes dicen lo que quienes pagan prefirieran ocultar.

Al final, los yanquis se han dado cuenta de eso también, y han construido una maquinaria, multiespectral, que tiene capacidades de asimilar los matices. El Tío Sam aprende, no solo han aprendido a asumir los matices, también hablan con matices, porque necesitan influir en sectores de nuestra sociedad que son importantes para sus objetivos y saben que con el lenguaje anterior no pueden lograrlo. Por eso no podemos renunciar a ser nosotros y a jugar un papel crítico, auténtico y honesto en la sociedad. Yo imagino que hoy Fidel estaría haciendo cursos de Universidad para Todos sobre Internet, sobre las redes sociales.

Estos espacios también son parte de la sociedad civil, aunque no puedes olvidar que eso está distorsionado porque ahí no tiene voz todo el mundo. Los que hablamos en Internet desde Cuba, todavía hoy somos unos privilegiados, por el costo que tiene, no solo es un problema de dinero, conectividad, equipamiento, también es el tiempo, lo más valioso es el tiempo, y el tiempo tiene que ver con las velocidades a las que tú accedes y la frecuencia con que lo haces.

Los grupos de cubanos que están, opinan y participan en Internet hoy desde Cuba, todavía son minoritarios, no puedes tomar eso como la opinión de toda la sociedad. También hay un sistema de inducción de opiniones, de comportamientos, hay una máquina que premia una cosa y castiga la otra, y un sentido común que se reproduce y es hegemónico en Internet. Cuando tú haces un blog tienes que tener todo eso en cuenta y pensar siempre en todas esas personas que no opinan ahí y que están chocando con las realidades nuestras todos los días. Por eso hay tantos temas que tienen que ver con la compleja realidad de nuestra gente que no están, y no están porque los que hablamos ahí no somos totalmente representativos de esa sociedad.

Hay que construir una cultura socialista del uso de estas tecnologías, porque la cultura realmente existente, para emplear el término de ustedes en la primera pregunta, es una muy diferente ahí y como decía Marx, también crea un sujeto para el objeto. Por otro lado, como ya dije, en la misma medida en que se vaya cerrando la brecha digital, que se va a ir cerrando inexorablemente, se irá ampliando la cultural. Entonces, ¿cómo tú educas a la gente para vivir en esa brecha cultural? Ese es el desafío, eso es en lo que deberíamos estar trabajando urgentemente.

FLR: ¿Pueden estos espacios en Internet contribuir al control popular del que hemos estado hablando? ¿Podrían generar cambios en los diálogos entre las estructuras de gobierno y la gente?

IS: Bueno, se está tratando de lograrlo, creo que se está forzando ese cambio por el propio presidente. Está impulsando el gobierno electrónico, la transparentación, simplificación y agilización de la administración pública. Hay que utilizar Internet en todos los procesos sociales, es muy importante, pero sin negar que lo fundamental es la realidad. Nada es más fuerte que la realidad y tú tienes que tratar de que esa realidad llegue a Internet, crear condiciones de infraestructura, de educación y de acceso masivo para ello.

La interacción con la ciudadanía a través de Internet es legítima y necesaria. El gobierno, las empresas, todo el que se relaciona con la ciudadanía tiene ahí una fortaleza, primero tiene una fuente de información, una posibilidad de influir, una herramienta de trabajo para un mayor conocimiento de tus ciudadanos, sabiendo que no está todo el mundo ahí. ¿De qué viven todas las empresas de Internet que son gratis? De los metadatos,  con los metadatos se cumple también una ley del capitalismo: cada vez   hay más socialización, más personas en internet, pero los metadatos que esas personas  generan están cada vez más en menos manos, las manos de GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft).

Nosotros no podemos hacer eso. Estoy hablando de la sociología digital, por decirlo de algún modo, no del uso manipulador de los metadatos, ¿cuánto pudiera significar esa interacción en Cuba para brindar servicios de más calidad?, ¿cuán eficaz pudiera ser una empresa atenta a esa sociología digital en el socialismo, con los objetivos del socialismo, con la ética del socialismo? Hay que utilizar eso en nuestra gestión estatal, de manera eficaz, como fuente de información y como vía de comunicación con la sociedad, en los dos sentidos. Haría más fuerte nuestra democracia y más eficiente nuestra economía.

Tenemos que crear una cultura en la gente, no sólo tecnológica, una transformación cultural, de aprender a hacer. Necesitamos espacios donde la gente aprenda a usar la tecnología críticamente, desde el punto de vista de los contenidos, cómo detectar una fake news, todos los días hay una fake news sobre Cuba. Ya ni siquiera estamos hablando de Internet, tú no te relacionas con internet, tú te relacionas con aplicaciones que son grandes empresas y que jerarquizan lo que ves primero o después, en función de los pagos que otro hace. Hay que tener un sentido crítico porque hay una máquina de inducción que jerarquiza cosas, que traslada hegemonías del mundo físico al mundo virtual, para que se reproduzcan. Y no hablo de los cuentos terroríficos que han salido a la luz, como Cambridge Analytica sino de lo que se puede hacer legalmente, como pagarle a Facebook para llegar con una información a un sector de público y moverlo en función de determinados objetivos, eso es absolutamente legal y nadie se horroriza.

(Catalejo, revista Temas)

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