Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- Estados Unidos en su impotencia ante la resistencia de la Revolución cubana, a la que no ha podido derrocar en 60 años, inventa nuevas variantes sin resultados.


Arreciar la cruel guerra económica, comercial y financiera no le sirve de nada, porque los cubanos saben que la culpa de sus carencias es de Washington, en estrecha alianza con la mafia terrorista de Miami, por tanto, lo que logran es incrementar el odio a las políticas imperiales que sueñan con apoderarse de la Isla.

En un intento desesperado acuden nuevamente al engaño y la mentira, atacando la asistencia médica cubana en el mundo, tema muy difícil de manipular en muchos países del mundo, donde la medicina de Cuba salva miles de vidas, ante la carencia de médicos y/o los costosos programas de salud que hacen inaccesible la atención sanitaria de las capas más pobres, especialmente en zonas intrincadas de la selva y el campo.

Martianos

Para ejecutar esa campaña, han chantajeado a un grupo de médicos cubanos que abandonaron las misiones internacionalistas y actualmente están sin trabajo, ni reconocidos como médicos, quienes movidos por los cantos de sirena, de que podrían ganar cientos de miles de dólares en Estados Unidos, se acogieron al programa Cuban Medical Professionals Parole, aprobado por el Departamento de Estado en el 2006 contra las colaboraciones cubanas, y al final todo era falsedad, porque los yanquis no reconocen sus títulos.

Ahora, con la esperanza de que Washington les permita revalidar sus certificados de estudios, esos galenos, que cambiaron vergüenza por un sueño de dinero cuando abandonaron las misiones médicas en Venezuela, Brasil y Bolivia, se prestan para hacer declaraciones falsas contra su país, que los formó sin costo alguno y les dio conocimientos que hoy pretenden legalizar en Estados Unidos.

Para ejecutar el guion entregado por el Departamento de Estado, tuvieron que escenificar un mini show, sin percatarse del triste papel ordenado y que el mundo no cree, porque conocen de cerca la solidaridad de los médicos cubanos, esos que lo dan todo por humanidad y no por dinero, formados para brindar amor y salvar vidas, no para ser mercenarios de la salud.

En el libreto entregado tuvieron que decir:

“Me cansé de la esclavitud”; “Éramos víctimas de acoso, intimidación y prácticas laborales abusivas, sometidos por el gobierno de La Habana”; “Nos controlaban y obligaban a falsear las estadísticas”; “Trabajamos bajo un régimen militar y viajamos a las misiones obligados no voluntarios”; El gobierno cubano se queda con el 80 % del dinero que los países pagan por nuestro trabajo”.

La mentira salta a la vista cuando se analiza en detalles el historial de los declarantes.

Un caso elocuente de la manipulación fue el de la Dra. Tatiana Carballo, quien viajó a Belice en su primera misión porque así lo quiso. Después de retornar a Cuba, planteó su deseo de ir a Venezuela donde permaneció 7 años, y al culminar aceptó otra misión en Brasil, donde trabajó unos años más.

¿Puede alguna persona con un alto nivel profesional ir a otro país obligada y mantenerse tanto tiempo a pesar de regresar a Cuba de vacaciones? Por supuesto que nadie se lo puede creer. Si se sentía como esclava no tenía que solicitar más misiones en el exterior.

La verdad es que se acogió al conocido programa Cuban Medical Professionals Parole, pero ahora la realidad la golpeó porque en Estados Unidos no es médico, al no reconocerle sus estudios en Cuba y lo único que le queda por hacer es mentir, con la vaga esperanza de que quizás el pago sea alguna oportunidad de trabajar como médico.

Quienes se lanzaron a una fuente sin agua, hacen lo indecible por salir de la crisis económica en la que se encuentran, unido a la frustración profesional.

Los prepotentes funcionarios yanquis lo dejaron bien esclarecido, como afirmó ante la prensa la aspirante a bombera y actual sub Secretaria de Estado para el Hemisferio Occidental, Carrie Filipetti:

“No hay programas específicos para ayudar a que los galenos cubanos puedan ejercer como médicos en Estados Unidos, solo estamos tratando de llamar la atención sobre esta situación”.

Una de las atascadas en Estados Unidos, sin trabajo ni esperanzas de tener la vida soñada llena de riquezas materiales, es la Dra. Ramona Matos, quien abandonó la misión en Bolivia, donde trabajó como médico desde 2008.

Sus declaraciones son deplorables y denotan un deterioro moral absoluto, al renegar de su propia labor como profesional de la salud, contradiciendo las opiniones de sus pacientes del pueblo San Agustín, en la Amazonía boliviana, donde aseguran la excelente atención de los galenos cubanos, de quienes recibieron ayuda médica por primera vez en sus vidas.

Triste el papel endosado al Dr. Fidel Cruz, otro de los médicos cubanos que esperan ser recompensados por el gobierno yanqui por sus falsas declaraciones, al igual que hizo la Dra. Rusela Rivero.

Todos movidos por la misma esperanza de recibir algún beneficio del imperio, sin darse cuenta que los utilizan sin nada a cambio, como mismo les sucedió antes con los encantos del Cuban Medical Professionals Parole.

Con ellos se cumple el viejo proverbio que asegura que “el único animal que tropieza con la misma piedra es el hombre”.

Los resultados de las misiones médicas cubanas son tangibles, los ciudadanos que reciben amor y salud, lo agradecen eternamente, algo reconocido por la Organización Mundial de la Salud, organismo de alto prestigio que sabe perfectamente del trabajo sacrificado, casi evangélico, de médicos, enfermeras, laboratoristas y técnicos cubanos en sus misiones internacionalistas, lo que nunca han hecho galenos de países altamente desarrollados, porque no reciben altos salarios, ni las condiciones de lujo que tienen en las clínicas y hospitales de sus países de origen.

No hay dudas, esas “denuncias” fueron estructuradas por el gobierno de Estados Unidos en su deseo de desprestigiar a Cuba y sobre todo para afectar la entrada de dinero que se recibe por el trabajo de sus médicos, objetivo central de su guerra económica.

En ese sentido, John Barsa, administrador adjunto de USAID, presente en dicha conferencia, agradeció la “valentía” de los médicos cubanos por ofrecer sus testimonios, e hizo un llamado a divulgarlos y para eso expresó:

“Hacemos un llamado a los periodistas independientes cubanos, a la prensa en general y a activistas de la sociedad civil, a traer a la luz estos testimonios sobre la explotación de los médicos cubanos, una práctica de tráfico humano”. “Dejemos que el mundo sepa acerca de estos crímenes”.

A Estados Unidos no le importan los derechos humanos, ni que los pobres se queden sin la atención médica que ofrecen los profesionales cubanos, su fin es cerrar la entrada de divisas que obtiene la Isla, las cuales son empleada para invertir en el sistema de salud interno, comprar equipamiento costosos de alta tecnología para los hospitales, policlínicas y laboratorios, y darle continuidad al sistema de salud gratuito que reciben todos los cubanos, sin distinción de ideología, credo, raza, sexo y posición social.

Ese objetivo lo dejó explícito Carlos Trujillo, embajador yanqui ante la Organización de los Estados Americanos, al expresar:

“Otros países continúan con estas misiones, y las historias que escuchamos aquí hoy no deberían continuar. Estados Unidos tiene el deber de detener esta situación”.

La persecución de los yanquis es impecable, por eso Carrie Filipetti afirmó:

“Cuba tiene misiones médicas en 66 países y Estados Unidos busca identificarlas, conocer el tipo de contrato que tienen y alertar a las autoridades de esos países de que pueden estar en medio de un caso de tráfico humano”.

No en balde, su más fiel lacayo en el continente, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, durante su ridícula intervención ante la Asamblea General de la ONU, declaró que el trabajo de los médicos cubanos era de “esclavos” y el sistema socialista es un “peligro”.

Ninguna de esas falacias podrá empañar la solidaridad y el sacrificio de los médicos de Cuba, porque como afirmó José Martí:

El sacrificio es un placer sublime y penetrante, y el desinterés, la ley del genio y de la vida”.

*Arthur González, cubano, especialista en relaciones Cuba-EE.UU., editor del Blog El Heraldo Cubano.

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