Flor de Paz - Cubaperiodistas / Cubainformación.- El doctor Jorge Pérez Avila, conocido en Cuba por sus grandes aportes en la atención a las personas afectadas por el VIH-SIDA, como médico, como director durante 12 años del Sanatorio Los Cocos, del Hospital del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, y luego de todo el IPK, es ahora, en medio de la pandemia provocada por el SARS-CoV-2, un valioso asesor de dicha institución.


Está en su casa, como buena parte de la población mundial. Clasifica entre los grupos más vulnerables frente a la Covid-19, no solo por los 75 años que está a punto de cumplir, sino por las patologías que padece. Pero sus conocimientos desbordan los límites del aislamiento. Vive muy cerca del IPK, y hasta allí llegó el periodista Francisco Rodríguez, del semanario Trabajadores, a entrevistarle. “El doctor está muy al tanto de la historia de los coronavirus y de las características principales del SARS-CoV-2”, escribe Paquito.

“Estudia, revisa y realiza sugerencias sobre los diferentes protocolos terapéuticos que hoy maneja la comunidad científica internacional para atender a las personas que contraen el nuevo coronavirus, en comunicación constante con sus colegas en la primera línea de combate a la enfermedad”.

El peligro —le explica al periodista el Doctor Jorge Pérez— radica en que infesta a muchas personas y muy rápido. Además, causa mucho daño en la población con más de 50 años, y sobre todo en adultos mayores que padezcan cardiopatías, diabetes, hipertensión, inmunodepresión y problemas respiratorios.

“La afectación sobre la función pulmonar, que en los casos más críticos obliga a usar una máquina respiradora, genera una crisis asistencial por la imposibilidad de atender a tantas personas a la vez. Las noticias que llegan de otros países sobre la desconexión de una persona para ponerle la máquina a otra, son una disyuntiva ética muy grande para un médico”.

Recuerda entonces el pánico que él mismo pudo apreciar al visitar la ciudad de San Francisco en 1989. Y dijo: “Volvemos a lo que pasó cuando empezó la epidemia del SIDA”.

En dicho diálogo, el médico profundizó en las distintas combinaciones de medicamentos en uso para atenuar los efectos de la Covid-19, “entre los cuales hay fármacos para otras enfermedades como la malaria, los propios antirretrovirales, el Interferón y hasta la Azitromicina”. Pero enfatizó: “Esta es una enfermedad que puede contraerse en un avión, en una cola, sentado en cualquier lugar. Por eso es la insistencia en que las personas permanezcan en sus casas, y que si se sienten mal, vayan al médico, para tener un diagnóstico. El enemigo más importante ante la Covid-19 es la conducta humana”.

Fue Jorge Pérez el cómplice más cercano que tuvo Gustavo Kourí desde la etapa en que comenzó a edificarse el nuevo IPK, a principio de la década de los 80, hasta que un día del año 2011 este le dijo: “quédate en mi lugar”. Y murió muy poco tiempo después. Encabezar el Instituto le cayó encima al experimentado médico como un mazazo, aunque le honró el desafío que el Profesor Gustavo Kourí dejó en sus manos.

Conocedor de la cultura existente en el país en el manejo de enfermedades infecciosas, en la citada entrevista del periodista Francisco Rodríguez, Pérez  explicó cómo en el IPK, desde su diseño en los años 80 del siglo pasado, se tuvo en cuenta construir bloques independientes, cuartos de aislamiento en las salas hospitalarias y lavamanos a la entrada de cada cubículo.

También, “desde la epidemia del virus del Ébola en África, el IPK cuenta con una sala para aislamiento riguroso y un hospital de campaña donde recibió entrenamiento el personal médico cubano que en aquel momento prestó ayuda a las naciones afectadas. Además, desde que un estudiante o profesional entra a nuestro Instituto, como parte de su preparación recibe primero clases de bioseguridad”.

A la cabeza de las investigaciones que respaldaron la certificación de los medicamentos antirretrovirales de fabricación nacional contra el VIH, que aplicados desde el 2001 consiguieron detener la mortalidad provocada por esta infección, estuvo el doctor Jorge Pérez, quien asimismo ha dirigido los estudios clínicos de las tres vacunas contra el virus que se han formulado en Cuba. La última, de perfil terapéutico.

Al hablar de aquellos 12 años al frente del Sanatorio, el experto subraya que le quedaron experiencias muy enriquecedoras, estrechamente vinculadas al ejercicio de la medicina del cuerpo y del alma. Muchas de ellas han sido narradas por él mismo en sus dos libros titulados Confesiones a un médico.

Pero quizás, entre los saldos más importantes de su entrega al Sanatorio se halle el haber sido el precursor del tránsito al régimen ambulatorio de las personas con VIH, iniciado a fines de la última década del siglo XX. También, su incidencia puntual en la humanización de la enfermedad, al ubicar sus complejidades en numerosos espacios del entorno social. El doctor  Jorge Pérez se convirtió así en un héroe para muchos de sus pacientes. (Publicado en Cuba en Resumen).

La Columna
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