Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- Los yanquis con su acostumbrada prepotencia, piensan que las demás personas no tienen inteligencia suficiente para descubrir sus mentiras fabricadas, a pesar de que su historia está cargada de ejemplos.


Ahora repiten la construcción de una leyenda poco creíble, sobre el responsable del ataque terrorista contra la misión diplomática de Cuba en Washington, queriendo justificar sus acciones por una supuesta psicosis, debido a una repentina paranoia carente de antecedentes médicos.

En horas de la madrugada del 30 de abril 2020, Alexander Alazo Baró, ciudadano estadounidense nacido en Cuba, detuvo su auto frente a la entrada de la embajada cubana, bajó del mismo y comenzó a gritar ofensas.

Posteriormente sacó del auto una bandera cubana, pintada con frases de amor al presidente Donald Trump, la tiró al suelo e intentó quemarla con gasolina frente a la puerta de la reja de la sede. Volvió al vehículo y tomó una bandera de Estados Unidos, gritando insultos contra el gobierno de la Isla.

Como si estuviera dejando el tiempo correr, extrajo del auto un fusil AKM-47, y comenzó a disparar hacia el interior de la sede diplomática 32 proyectiles, los que impactaron en las columnas, puerta principal, uno de los faroles, la verja y la estatua de José Martí, apóstol de la independencia de Cuba.

El terrorista no intentó darse a la fuga, evidentemente esperaba que llegara la policía y lo detuvieran, cual guion elaborado que debía cumplir totalmente.

Sus acciones terroristas transcurrieron sin que apareciera un auto de la policía, a pesar de estar la embajada cubana vigilada secretamente por el FBI, las 24 horas del día, y existir en la zona otras misiones diplomáticas, en las cercanías de la propia Casa Blanca.

Solo ante el llamado de los “vecinos”, apareció la policía y detuvieron al atacante, sin mostrar este la menor resistencia. El espectáculo había salido perfectamente y de la embajada cubana, donde habían 10 funcionarios, no recibió una respuesta como quizás esperaban.

Según informaciones publicadas en Internet, el terrorista Alazo Baró, dos semanas antes hizo una visita al lugar para modelar sus actos, prueba de la premeditación de estos.

Para tejer la leyenda que le pretenden construir, previamente asistió a un hospital donde desarrolló parte de la misma, al expresar sentimientos de persecución por parte de inexistentes grupos criminales de Cuba.

Continuando con la línea de conducta indicada, concurrió a oficinas del FBI y otras agencias de seguridad del sistema estadunidense, en las que reiteró sus “preocupaciones”, responsabilizando de las mismas a Cuba y sus autoridades de quererlo matar, diligencias premeditadas para dejar más evidencias de su leyenda.

¿Piensan los yanquis que Cuba no tiene experiencias de todas las mentiras que han elaborado a lo largo de 60 años?

Alazo es un hombre arruinado económicamente, sin recursos monetarios para sobre vivir en una sociedad metalizada, por tanto, vinculado a personajes que se dedican a conspirar y atacar a Cuba en Miami, parece ser el hombre ideal para cualquier tipo de provocación a cambio de dinero.

Las informaciones publicadas afirman que junto a su esposa dormían en el auto, al no disponer de recursos para rentar una vivienda. En esa precaria situación, ¿con qué dinero pudo trasladarse un desempleado hasta Washington? ¿Cómo adquirió un arma costosa? ¿Tenía algún seguro médico que respaldara el pago de la consulta, cuando asistió al hospital para ser atendido de su “psicosis”?

Todo está demasiado oscuro para creerle su fábula.

Este entramado novelesco nos recuerda la historia que le hilvanaron a Lee Harvey Oswald, chivo expiatorio del asesinato del presidente J.F. Kennedy, cuando la CIA quiso involucrar a Cuba de su muerte.

Antes del magnicidio, la CIA ejecutó acciones premeditadas que dejaran evidencias contra Cuba y la URSS, para servir de pruebas en su acusación posterior.

Entre aquellas evidencias fabricadas estaba la participación de Oswald en una manifestación callejera, en agosto de 1963, a favor de la Revolución cubana, por miembros del Comité Juego Limpio para Cuba, y su enfrentamiento callejero con elementos anticastristas, donde fue detenido por la policía. Ese hecho fue filmado por la televisión local.

En septiembre Oswald fue entrevistado por una emisora radial, donde se declaró marxista-leninista y simpatizante de Fidel Castro. Dicha grabación fue conservada inexplicablemente por la emisora. Era otra evidencia más para el expediente del FBI.

Otros elementos incluidos en aquella fantasiosa leyenda de la CIA, fue la visita en septiembre 1963, de Oswald al consulado cubano en Ciudad México, para solicitar un visado con el fin de viajar a la Isla, el que no le fue concedido, pero quedó registrado en el control que tienen las embajadas cubanas.

La CIA tiene amplios antecedentes en construir ese tipo de personajes y Alexander Alazo, parece encajar en esa línea, porque sus antecedentes y relaciones con elementos contrarrevolucionarios en Miami así lo demuestran.

¿Quién responderá en el FBI por los vínculos de este mercenario, con el pastor de la iglesia Doral Jesús Worship Center, en Miami Dade?

Es notorio que en la misma se congregan elementos contrarrevolucionarios que se expresan agresivamente contra Cuba y su pastor Frank López, sostiene estrechas relaciones con personas de la derecha extremista de Estados Unidos, entre ellos el Senador Marco Rubio y el congresista Mario Díaz-Balart.

Otra de las relaciones de Alazo es el cubano Leandro Pérez, quien se ufana de sus deseos de que se ejecuten actos violentos contra Raúl Castro y el presidente Miguel Díaz-Canel, y además es amigo del terrorista Ramón Saúl Sánchez, a quien el FBI lo ha vetado para obtener la residencia permanente en Estados Unidos, por su larga lista de antecedentes delictivos.

Todo encaja para señalar que Alexander Alazo, fue reclutado como una las tantas piezas para las agresiones reiteradas de Estados Unidos contra Cuba, pero la leyenda de sus “delirios de persecución” no tienen solidez, como tampoco las tuvieron aquellas inventadas relaciones de Lee H. Oswald con Cuba, porque las mentiras tienen piernas cortas y como dijera José Martí:

“Nunca fueron juntos apóstoles y mercaderes”.

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