Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- Por inverosímil que parezca, la Unión Europea ha cedido su soberanía a los Estados Unidos, quien le impone conductas a seguir bajo constantes amenazas de sanciones económicas, situación agravada con la administración de Donald Trump, quien actúa como el emperador mundial.


Así quedó demostrado en el reconocimiento inmediato del auto nombrado presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Juan Guaidó, carente de legitimidad y apoyo popular, solo porque recibieron órdenes de Washington, algo que jamás aceptarían si ocurriera en uno de los países miembros de la Unión Europea.

Para quienes lo duden, basta recordarles que la formulación de soberanía se estampó en el artículo 399 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, aprobada el 26 de agosto de 1789 por la Asamblea Nacional Constituyente francesa, como uno de los documentos fundamentales de esa Revolución (1789-1799), donde se define que: “Toda soberanía reside esencialmente en la nación”.

Ese principio de soberanía significa “independencia de cada nación, y es indivisible e inalienable,por lo que no puede existir norma que esté por encima de esta”.

Sin embargo, al analizar la conducta asumida por la Unión Europea en relación al gobierno legítimo, por elecciones populares, del presidente Nicolás Maduro, se comprueba la total dependencia a la Casa Blanca, algo que causa vergüenza por dejar pisotear su independencia soberana, de tomar sus propias decisiones políticas y económicas.

Estados Unidos ha declarado públicamente que Cuba, Venezuela y Nicaragua no pueden tener gobiernos de izquierda y deben ser eliminados, por eso le mantienen la guerra económica, comercial y financiera que provoca la limitación de recursos, con el propósito de culpar al gobierno socialista de esas penurias y que los ciudadanos se lancen a las calles para derrocarlo.

60 años dura ya la guerra impuesta a Cuba, a la que se sumó en 1996 la Unión Europea, mediante la llamada “Posición Común”, propuesta por el entonces presidente español José María Aznar, pieza principal de los yanquis en su criminal política que pretendía estrangularla económicamente, la que finalmente fracasó y tuvieron que derogarla ante la resistencia estoica de los cubanos.

Similar actitud asume hoy Europa contra Venezuela, al ejecutar sanciones económicas y comerciales, solo porque lo ordena y decide el presidente Trump, como si ellos fuesen sus súbditos, cediéndole su soberanía al emperador yanqui.

Ante las agresiones de Estados Unidos contra el pueblo venezolano, la prohibición de vender su petróleo, comprar alimentos, insumos para su industria y otros recursos imprescindibles para la vitalidad de su economía, la Unión Europea calla en complicidad con Washington, ante el temor de recibir sanciones económicas, situación que demuestra cómo han perdido independencia política.

La falta de una fuerte condena a Estados Unidos por la organización y financiamiento de varios intentos de golpes de estados en Venezuela, con la cara visible del ilegitimo presidente Guaidó, incluida la recientemente frustrada invasión desde Colombia con mercenarios yanquis, prueba la sumisión de la Unión Europea.

El colofón de esa dependencia a las directivas yanquis, fue la negativa del Tribunal Superior de Londres, de entregar a Venezuela los mil cien millones de dólares en oro, guardados en las bóvedas del Banco de Inglaterra, a partir de las presiones de Trump para impedir que el gobierno del legítimo presidente Nicolás Maduro, pudiera de disponer de ese dinero para la compra de medicinas, equipamiento médico y alimentos en medio de la pandemia del coronavirus, prueba de la violación de los derechos humanos.

Ese robo de los fondos venezolanos y su entrega al títere de los yanquis, se une a la cadena de hechos similares acontecidos con propiedades venezolanas en territorio de los Estados Unidos, acto insólito que pone en evidencia hasta donde son capaces de llegar, cuando tratan de aplastar a un gobierno no aceptable para ellos.

Es la misma historia aplicada contra Cuba, Irán y Siria, solo porque sus pueblos decidieron defender su independencia y soberanía nacional, algo que tristemente perdieron los europeos con su postura de sumisión a los dictados de la Casa Blanca.

Igual decisión se tomó con más de 120 millones de dólares, de un contrato de intercambio de oro negociado con el banco alemán, Deutsche Bank, acción que no tiene antecedentes en el mundo.

Esas decisiones fueron aplaudidas por Guaidó, quien a través de su “representante” en Londres declaró que el fallo del Tribunal británico era una victoria para el pueblo venezolano, pueblo que ni lo reconoce ni respalda, realidad que conoce Donald Trump, según el libro que publicó recientemente su ex asesor John Bolton, al igual que los países de Europa.

Caracas no puede confiar en la supuesta voluntad de diálogo de la Unión Europea, como le dijo el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, al canciller venezolano Jorge Arreaza, porque en primer lugar solo ejecutan lo que ordena y manda Washington y en segundo porque no reconocen a Maduro como presidente legítimo de Venezuela; por tanto, no imaginamos que clase de diálogo pueden proponer, cuando solo trabajan para subvertir a ese gobierno, al que Estados Unidos insiste en derrocar a toda costa.

La suerte está echada y Venezuela resistirá unida esa criminal guerra económica, comercial, financiera, y se mantendrá bien alerta ante los planes imperiales de introducir mercenarios con total complicidad de los colombianos, y recordando siempre lo que alertó José Martí:

“Bolívar está en el cielo de América, vigilante y ceñudo, sentado en la roca de crear porque todavía tiene mucho que hacer en América”.

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