Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- La guerra psicológica contra Cuba y Venezuela, incrementada bajo la administración del presidente Donald Trump, pretende hacerle creer a los estadounidenses y al resto del mundo, que ambos países son sus “adversarios extranjeros, que podrían atacar la red eléctrica de los Estados Unidos”.


Bajo ese pretexto, el susodicho presidente firmó en mayo 2020, una orden ejecutiva para proteger sus instalaciones eléctricas y los sistemas de control necesarios que operan esa red, según ellos, de las “actividades maliciosas de actores extranjeros”, ordenándole al Departamento de Energía definir esas actividades.

El presidente Donald Trump no puede ser más torpe en sus decisiones políticas, y por eso su propia madre expresó mucho antes de su elección:

“Es un idiota con cero sentido común y sin habilidades sociales, pero es mi hijo. Solo espero que nunca se meta en la política, porque sería un desastre”.

Bajo esa orden del Presidente, el Departamento de Energía definió como sus “adversarios peligrosos”, a Cuba y Venezuela, países que sí han sufrido los ataques terroristas de Estados Unidos, contra sus instalaciones generadoras de electricidad.

Así es la desvergüenza yanqui que pretende cambiar la realidad, para justificar ante su pueblo la criminal guerra económica, comercial y financiera contra ambas naciones; pero tal parece que se olvidan de sus planes secretos y actos de sabotaje, hoy desclasificados, ejecutados por la CIA contra los sistemas de electricidad de Cuba, algo que demuestra las atrocidades que ha resistido su pueblo, durante más de medio siglo.

Venezuela también sufre la arremetida imperial contra sus instalaciones de generación y transmisión eléctrica con brutales sabotajes que, en fechas recientes provocaron apagones eléctricos en Caracas y otras ciudades, por ataques cibernéticos generados desde Estados Unidos, con el apoyo de la contrarrevolución interna venezolana.

Para confundir al público norteamericano, ahora Estados Unidos afirma que su decisión sobre qué países deben incluir en la orden presidencial, está basada en “múltiples informes de la comunidad de inteligencia”, sin explicar la capacidad real que pueden tener Cuba y Venezuela para atentar contra Estados Unidos, algo verdaderamente alucinante.

Como argumento ridículo, el Departamento de energía asegura disponer de información aportada por el memorando de la Estrategia Nacional de Contrainteligencia, donde se afirma:

“Los actores extranjeros maliciosos están empleando combinaciones innovadoras de espionaje tradicional, espionaje económico y operaciones cibernéticas y en la cadena de suministro, para obtener acceso a la infraestructura energética en Estados Unidos”.

La lógica evidencia que el propósito que persiguen, es incorporar nuevamente a Cuba en su espuria lista de países que “apoyan el terrorismo”, para evitar el comercio y las transacciones financieras con compañías extranjeras, a fin de ahogarla económicamente, vieja aspiración desde 1959.

En mayo 2020, como paso previo, el Departamento de Estado notificó al Congreso, que “Cuba y Venezuela no cooperaron completamente con los esfuerzos antiterroristas de Estados Unidos en el 2019”.

Una rápida lectura al programa secreto de Acciones Encubiertas de la CIA, 8 de junio de 1963, presentado al Grupo permanente del Consejo de Seguridad Nacional, revelan las acciones terroristas ejecutadas contra Cuba, entre ellas al sistema de generación y transmisión eléctrica, exponiendo quién es realmente el peligro terrorista para el mundo.

En dicho programa se expone:

“Recolección encubierta de inteligencia, tanto de los requerimientosestratégicos de Estados Unidos, como de las necesidades operativas. La información de inteligencia se necesita para permitir el planteamiento y organización de operaciones para la represalia económica y blancos de sabotajes”.

“Solamente después que los efectos de la represalia económica y las acciones de sabotaje se sientan profundamente en la población, puede esperarse convertir la desafección en revueltas activas”.

“Los sabotajes en este programa son un arma económica y debe existir una visible y dramática evidencia del sabotaje”.

“La interrupción de cualquiera de las redes de energía existentes, que puedan ser afectadas por sabotajes o por la destrucción de sus instalaciones generadoras o de las subestaciones críticas en la red de distribución, debilitarán significativamente la economía y la estructura social”.

“Los actos de sabotajes ejecutados por la población, tales como lanzar cadenas sobre las líneas de alta tensión para cortarlas, también exacerbarían la actual escasez de electricidad y el efecto acumulativo de dichas acciones, podrían provocar una caída prolongada del sistema eléctrico, pues ya existe escasez de piezas de repuesto y de materiales de reemplazo”.

“El gobierno de Estados Unidos debe estar preparado para negar públicamente cualquier participación en esos actos, no importa lo alto o incluso lo detallado que pudieran ser los informes de nuestra complicidad”.

“Un experimentado oficial de la CIA será designado para trabajar con el grupo”. “Las operaciones serán realizadas por agentes entrenados y controlados por la CIA”.

“De acuerdo con un programa psicológico, previamente aprobado en apoyo de la política contra Cuba, los programas de radio controlados por la CIA y otros medios de propaganda, estarán dirigidos a estimular los sabotajes en Cuba”. “Esas operaciones de propaganda están calculadas para crear una atmósfera psicológica dentro de Cuba”.

Lo plasmado en esos documentos no es una campaña mediática comunista, son sus propios planes que debe conocerse dentro Estados Unidos, para que sus ciudadanos sepan hasta dónde ha llegado su gobierno y la CIA, en sus actividades clandestinas para socavar el proceso revolucionario cubano.

Es la verdadera historia que no divulgan, para seguir confundiendo y engañando, cuando son los Estados Unidos los máximos terroristas que atentan contra la paz mundial.

Pero como dijo José Martí:

“La grandeza está en la verdad”.

La Columna
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