Andrés Marí - Cubainformación / Fundació Vivint.- Algunos le aplican a Cuba, a veces con la mejor intención, y otras con la mala leche que los alimenta, el eslogan de ‘tierra de santos e inmortales’. Nada más lejos de la verdad. Ni siquiera lo son los magníficos líderes que transitaron y los que ahora continúan la historia. Esto es, quizás, la mayor victoria de los cubanos. ¡Porque mira que les gusta vacilar!


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Ni beatos ni demonios, sino hombres y mujeres que además –como puede pasarle a cualquier ser humano--, de ser visitados bastante a menudo por los dioses –algo que no le discutiría a quienes lo afirmen--, me encanta pensar, saber y celebrar que sus carnes, sus huesos, sus neuronas y todas las sangres que los completan no son azules y sí tan comunes y corrientes que desde un feo piropo hasta una heridita ‘de mierda’ los ponen negros.

Así son de frágiles y conmovedores. ¡Pero, carajo, qué fiesta tan fuera de lo común han logrado montar y proponerle al mundo! En fin, ellos dicen “pa’lante y pa’lante” y ¡pa’lante van!

Desde luego, no los demeritaría la compañía ancestral, como la Virgen Mambisa y el Panteón Africano de los primeros independentistas bayameses, ni las barbas proféticas y los rosarios cristianos de los rebeldes de la Sierra Maestra. Pero es preciso decir y repetir que la fiebre de los luchadores cubanos nunca fue proclive a alguna realeza o a fundar dinastías con herederos para garantizar sus legados. Lo que a pulmón de pueblo se hizo y se hace en la isla, igualmente a pulmón se seguirá haciendo y a pulmón no siempre saludable y fuerte, como conlleva todo emprendimiento humano y mucho más el de los que crean torbellinos con su fiesta.

Luchando y gozando, aunque en los dos verbos quepan también la congoja y la incertidumbre, en sus luchas aprendieron y siguen aprendiendo a capacitarse para la inmensa obra realizada y la más inmensa todavía por realizar. Es que estos naturales de la isla no pueden imaginarse que haya otros cubanos por el mundo y, siendo tan luchadores, gozadores y vencedores como ellos, rechacen el mejunje de ‘¿qué es lo tuyo, mi hermano? La caldosa se reparte en partes iguales por todo el caimán’.

A los cubanos no les gusta el ‘bonito’ maquillaje de imagen que poseen tantos otros países que se despintan con una simple llovizna. Ellos quieren disfrutar todas las dignidades a corazón y a piel por delante. Es lo que su coraje les ha enseñado. No obstante --ojo, mucho ojo--, de vez en cuando, sobre todo por esos lugares adonde el alma cubana sigue tardando en llegar, un niño es alumbrado bestialmente y así también él concibe a su madre en un grito de furia.

Así se repite el implacable aullido de ser efecto de una causa que vuelve a ser efecto de otras que existen en el destino trágico de la naturaleza humana en cualquier lugar del mundo. Aunque ya, en algunas alusiones de LA MADRE al hijo --que ya desaparece ‘visiblemente’ en su relación con ella y los demás personajes--, el mal se escapa de la general condición humana y encuentra su rol en la traumática Cuba de 1989.

Por el recrudecimiento del bloqueo de EEUU y su prédica de la vida fácil y marginal, “mi madre” abandona a “mi hijo” para ‘irse’ al sitio adonde ya 'se fue' el padre --con lo que indudablemente esas palabras nos decían en aquel contexto-- para reinar con su inútil corona de felpa en el sálvese quien pueda, y “mi hijo”, en manos de la vecina que sabe qué hacer con un adolescente solo, puede sucumbir al granito de arena en la destrucción del sueño que la Revolución, a pesar de las grandes dificultades, seguía dándole a niños y jóvenes en la situación en que quedó “mi hijo”...

(CONTINÚA EN NOTAS 3.1)

MIS AGRADECIMIENTOS Y ABRAZOS: A las luchas y las ideas de la Revolución Cubana, a los cubanos que las sostuvieron y las continúan teniendo en pie, porque, pensando en la noche de los 4 reconocimientos y los 4 preciosos ramos de flores que los acompañaron en el Festival del Monólogo de La Habana de marzo de 1990, y creo que lo dije siempre: “Yo no soy actor, para nada, no fui yo quien hizo esa actuación”.

Cuando empecé la representación en el Festival solo quería llegar al final, --creo haberlo comentado con varios amigos--, y si llegaba, estaba seguro que ganaría. Por ello no me sorprendieron los premios ni las flores, y estas ya tenían sus dueños: Mamá y Papá en su tumba.

Sin embargo, sí me gusta, y mucho, escribir. No tuve la suerte de formarme como escritor y me dejé llevar por las razones del tiempo que vivía: debía ser actor y lo intenté. Ahora pienso que solo en momentos de extrema necesidad lo lograba. Y ante la indiferencia o autocensura de algunos de mis compañeros, hube de guardar mi obra hasta que decidí hacerla como monólogo. Aquella noche del Café Teatro Brecht supe también que ya para mí todo sería distinto y esto sí no me agradó.

La hora y 10 minutos en que me encuentro en escena ‘actuando’ estos personajes es un tiempo de espanto… Todavía no he sabido entender qué me pasa, excepto el enorme daño que me hizo siempre esta obra. No diré que recorrí con ella buena parte del mundo amargamente, ¡no!, todo lo contrario, fui feliz, conociendo a tanta gente buena y bella, y pude, dentro de mis limitaciones en la oratoria, defender a Cuba ampliamente. Mi obra y mi entrega absoluta a ella eran la mejor prueba, en la peligrosa década de los 90, de las razones de Cuba para existir.

Pero ya esta obra no podría hacerla más, y no porque no quisiera si ello fuera bueno para Cuba, sino porque en mis recuerdos todavía están vivos los daños sufridos durante las innumerables representaciones que hice de ella, sobre todo en una, en la pequeña ciudad de Santa Ana, en Ecuador, y otra, ya decisiva, en la cosmopolita ciudad suiza de Zürich, cuando decidí en 1998 poner punto final a la existencia en mí –y créanme que no exagero-- de esos personajes que, a pesar de haberlos creado durante unas 30 madrugadas de soledad en mi apartamento de La Habana, les escribí todas sus palabras, prácticamente, en una sola jornada.

En fin, no quiero extenderme, y ahora solo toca volver a dar gracias a Cuba por permitirme representarla con mi obra y mis misterios. Así también a los distintos jurados y otras personalidades de la Cultura del Festival del Monólogo de La Habana y de otros sitios que me galardonaron y me quisieron como un hermano.

Si he aceptado divulgarla ahora, en forma de notas, textos y vídeos, se debe únicamente para sumarme al esfuerzo de otros artistas contra el bloqueo de EEUU a Cuba. Y eso es todo, amigos míos, ¡mis queridos amigos!

 

Serie completa "El italiano"

1.1. "El italiano”: Una experiencia artística de la Revolución Cubana. Notas 1

1.2. "El italiano”: Una experiencia artística de la Revolución Cubana. Textos 1

1.3. “El italiano”. Una experiencia artística de la Revolución Cubana. Vídeo 1

2.1. “El italiano”. Una experiencia artística de la Revolución Cubana. Notas 2

2.2. “El Italiano”. Una experiencia artística de la Revolución Cubana. Textos 2

2.3. “El italiano”. Una experiencia artística de la Revolución Cubana. Vídeo 2 - La madre

3.1. “El italiano”. Una experiencia artística de la Revolución Cubana. Nota 3

3.2. “El italiano”. Una experiencia artística de la Revolución Cubana. Texto 3. La Vecina

3.3. “El italiano”. Una experiencia artística de la Revolución Cubana. Vídeo 3 - La Vecina

4. 1. “El italiano” Nota 4. Una experiencia artística de la Revolución Cubana.

4. 2. “El Italiano”. Una experiencia artística de la Revolución Cubana. Textos 4: ‘El maestro’

4. 3. “El Italiano”. Vídeo 4: ‘El Maestro’. Una experiencia artística de la Revolución Cubana.

5.1. “El Italiano”. Nota 5: El amigo. Una experiencia artística de la Revolución Cubana

5. 2. “El Italiano”. Texto 5. Una experiencia artística de la Revolución Cubana.

5.3. “El Italiano”. Vídeo 5: ‘El amigo’. Una experiencia artística de la Revolución Cubana

6.1. “El italiano”. Nota 6: ‘El empleado’. Una experiencia artística de la Revolución Cubana

6. 2. “El Italiano”. Texto 6: ‘El empleado’. Una experiencia artística de la Revolución Cubana

6. 3. “El Italiano”. Vídeo 6: El empleado. Una experiencia artística de la Revolución Cubana

7. 1. “El Italiano”. Nota 7: ‘El viejo’. Una experiencia artística de la Revolución Cubana

7. 2. “El Italiano”. Texto 7: ‘El viejo’. Una experiencia artística de la Revolución Cubana

7. 3. “El Italiano”. Vídeo 7: ‘El viejo’. Una experiencia artística de la Revolución Cubana

8. 1. “El Italiano”. Nota 8. Una experiencia artística de la Revolución Cubana

8. 2. “El Italiano”. Texto 8: ‘El joven final’. Una experiencia artística de la Revolución Cubana

8. 3. “El Italiano”. Vídeo 8: ‘El joven final’. Una experiencia artística de la Revolución Cubana

 

* Andrés Marí es escritor, profesor y actor cubano residente en Catalunya.

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