Por Justo Cruz*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- Hace unos días el periódico “El País” en uno de sus titulares afirmaba que el opositor ruso Alexéi Navalni había sido envenenado con el mismo agente químico nervioso que el expía Serguéi Skripal. Esta acusación se basaba en declaraciones oficiales del Gobierno alemán que aseguraba la existencia de “pruebas inequívocas” del hallazgo de “Novichok” en el cuerpo del opositor ruso.


 

Días después de que esta noticia fuese repetida hasta la saciedad por los conocidos medios de des-información de la Alianza Transatlántica, la Canciller Alemana Angela Merkel le exigía al gobierno ruso que respondiera a “las difíciles preguntas” ya que el mundo “espera una respuesta”, al mismo tiempo que su gobierno se negaba a poner a disposición de Moscú las pruebas que decía poseer para sustentar tal acusación.

Da grima observar como estos profesionales en des-informar repiten sin cesar las mismas acusaciones e imputaciones para ejercer presión sobre políticos y círculos empresariales. Ese es el dilema en el que se encuentran en estos momentos muchos grupos empresariales alemanes que tienen estrechos vínculos comerciales con Rusia.

Los gobernantes occidentales y los medios a sus servicios desde hace año nos están vendiendo el famoso “Novichok” como el arma predilecta de los laboratorios rusos para atentar contra la vida de espías y opositores. Lo han repetido tantas veces que ya muchos han empezado a creerse el cuento.

¿Se acuerdan de Joseph Goebbels (Jefe de propaganda en la Alemania Nazi) y su tesis: “Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”?

Para el fascista alemán el acto de mentir no debe ser visto como una cuestión de debilidad de carácter o como una acto de inmoralidad. Según su mentalidad fascista, mentir o repetir una mentira podría ser utilizado en función de una “causa”, un político o un profesional de la información debe estar apto y preparado para mentir, para desformar y distorsionar hechos y acontecimientos y tener la desfachatez de trasmitirlos a una audiencia, que aunque pudiera resistirse a creerla, al final terminaría aceptándola gracias a su repetición desmesurada.

El pasado 20 de agosto Alexéi Navalni, opositor ruso, se sintió muy mal durante un vuelo de Omsk a Moscú después de haberse tomado un té en el aeropuerto lo que obligó a los pilotos a realizar un aterrizaje de emergencia en la misma ciudad. Allí el paciente permaneció en estado de coma y conectado a un respirador para reforzar el funcionamiento de los pulmones. Días después fue trasladado a Berlín a petición del gobierno alemán para ser tratado en el hospital Charité de la capital alemana. 14 días después de su traslado un laboratorio de las Fuerzas Armadas alemanas (Bundeswehr) propocionó una “evidencia inequívoca” del uso de un agente químico nervioso del mismo grupo que “Novichok”.

Un poco de historia.

En marzo de 2018 Londres responsabilizó a Moscú de estar detrás del envenenamiento de Serguéi Skripal, expía ruso al servicio de M16 (Servicio Secreto Británico). Hasta el día de hoy no se han presentado las pruebas que lo demuestren, solo indicios. El gobierno británico como ahora reacciona el alemán también se negó a presentar las pruebas que demostraban la acusación. El libreto siempre es el mismo.

Según Londres el expía ruso y su hija fueron hallados inconscientes después de haber sido envenenados con una sustancia de acción neuroparalizante también del mismo grupo del “Novichok”. Esta acusación fue repetida por políticos y por la prensa hasta el cansancio, aún después de que los expertos del laboratorio Porton Down habían declarado que no habían podido verificar la “fuente precisa” de dónde provenía la sustancia utilizada para envenenar a los Skripal.

Sin embargo hasta el día de hoy los gobernantes del Reino Unido y de otros países occidentales continúan utilizando el “Caso Skripal” para ejercer presión sobre Moscú sin presentar pruebas convincentes que demuestren tales acusaciones. Aún así y conociendo de la “pata de la que cojea” Occidente cuando de culpar a Rusia se trata, el gobierno ruso no tuvo inconvenientes en que Alexéi Navalni fuera trasladado a Berlín. Ni tan siquiera tuvieron en cuenta que desde el primer momento políticos occidentales y los medios a sus servicio repetían a diestras y siniestras la tesis de un posible envenenamiento del opositor ruso con el consentimiento de Moscú.

En varios casos tanto el gobierno del Reino Unido como el gobierno federal alemán se negaron a presentar las pruebas que demuestran que los atentados fueron aprobados por altas instancias en el Kremlin. Los políticos de ambos países se han limitado a repetir como papagayos siempre la misma noticia, “un atentado de esa índole solo es posible con el apoyo de una infraestructura estatal”.

Martín Göttlicher, científico del Instituto de Toxicología e Higiene Ambiental de la ciudad de Munich se pronunció al respecto: “Para desarrollar este tipo de sustancia no es necesario una infraestructura estatal. Es verdad que se necesitan profundos conocimientos de química y que ese veneno no se puede producir en un sótano, se necesita un buen laboratorio pero no de alta seguridad. No tiene que ser necesariamente una infraestructura estatal”.

Ahora muchas personas en el mundo se preguntan, ¿por qué estos políticos alemanes se están prestando para esta farsa?

Oskar Lafontaine, conocido político alemán por el Partido La Izquierda (DIE LINKE), daba en el clavo cuando afirmaba refiriéndose al caso Navalni, “cuando de representar los intereses de la delincuencia política estadounidense en el ámbito político alemán se trata, siempre aparecen en escena las ya conocidas marionetas a sus servicios” a los cuales catalogó de “traficante de influencia”(…..)“Si uno escucha las declaraciones de estas marionetas estadounidenses este fin de semana sobre el caso Navalni, debemos preguntarnos si están ciegas, son tontas o si están compradas”, continuó.

Según el destacado político, cuando se trata de representar en la “primera linea del frente” los intereses de la Casa Blanca en el contexto político alemán, habría que mencionar a Heiko Maas, uno de los pocos ministros de relaciones exteriores en el mundo que sigue considerando a Juan Guaidó como el presidente legítimo de Venezuela. El ministro alemán en una entrevista al periódico “Bild” tuvo la desfachatez de amenazar a Putin con cancelar el “Proyecto de Gasoducto Nord Stream 2” (en alemán Pipeline-Projekt Nord Stream 2) que garantizará el suministro de gas natura de Rusia a Europa.

¿A qué proyecto se refiere el ministro alemán?

Para dar respuesta a esta pregunta debemos ante todo conocer que las reservas de gas y de petróleo de Rusia juegan un papel fundamental en el abastecimiento energético de Europa Occidental. Solo en el 2019 Alemania importó alrededor de 55,6 mil millones de metros cúbicos de gas natural a través de los gasoductos que actualmente están conectados directamente con Rusia. Esta cifra representa el 51 % del gas natural que se importa en Alemania y el 41 % que se importa en los países de la Unión Europea. Estamos hablando de un volumen de 171 mil millones de metros cúbicos de gas natural exportado anualmente por Rusia a la Unión Europea.

De concretarse este nuevo proyecto, a partir de enero del 2021 está planificado transportar hasta 55 mil millones de metros cúbicos de gas natural ruso directamente hacia Alemania y desde este país proveer a otros países europeos. Un negocio redondo del que se beneficiaría la economía rusa, la alemana y la de otras naciones europeas.

El consorcio ruso Gazprom asume la mitad de los costos de la construcción del gasoducto valorado en 9,5 mil millones de Euros es su propietario absoluto. La otra mitad los asume el Grupo Empresarial alemán Wintershall Dea y Uniper, también la Empresa austriaca OMV, el Consorcio inglés Royal Dutch Shell y la empresa francesa Engie.

¿Qué tiene que ver Donald Trump en el asunto?

Desde hace años el gobernante estadounidense está haciendo todo lo posible por evitar la materialización del proyecto. Para lograrlo han recurrido a todo tipo de artimaña sobre todo sancionando a las empresas vinculadas a la construcción del mismo. Hace unos meses lograron paralizar las obras debido a que las barcos encargados del transporte de los materiales de construcción cedieron a las presiones del Departamento del Tesoro estadounidense. Según la Casa Blanca quieren evitar que Europa, especialmente Alemania, dependa del gas natural ruso y que Rusia se enriquezca exportando su gas natural a la Unión Europea. Este es el cuento que nos hacen, la realidad dice otra cosa. El objetivo de Donald Trump y su camarilla es que sea EE.UU. quien provea a la Unión Europea de gas natural. Por esa razón no nos sorprendimos cuando hace unos días el presidente estadounidenses afirmó estar a favor de que Alemania cancele el proyecto del Gasoducto Nord Stream 2 gracias a “Novishok“.

¿Qué interés puede tener el Kremlin en atentar contra la vida de un opositor que no tiene ninguna influencia en el ámbito político ruso a sabiendas de que un hecho de esta envergadura pondría en riesgo la cooperación económica con la Unión Europea?

Suena macabro, pero en caso de que Navalni fuera de “interes” ruso, habría que ser un tonto y estar loco de remate para utilizar un “agente de producción nacional” tan conocido en occidente como el “Novishok” para deshacerse de él.

Dentro de algunas semanas son la elecciones presidenciales en EE.UU.. ¿Se imaginan quién sería el más favorecido si los políticos alemanes lograran cancelar un proyecto de esa envergadura con Rusia?

¿Se acuerdan que hace unos días un político noruego había propuesto a Donald Trump como candidato al Premio Nobel por la Paz? Esto también ocurre semanas ante de las elecciones presidenciales en EE.UU.

Estas son las marionetas al servicio de los intereses geopolíticos estadounidenses en Europa, perfectos traficantes de influencias a los que se refería el político alemán Oskar Lafontaine.

Según una encuesta hecha en Alemania sobre “los miedos de los alemanes”, el presidente estadounidenses Donald Trump supera el “Coronavirus”. El 3 de novienbre los estadounidenses elegirán a su presidente. El 53 % de los alemanes considera que una reelección de Trump sería un horror, una catástrofe. El inquilino de la Casa Blanca ocupa el primer lugar en la escala de “los miedos de los alemanes”. Según el profesor M. G. Schmidt, politólogo de la Universidad Ruprecht-Karl de Heidelberg, el miedo que sienten los alemanes es justificado, “con su política exterior, Trump provoca continuamente graves embrollos internacionales”.

Este es el embrollo que ahora tienen políticos y grupos empresariales alemanes por no tener el valor de hacerle frente a la política de Gran Garrote ( Big Stick) de Donald Trump, el presidente más peligroso del mundo en estos momentos.

 

 

*Justo Cruz, residente cubano en Alemania, Coordinador de Cuba Sí.

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