Por Hedelberto López Blanch*/Foto Virgilio Ponce - Este artículo es una Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.


 

¿Cómo un gobierno que desde su fundación ha practicado políticas terroristas contra numerosos países, puede catalogar que otro Estado las realice, sin pruebas y solo con falacias? La respuesta es obvia: por la prepotencia de un régimen imperial en caída que trata de justificar sus acciones a través de posiciones de fuerza. 

La reciente declaración de la administración de Donald Trump de incluir a Cuba en la lista de las naciones que promueven el terrorismo, lejos de ser absurda, incongruente y perversa, es el resultado de la frustración del régimen estadounidense por no haber podido derrocar al gobierno revolucionario de la Isla del Caribe pese al enorme bloqueo económico y financiero a que ha sido sometido ese país durante 60 años.

Derrocar y destruir por cualquier vía al gobierno cubano ha sido una constante en las diversas administraciones estadounidenses pero la mayor obsesión ha recaído en la actual presidencia de Donald Trump junto a su equipo neofascista que apuestan por controlar a Cuba para tratar de eliminar el ejemplo de soberanía que representa para América Latina.

El 17 de abril de 2019, 58 años después que fuerzas mercenarias entrenadas y armadas por Estados Unidos comenzaron una invasión a Cuba la que fue derrotada por el  pueblo, encabezado en ese entonces por su líder Fidel Castro Ruz, Washington dio vía al Título III de la agresiva Ley Helms-Burton, un mecanismo que muestra el carácter extraterritorial del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto contra el país caribeño y que permitiría a nacionales de Estados Unidos llevar a los tribunales a quienes “trafiquen con propiedades norteamericanas” en Cuba.

Ello incluyó la posibilidad de iniciar demandas contra personas de terceros países que inviertan en el territorio caribeño en propiedades nacionalizadas tras el triunfo de la Revolución, el 1 de enero de 1959.

Incluso, en lo que es visto como una contradicción con el derecho internacional, ese acápite otorga autoridad de reclamantes a cubanoamericanos que eran ciudadanos cubanos en el momento en que las propiedades fueron nacionalizadas.

La medida se hace con el objetivo de presionar a los gobiernos del mundo para que no inviertan en la Isla, pues su aplicación afecta no solo a Cuba sino a compañías estadounidenses y a aliados de Washington como la Unión Europea y Canadá. Hasta ahora las pocas demandas encaminadas han fracasado.

Ese mismo 17 de abril del 2019, el exasesor de Seguridad Nacional, John Bolton, (expulsado después por Trump) se reunió con los mercenarios derrotados en Playa Girón en 1961, para anunciar nuevas medidas de cerco económico contra la isla.

Una de ellas fue la de restringir viajes por razones no familiares a Cuba que buscaría frenar el creciente flujo de personas entre los dos países y el interés de sus ciudadanos por conocer la Isla, especialmente en la modalidad de cruceros.

En 2018, más de 560.000 cubanos y alrededor de 600.000 estadounidenses visitaron a Cuba. Más de 100 vuelos y 10 cruceros semanales llegaron a puertos cubanos procedentes de Estados Unidos. Las restricciones no solo afectan la economía y derechos de nuestro pueblo, sino también agreden a los norteamericanos.

El canciller Bruno Rodríguez sentenció que ese incremento de un 20% con respecto al año anterior, evidencia la continuidad de la política de fortalecimiento de los vínculos de Cuba con sus nacionales en el exterior”.
También se afectan las remesas que los emigrados envían a la Isla del Caribe al permitir solo un máximo de 1 000 dólares cada tres meses.

Ahora, antes de salir por la puerta estrecha de la Casa Blanca, y ser catalogado como uno de los peores presidentes que ha tenido Estados Unidos, Trump ha impuesto otro cerco al bloqueo contra la Isla del Caribe al ponerla en la arbitraria lista de Estado terrorista.

La mayoría de los países del mundo la han rechazado y mientras tanto el pueblo cubano, acostumbrado a todo tipo de agresiones y sabotajes procedentes del poderoso vecino del Norte, se mantiene unido junto a su gobierno para continuar defendiendo, al costo que sea necesario, la independencia y la soberanía alcanzada aquel primero de enero de 1959.

 

 

*Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano, especialista en política internacional.

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