Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.-  La derecha mundial y particularmente la de Estados Unidos, aportan enseñanzas al actuar con odio desmedido contra países que tienen gobiernos no aceptables para ellos.


 

Un ejemplo de esa rabia enfermiza está presente en una parte de la emigración cubana, integrada por mafiosos terroristas enriquecidos con el narcotráfico y lavado de dinero, la malversación, el fraude a los servicios de salud, y una carrera política atacando con saña al pueblo de Cuba, mayor perjudicado por sus leyes y sanciones para derrocar el sistema socialista.

Para esos que se autocalifican de “paladines” de los derechos humanos, la democracia y la libertad, no existe generosidad ni respeto al prójimo, cuando se trata de destruir la Revolución cubana. La mayor evidencia está en las perenes propuestas al Congreso, de cuantas medidas puedan arreciar la guerra económica, comercial y financiera, para evitar la satisfacción de las necesidades de los ciudadanos de la Isla, a fin de que culpen al socialismo de sus penurias, así como invasiones y hasta días de gracia para matar.

Muestra de ello son:

La Ley de Cooperación Internacional 1961; Resolución Federal N0 1085, respecto al Embargo sobre el Comercio con Cuba 1962; Ley del Comercio con el Enemigo de 1917; Ley de Ajuste Cubano 1967; Regulaciones al Control de los Activos Cubanos1963; Ley para la Democracia en Cuba (Ley Torricelli) 1992; Ley para la Libertad y la Solidaridad Democrática Cubanas (Ley Helms-Burton) 1996 y Ley de Sanciones Comerciales e Incremento del Comercio 2000.

Esa derecha mafiosa que estimula las acciones terroristas y la subversión contra la Isla, tiene encadenada la política exterior de Estados Unidos, reafirmado en días pasados por la actitud de María Elvira Salazar, Representante al Congreso por Florida, quien presionó al Secretario de Estado, a prometerle que cualquier cambio de la política hacia La Habana, se consultaría con la emigración cubana, aunque el alto funcionario respondió que la consulta la hará con el Congreso, situación que no hacen con otra nación. 

Otra enseñanza de su “democracia” y “respeto” a los derechos humanos, se observa en la forma despiadada que tienen contra aquellos que no comparten sus posiciones políticas. Tal es el caso del golpe militar, con secuestro incluido, contra Manuel Celaya en Honduras, apoyado por miembros de la mafia anticubana de Miami. Ese presidente constitucional fue trasladado a México en ropa de dormir, hecho insólito no condenado por Estados Unidos ni la OEA.

La misma receta la aplicaron en Venezuela contra Hugo Chávez Frías, secuestrado y encarcelado en una base militar con la intención de asesinarlo, hecho que contó con el respaldo de varios países, entre ellos España, más el silencio cómplice del Parlamento Europeo y la OEA.

Acusaciones sin pruebas legal alguna, fueron hechas mediante campañas de prensa organizadas por la derecha, contra Dilma Rousseff, presidenta de Brasil, con el objetivo de sacarla del poder, hecho repetido y ampliado en el caso de Luis Ignacio Lula, a quien con marañas legales lograron dejar fuera del juego político y encarcelarlo durante 580 días, acusado de corrupción sin pruebas.

La persecución que ejecuta la derecha es despiadada y la situación del expresidente de Ecuador, Rafael Correa, es una evidencia aplastante, condenado con argumentos falsos para prohibir su reelección.

Cristina Fernández de Argentina, es muestra de hasta dónde es capaz de llegar esa derecha fascista dirigida por Washington, autoproclamada “democrática”. Ella sufre de un acoso brutal, con el contubernio de la OEA, el Parlamento Europeo y el Consejo de derechos humanos de la ONU.

Sus residencias han sido registradas con ensañamiento, como no hacen a los narcotraficantes connotados. La cruzada mediática para destruir su imagen política ante el pueblo, no tiene paralelo y los planes para encarcelarla, prueban de lo son capaces de hacer con sus adversarios.

El golpe militar en Bolivia, diseñado por la CIA para arrebatarle la victoria electoral a Evo Morales, es una mancha más en la política yanqui, recordando los golpes ejecutados en los años 70 del siglo XX y la Operación Cóndor. Evo fue acusado de fraude sin pruebas, con la colaboración absoluta del agente CIA Luis Almagro, secretario general de la OEA, quien le dio el puntillazo formal a la difamación del fraude.

En Bolivia se constató la forma grotesca e impune de organizar una persecución política contra quienes defienden la soberanía de su pueblo y la independencia de Estados Unidos.

Los principales funcionarios del gobierno de Evo Morales, aún en posesión de sus cargos, fueron perseguidos y encarcelados, por eso algunos tuvieron que asilarse en embajadas, las que fueron cercadas por el ejército a la espera de una orden de la embajada yanqui para asaltarlas.   

Si en Venezuela hubiesen apresado y condenado a Juan Guaidó, por todos los delitos cometidos, como hicieron con Lula en Brasil, Estados Unidos con la participación del ejército colombiano, estarían invadiéndola y asesinando a sus principales líderes, con todo el respaldo de la OEA y la Unión Europea.

Pero las lecciones enseñan quién es cada cual, y así vemos como senadores yanquis como Marco Rubio, exigen al Consejo de Derechos Humanos que sancione a Cuba por inventadas represiones contra los asalariados de Estados Unidos, que nadie ve.

Rubio aplaudió el injusto encarcelamiento de Lula Da Silva y defiende al contrarrevolucionario Maykel Osorbo, rapero cubano de 7ma categoría, quien publicó en las redes sociales su falta de respeto a un policía, cuando le entregaba una citación oficial y pide una invasión a Cuba, algo que en Estados Unidos le hubiese costado una buena paliza y posiblemente hasta la muerte, como le sucedió a George Floyd.

Los yanquis, máximos violadores de todos los derechos, se sienten con el derecho de acusar a otros, sin tener un mínimo de moral.

Tomemos experiencias de la derecha y apliquemos las leyes contra sus asalariados cuando las violen, denunciándolos por todos los medios de prensa, incluidas las redes sociales, para que el mundo conozca la verdad, porque como expresó José Martí:

“No se ha de permitir el embellecimiento del delito, porque es como convidar a cometerlo”

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