Wilkie Delgado Correa* - Cubainformación.- Sin un poco de sueño y de utopía no habría revolucionarios. Fidel


    Los idearios de Martí y de Fidel han estado  permeados por el ideal noble de que los hombres no sólo  aspiren a la libertad, a la dignidad, a la justicia, a la  solidaridad y a la paz, sino que las alcancen en un proceso  difícil. Esa conquista no les será dada por los vientos de la casualidad ni por la magia venturosa surgida del cielo o  de la tierra. Ella será el fruto del propio trabajo de los hombres, en una lucha de vida o muerte contra las fuerzas  que por una y otra razón se le oponen en su marcha hacia la  felicidad.

   Hans Selye[1] fue capaz de sintetizar la esencia de este  desafío para los hombres. Al respecto dijo:"Para convertir  un sueño en realidad, el primer requisito es la capacidad de  soñar, y el segundo, la perseverancia, es decir, la fe en el  sueño".

  Tres núcleos de ideas conforman esta frase. Primero, que los  sueños, a pesar de su carácter ideal, no son pura utopía,  sino que pueden materializarse. Segundo, que para el logro de lo primero, es indispensable que se posea la capacidad de soñar, la imaginación creadora de algo ideal que algún día se hará indefectiblemente una realidad. Tercero, que la vía  que conduce a la realidad, es la persistencia y lealtad al sueño, la convicción de que ese sueño es verdadero y digno de amarse  y, además, de que sólo la acción, los esfuerzos y los sacrificios perseverantes de hombres, pueblos y  generaciones, ya sea por años o por centurias, harán posible su génesis, su desarrollo y su plasmación en carnes de realidad.

   Al respecto, son claves estas ideas de Fidel:

   “Las revoluciones suelen tener sus períodos de utopía en que sus protagonistas, consagrados a la noble tarea de convertir en realidad sus sueños y llevar a la práctica sus ideales, creen que las metas históricas están mucho más próximas y que la voluntad, los deseos y las intenciones de los hombres por encima de los hechos objetivos lo pueden todo. No es que los revolucionarios deben carecer de sueños ni tampoco de férrea voluntad. Sin un poco de sueño y de utopía no habría revolucionarios. A veces los hombres se detienen, porque consideran insuperables obstáculos que son superables. Nuestra propia historia demuestra que dificultades al parecer invencibles tenían solución. Pero el revolucionario tiene también el deber de ser realista, adecuar su acción a leyes históricas y sociales, y a beber en el manantial inagotable de la ciencia política y la experiencia universal los conocimientos que son indispensables en la conducción de los procesos revolucionarios. Hay que saber aprender también de los hechos y de las realidades.”[2] 

   “Pero ninguna idea triunfa así, fácilmente. Para que una idea triunfe hay que empezar a pensarla bien, hay que predicarla, hay que defenderla, hay que persuadir a mucha gente, y entonces al final la idea triunfa…”[3] 

    Fidel ha afirmado que para salvar la Revolución se ha trabajado frente a todos los obstáculos naturales que toda revolución encuentra en su camino, más los obstáculos que en el camino de toda revolución siembran sus enemigos, más los obstáculos que en el camino de toda revolución siembran los errores de sus amigos y de los propios revolucionarios.

   Al contrario de los que piensan algunos que parece han visto el triunfo como caído del cielo y que, tal vez, la Revolución les parece obra de la casualidad o del azar, esta ha sido fruto del trabajo previsor y del trabajo constante de los hombres que durante muchos años han venido enfrentándose a grandes y gigantescos obstáculos. Y no se podrá negar que en Cuba hubo una revolución que hizo justicia, que estableció la igualdad y la dignidad para todos los ciudadanos sin excepción.

   Cabe, pues, la felicidad de haber abierto un camino hacia la felicidad, cabe la felicidad de estar  demostrando lo que el hombre es capaz de hacer; que la justicia es posible, que la inteligencia con que el hombre viene al mundo, bien cultivada, pudiera acercarse a resultados que hasta hoy en la historia de la humanidad han sido simple utopía.  Cabe la satisfacción de la conversión de una utopía en realidad.

   Los hombres y los pueblos de cualquier época tienen desafíos difíciles que vencer y, generalmente, las condiciones que  requieren para librar sus luchas para transformar las  realidades, destruyendo las caducas y construyendo las nuevas y las del porvenir, son adversas o, al menos, no  enteramente propicias.

   De ahí la gran visión que tuviera José Martí sobre esta  misión transformadora de los pueblos y de las revoluciones, cuando afirmara:

   "Pero los pueblos no están hechos de los  hombres como debieran ser, sino de los hombres como son. ¡Y  las revoluciones no triunfan, y los pueblos no mejoran si  aguardan a que la naturaleza humana cambie; sino que han de  obrar conforme a la naturaleza humana y han de  batallar con ellos  como son  ‑ o contra ellos!" [4]

   Por lo tanto, en el pensamiento de Fidel existen coincidencias esenciales con el ideario de Martí, hay continuidad renovadora y  existe un desarrollo creador acorde con los tiempos.

   La realidad cubana de hoy y, en especial, su obra colosal en  el campo de la educación y la política, tiene su fundamento en esas ideas  cardinales, en esos sueños visionarios y en esas batallas  perseverantes de Martí y de Fidel, que son concreción y  reflejo de lo más descollante de las generaciones de hombres  notables del pueblo cubano, y  también son, por eso mismo, la  expresión de las aspiraciones, ideas, sentimientos y acciones del pueblo cubano.

   En fin, se puede concluir que la revolución ha realizado en  Cuba una obra política y educacional que se corresponde con las ansias  y el quehacer del pueblo cubano, inspirado en las ideas que  han sido luz y sol de nuestros tiempos y de los tiempos por  venir. Esta obra, si bien no es perfecta ni ha alcanzado aún la cumbre de las posibilidades en todos los campos, es una  obra colosal cuando se observa desde la perspectiva de las bases existentes en sus orígenes y de las condiciones difíciles diversas en las cuales se ha ido llevando a cabo.  Pero hay motivos suficientes para admirarla y decir con  Fidel que un día habrá que levantarles un monumento a los educadores, como habrá que levantarle un monumento gigantesco  a todo el pueblo.

   Y pienso que la humanidad mira hacia el sol. Y el sol le da luz, la fortifica, la atrae, la enamora, la forja, la salva, y la alienta a alcanzarlo a pesar de su lejanía; a alcanzarlo con sus manos o con sus sueños, su imaginación, su inteligencia, y sus luchas por una vida y un futuro mejores.

 

 


[1] Hans Selye, médico y fisiólogo austrohúngaro (1907-1982), y autor de la teoría sobre el síndrome general de adaptación, que plantea que existe una respuesta del organismo vivo al estrés.

[2] (Fidel Castro: Informe presentado al I Congreso del Partido Comunista de Cuba. 17-12-1975. En  Ideología. conciencia y trabajo político ideológico,. Editora Política, La Habana, 1987, p. 17-18)

[3]  (Fidel Castro: Discurso 20-7-1975. En  Ideología. conciencia y trabajo político ideológico,. Editora Política, La Habana, 1987, p. 54-55)

[4] (OC,  2-62)

 

*Doctor en Ciencias Médicas, Doctor Honoris Causa, Profesor Titular, Consultante y Profesor de Mérito de la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba.

 

 

 

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