Geraldina Colotti - Resumen Latinoamericano / Cubainformación.- Con motivo del Segundo re-encuentro con la Madre Tierra, organizado en Caracas, conversamos con el diputado Ricardo Molina, presidente de la Comisión de Ecosocialismo de la Asamblea Nacional.


Has tenido puestos importantes y repetidos en la revolución bolivariana. ¿Cuál es tu papel ahora?

Desde 2010 he sido Ministro de Hábitat y Vivienda, primero con el Comandante Hugo Chávez, luego con el Presidente Nicolás Maduro. En 2015, fui elegido diputado en el Parlamento, luego el presidente me nombró ministro de Transporte y vicepresidente del Gobierno para el sector de Servicios. Luego, durante el período de violencia callejera de la oposición, me comprometí con el proyecto de la Asamblea Nacional Constituyente que, como sabemos, era una medida necesaria y muy importante para restaurar la paz y defendernos de la continua agresión de Estados Unidos. En 2017, fui elegido como constituyente. Posteriormente, en 2020, participé en la campaña por la recuperación de la Asamblea Nacional que tomó posesión en enero de este año y fui elegido diputado. Actualmente presido la Comisión Permanente de Ecosocialismo de la Asamblea Nacional, que lleva a cabo el proyecto y los ideales ecosocialistas, basados en la visión bolivariana y humanista del Comandante Chávez, en defensa de la Madre Tierra. También tengo otra misión en la Escuela Bolivariana de Planificación: seguimos formando cuadros en los diferentes niveles de gobierno nacional, regional y municipal, y especialmente – y más importante – a nivel comunal.

¿Cómo se organizó el Segundo reencuentro con la Madre Tierra y con qué objetivos?

En abril de 2021, tuvo lugar el Primer re-encuentro con la Madre Tierra en La Paz, Bolivia, organizado por el gobierno multinacional y los movimientos sociales. Desde allí, se hizo un llamado a los distintos movimientos y gobiernos del mundo sobre la necesidad de luchar por el cambio climático y la defensa de los derechos de la Madre Tierra. Hemos propuesto que la Segunda reunión se realice en Caracas. La Asamblea Nacional aprobó la propuesta durante la sesión plenaria del Día Mundial del Medio Ambiente y el Congreso Bicentenario de los Pueblos, celebrado en junio para conmemorar la batalla de Carabobo, la asumió, relanzándola durante la cumbre de los países del Alba TCP, que tuvo lugar en Caracas en presencia de su secretario ejecutivo, Sacha Llorenti, y de varios gobiernos del organismo multilateral, todos de acuerdo en asumir la tarea. Esto Segundo re-encuentro es fruto del trabajo conjunto con muchas instituciones: la AN, el Poder Ejecutivo, el Ministerio de Ecosocialismo, el Ministerio de Planificación y la participación de la Secretaría Ejecutiva de Alba, y se ha propuesto dos objetivos. El primero es seguir avanzando en la constitución de un gran movimiento de movimientos, en línea con el V objetivo histórico de nuestro Plan de la Patria. Chávez fue muy claro: sin organización popular no podemos avanzar hacia la construcción de un mundo nuevo. Por tanto, es necesario conformar este gran movimiento de movimientos en el que sea presente toda la diversidad de posiciones y también de visiones, pero unidas por un mismo interés: la preservación del planeta para garantizar la continuidad de la especie humana. El segundo objetivo fue llegar a una propuesta compartida y colectiva resumida en un documento, que presentamos a la Secretaría Ejecutiva del ALBA-TCP, con la aspiración de que sea llevada por los países miembros a la próxima reunión COP26, que tendrá lugar en Glasgow del 1 al 12 de noviembre.

El proceso bolivariano es blanco de un ataque polifacético del imperialismo, especialmente después de la muerte de Chávez. Un ataque a los derechos y logros del pueblo venezolano, pero también a su resistencia y pensamiento critico. ¿Cómo lo analiza y cuál ha sido tu experiencia?

Inmediatamente después de la desaparición física del Comandante, el imperio y la oposición piensan que el proceso revolucionario terminaría con la desaparición de su líder. En cambio, su sueño poco a poco se va haciendo realidad porque, a pesar de la ausencia y el dolor, nosotras y nosotros lo estamos haciendo realidad, estamos defendiendo y concretando los ideales chavistas. Siempre les digo a los jóvenes que debemos darnos cuenta del significado histórico de lo que está sucediendo en Venezuela y que tenemos la suerte de vivir. Después del marxismo, que mantiene toda su profundidad y complejidad filosófica y política, no parece que veamos en el mundo la consistencia y el desarrollo de un «fidelismo», un «guevarismo», e incluso un «maoísmo». En cambio, comenzamos a ver cómo la visión chavista se está extendiendo por el mundo. El Comandante dejó un legado extraordinario, que poco a poco se va convirtiendo en una doctrina de vida, un mensaje y un ejemplo para los pueblos del mundo. Entender esto es entender por qué el proceso bolivariano no ha sido derrotado y no lo será. Podemos decir que cuanto más ataca el imperio, más ponemos a prueba al chavismo y su filosofía de vida. Chávez tuvo una inmensa capacidad para formar permanentemente al pueblo y desarrollar el bolivarianismo, y dejó una guía valiosa para Venezuela y América Latina en el Plan de la Patria. Este ataque multiforme e incesante encontró una barrera en la vitalidad del chavismo, porque Chávez no es un modelo, una consigna o una marca, sino un ideario profundo con el que nos hemos defendido y seguiremos defendiéndonos.

El veto de Estados Unidos impide que se desembolse el financiamiento que brindan las instituciones internacionales, violando las mismas reglas de estos organismos, como el Fondo Monetario Internacional, del cual Estados Unidos es el principal accionista. ¿Qué ha supuesto esto con respecto a la defensa del medio ambiente?

Todas las medidas coercitivas unilaterales e ilegales, impuestas a nosotros y a muchos otros países sin que la ONU o la «comunidad internacional» se molesten en detenerlas, han afectado a todos los ámbitos de la vida: desde el económico hasta el social y político, al ambiental. La imposibilidad de acceder a financiación internacional, por ejemplo para realizar estudios y investigaciones, ha ralentizado pero no bloqueado nuestros proyectos. Ciertamente, podríamos haber avanzado más si hubiéramos podido seguir utilizando nuestros recursos nacionales, si nuestra principal industria petrolera, PDVSA, no hubiera sufrido un asedio tan feroz, que no solo afecta el comercio, sino que involucra el sabotaje de varias instalaciones petrolíferas, la inaccesibilidad a tecnología y a los repuestos. La drástica caída de los ingresos nacionales también ha limitado la formación y adecuación tecnológica de las distintas industrias, producidos retrocesos o la desaceleración en las actividades de mitigación o recuperación de daños ambientales, que no hemos podido lograr aunque están ampliamente previstas en nuestro plan de desarrollo. Al imponer medidas coercitivas unilaterales, Estados Unidos y sus países satélites impiden el desarrollo tanto humano como ambiental.

Los informes de la oposición golpista y sus organismos autoproclamados en el exterior acusan al gobierno bolivariano de ser «un Estado fallido que viola los derechos humanos y de la naturaleza» ¿ Qué responde a estas acusaciones teniendo en cuenta que Venezuela ha puesto el eco-socialismo como Quinto objetivo del Plan de la Patria?

Esta también, como todas las demás acusaciones infundadas que nos hacen, responde a un plan que no diseñaron ellos, sino sus titiriteros, para debilitar y destruir el sueño bolivariano y chavista. El eco-socialismo es un tema transversal a los Cinco objetivos históricos del Plan de la Patria que determina la visión de nuestra soberanía. Estamos construyendo nuestro socialismo con una visión eco-socialista. Concebimos el desarrollo económico, a partir de todos los recursos naturales que tenemos la suerte de tener en nuestro territorio, desde una perspectiva eco-socialista. Promovemos una nueva relación entre pueblos y países hermanos basada en el eco-socialismo, transversal a la política, la economía y el desarrollo de la patria. Por eso, lo único que le queda a esta derecha es repetir el cliché del “Estado fallido”, de la violación de los derechos humanos y ambientales. Es falso. En Venezuela existe un Estado fuerte, con sus 5 poderes en plena actividad, independientes como la Constitución establece y con una política de respeto a los derechos humanos nunca vista antes 1999. En Venezuela no hay tortura, asesinato o desaparición de jóvenes progresistas como sucedió durante la IV República, porque tenemos una visión profundamente humanista y un profundo respeto por la naturaleza. A pesar de las «sanciones», el ejecutivo está haciendo un gran esfuerzo para diseñar políticas de protección ambiental, para adecuar los procesos industriales. La Asamblea Nacional está trabajando arduamente para actualizar el marco legislativo con proyectos de ley contra el cambio climático. Políticas que la derecha no ha traído y no puede llevar a cabo porque en primer lugar protege los intereses del capital.

Uno de los argumentos más utilizados, incluso por cierta izquierda confusa en Europa, es el de la crítica al modelo extractivista, que muchas veces no considera ni las condiciones materiales de desarrollo de los países del sur, ni los costos de una reversión tecnológica, aún más gravosos en un país bloqueado como Venezuela, ni la necesidad de “cambiar el sistema para cambiar el clima”, como dijo Chávez. En particular, se acusa al gobierno bolivariano de haber dado vía libre a la minería ilegal y a la explotación sin control de recursos por parte de empresas privadas extranjeras, particularmente en la zona del Orinoco. ¿Qué respondes a esto?

Es parte del plan: nos bloquean, imponen brutales «sanciones» en todos los ámbitos y cuando buscamos la manera de satisfacer las necesidades de nuestro pueblo nos acusan de extractivistas, de destruir la naturaleza, etc. Es un ataque vulgar: te estrangulo y si quieres respirar, tú eres el culpable. Esto es el imperialismo, actúa según su naturaleza. Se prevé un amplio plan de desarrollo para el Arco Minero, que se encuentra solo en sus inicios. Se trata de revertir y racionalizar la lógica extractivista que, desde 1492, se ha desarrollado esclavizando y destruyendo pueblos y recursos naturales, independientemente del daño que produce con las minas ilegales: prostitución, drogas, explotación infantil … Al proyecto Arco Minero subyace un profundo respeto a la humanidad y los derechos humanos en esta área de trabajo, y prevé un conjunto de actividades coordinadas para la rehabilitación del contexto una vez concluida la actividad extractiva. No pueden negarnos el derecho a extraer nuestros minerales que hoy todavía garantizan, a pesar de las limitaciones, bienes y servicios necesarios para nuestro pueblo.

En el centro de las críticas está la ley de Zonas Económicas Especiales como parte de la Ley contra el bloqueo. ¿Cuál es tu opinión?

Sobre las Zonas Económicas Especiales se está desarrollando una discusión en todo el territorio nacional, que cuenta con la participación de diversos sectores y sujetos sociales: políticos, empresarios, también vinculados a la oligarquía, y luego sectores populares como comunas, empresas de producción social, etc. Una discusión necesaria para impulsar el desarrollo económico en áreas que tienen ventaja en la disponibilidad de bienes naturales que pueden transformarse en productos de uso nacional o de exportación. Se necesita mucho orden y planificación para impulsar un desarrollo distinto al capitalista, para generar puestos de trabajo no basados en la explotación, sino en el aporte y la energía que todas y cada uno pueden aportar. Dada la situación actual, existe una gran expectativa por las leyes que regulen un aspecto ya contenido en el Plan de la Patria, especialmente en el Tercer objetivo histórico, en el que se prevé una serie de acciones concretas para transformar la visión económica de la explotación extractivista en una visión de la economía compartida y colaborativa en la que todas y cada uno de nosotros podemos desplegar nuestra inteligencia y nuestra energía vital para el colectivo.

La llamada «transición ecológica» está en el centro de la agenda económica de Biden. ¿Qué significa esto para los países del sur?

Hay que estar alerta porque no enfrentamos a un nuevo paradigma. En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, el imperialismo inventó el esquema de la «lucha contra el comunismo». Y así invadió pueblos, asesinó presidentes, torturó y hizo desaparecer a los opositores, derrocó gobiernos. Luego vino un nuevo paradigma, el de la «lucha contra el terrorismo». Estados Unidos se ha elegido a sí mismo como defensores de la humanidad y gendarme del mundo. Y nuevamente, los pueblos han sido invadidos, los presidentes han sido asesinados, los opositores han sido torturados y ha habido desapareciones, los gobiernos han sido derrocados y todo esto. En mi opinión, ahora le toca el turno a un nuevo paradigma, el de la protección ambiental y la transición ecológica. Si los pueblos del mundo no logran imponer su fuerza organizativa para defenderse y promover el ideal socialista, con el pretexto de luchar contra el cambio climático, el imperialismo intentará seguir el mismo patrón. Independientemente de las indicaciones de la ONU, podrá invadir pueblos, asesinar presidentes, torturar y hacer desaparecer opositores, derrocar gobiernos. Si como pueblo necesitas consumir carbón, el imperialismo lo prohíbe. Si tienes petróleo, como se te considera limitado respecto al amo del mundo, te invade, impone un gobierno títere que explota los recursos según sus intereses para seguir imponiendo el mismo modelo al mundo, en el nombre de la protección del medio ambiente. Espero estar equivocado, pero este es el nuevo paradigma que surge de las palabras de Biden y sus funcionarios sobre la transición ecológica. Un discurso basado, además, en una gran hipocresía, considerando que Estados Unidos es uno de los países que más contamina con su desarrollo industrial destructivo y extractivista, que no respeta los derechos de la Madre Tierra y ahora pretende ser el policía mundial para defenderlos, pero contra los países del sur. Es el único país que ha contaminado inmensas áreas con uranio y plutonio con la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima y Nagasaki. Realmente, debemos estar alerta.

En el acuerdo firmado en México entre el gobierno venezolano y la oposición golpista, el fin de las medidas coercitivas unilaterales y la devolución de los recursos robados de Venezuela fueron puntos esenciales. ¿Cómo se pueden poner en práctica en su opinión?

Esperemos que así sea, pero honestamente no creo que esto dependa de las decisiones de los venezolanos de la oposición en México. Será el imperialismo el que decida si podemos importar tecnología, exportar nuestro petróleo, comerciar con el exterior. Estados Unidos decidirá, no la oposición extremista. Y esperamos que estas negociaciones los lleven a tener sentido, y que comprendan que ya no pueden seguir imponiendo criminales contra un pueblo solo porque no comparten sus orientaciones políticas. Los resultados del acuerdo son un buen augurio, pero me temo que el tema va mucho más allá del ámbito nacional.

El modelo imperialista estadounidense ha vuelto a demostrar su fracaso en Afganistán. ¿Cuál es su análisis del contexto internacional?

Estados Unidos ha sido derrotado en varias ocasiones por los pueblos que invadió y que han decidido autodeterminarse y decidir su futuro en función de su propia forma de vida, su propia cultura. Con respecto al Afganistán, sin embargo, creo que debemos considerar un hecho esencial. Los talibanes siempre han existido, como una facción minoritaria y con su visión religiosa profundamente fundamentalista. ¿Quién los hizo crecer de esta manera? Estados Unidos fabricó, organizó, armó y utilizó a cierto Binladen para hacerle cometer crímenes atroces dotándolo de un inmenso ejército. Lo utilizaron para destruir un proyecto de sociedad avanzada, un gobierno que, en la época de la Unión Soviética, había cambiado las condiciones de un país plagado por un 95% de analfabetismo, construyó escuelas, centros de salud gratuitos y hizo avanzar los derechos y la participación política de las mujeres afganas. Con el apoyo de Estados Unidos, ese gobierno fue derrocado y Mohammad Najibullah, el cuarto y último presidente de la República Democrática de Afganistán, fue torturado públicamente y asesinado por los talibanes. Desde entonces, ha comenzado el suplicio del pueblo afgano. El interés imperialista es de mantener esta región en el caos, con el fin de desviar la atención de los pueblos y gobiernos chino y ruso y seguir realizando redadas en el mundo para imponer su propia dominación. Si Afganistán puede interpretarse como una derrota de la política exterior de Estados Unidos, también es cierto que no fue un gobierno de liberación nacional a derrotarla. Por el contrario, los talibanes están sometiendo a toda una sociedad con el apoyo de Estados Unidos que, no olvidemos, no está abandonando Afganistán, dado que inmensas bases militares, armas de alta tecnología, helicópteros y radares de última generación permanecen en el territorio y a la orden de militares entrenados para operar. No se trata de la liberación de un pueblo, sino del establecimiento de un gobierno que garantice la esencia de la visión imperialista estadounidense cuyo papel será seguir desestabilizando las fronteras con Rusia y con China y toda esa zona del mundo.

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