Por Octavio Fraga Guerra* - Cinereverso - Cubainformación.- La semiótica es la ciencia que estudia los diferentes sistemas de signos que potencian la comunicación entre individuos y sociedades, así como sus modos de elaboración, funcionamiento y recepción. Cualquier imagen está sujeta al ejercicio discriminatorio de los constructores de significados. Una foto, que tiene la cualidad de congelar un momento, arropa en todos sus vértices plurales trazos, requeridos volúmenes para legitimar la corporeidad complementada con tonos y colores.


Tras muchas lecturas del “objeto” se edifica un arsenal de re-significados conceptos o teorías, dispuestos en soliloquios, entrevistas, textos sustantivos o video ensayos. El tiempo los despliega en calendarios y asienta como lecturas individuales donde caben otras respuestas multiplicadas en la sociedad.

El crítico de arte apuntará hacia lo dialógico de la imagen. El politólogo desarrollará sus teorías en torno a las variables que sustentan la pieza escrutada. El economista desgranará una suma de integrales y derivadas en alguna ecuación. El psicólogo hará enconadas lecturas de los gestos, la posición del cuerpo y otras posturas presentes en los vértices de la imagen. Y así, cada lector especializado, arrugará letras para articular su otro discurso.

Sin embargo, esta foto entraña dos desafíos: habitan tan solo tres “personajes” (algunos podrían afirmar que cuatro) y el escenario, —vital para cualquier reflexión teórica—, que es de una sobriedad aplastante.

No se advierten encumbrados paisajes, ni cielos de una descomunal belleza. Tampoco se avizoran encendidas cascadas de agua dispuestas por la naturaleza para desatar la escritura de la poesía, icónicos recursos de la geografía, oportunos para labrar la “dispersión” ante el cuadro que nos revela un conflicto.

Unos pocos arbustos son aceptados por el autor en el encuadre, incluidos para triangular la foto, esencial para la composición de la imagen. Otro detalle, no menos relevante: el suelo de esta crónica ralla en la sequedad, esquirlas de la desolación de un paraje limítrofe donde se sobreponen grandes piedras, figuras expresivas de la escena que subrayan lo agreste del lugar.

En un plano superior, en el tercio derecho de la foto, un agente de la patrulla fronteriza de los Estados Unidos montado sobre un caballo de prominente estatura. En los otros dos tercios (centro e izquierda), dos inmigrantes haitianos en posición inferior, claramente a la defensiva, en postura de estampida. El agente arremete contra uno de los haitianos agarrándolo por el cuello de su camiseta, como si se tratara de un saco inerte que “ha de colocarse en algún contenedor baldío”.

El núcleo narrativo de esta foto, que forma parte de una cobertura periodística desarrollada en la frontera entre México y Texas, destila los “caminos de una guerra”, de un “clamoroso combate contra el enemigo invasor”.

La expresión del agente boceta el odio carcomido, visceral, inmundo, de un hombre halado por las excrecencias del desprecio por el extraño. Las fuerzas y significaciones que nos revelan los pliegues laterales de su rostro, apuntan hacia ese punto donde la injustificada violencia se pone en las baldas de lo visible.

En la foto pernocta un atrezo “imperceptible” o al menos no justificado en la composición dramática de la imagen. Es una especie de cordón umbilical que une al agente fronterizo* estadounidense con el inmigrante. Tal parece que despliega una cuerda con la que pretende atar al haitiano más allá de sus brazas quebrando sus andares, las de un hombre que tan solo sostiene en sus manos bolsas de plástico donde se avistan objetos domésticos y alimentos cubiertos por termo packs.

Otras fotos, que forman parte de esta serie, nos dan la respuesta de esta injustificada “ligazón”. En algunas se advierten látigos —¡¡¡en pleno siglo XXI!!!— usados por estos “aguerridos” agentes para “contener” la ilusión de inmigrantes haitianos que sueñan con vivir en el país de las “oportunidades”.

¿Habrá vuelto Estados Unidos a la era del esclavismo? ¿O es que ese flagelo no se fue de los pilares de la nación norteña? (Publicado en Cuba en Resumen).

Nota

*En la sicología al fronterizo se le atribuyen comportamientos como el odio hacia sí mismo, la petulancia, la ansiedad, la incertidumbre, la necesidad de aferrarse al otro. La terquedad, los impulsos violentos y autodestructivos, son tormentos que acosan a quienes padecen este trastorno.

Foto: Paul Ratje (AFP)

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