Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- No importan 62 años de fracasos y millones de dólares perdidos, la obsesión enfermiza de los yanquis por destruir a la Revolución cubana persiste, siempre con la ilusión de que las nuevas generaciones puedan ser influidas, al no tener satisfechas sus necesidades, de ahí que Biden mantiene intactas las medidas impuestas por Donald Trump, para reforzar la guerra económica, comercial y financiera.


Ahora, todos los esfuerzos de la CIA van dirigidos a provocar una explosión social, que desencadene protestas callejeras similares a las de otros países, bajo los principios diseñados por Gene Sharp, de:

“Promover acciones no violentas para generar y promocionar un clima de malestar en la sociedad, entre ellas divulgación de falsos rumores. Desarrollar intensas campañas en defensa de la libertad de prensa y de los derechos humanos contra el gobierno. Lucha activa por reivindicaciones políticas y sociales, para que la gente emprenda manifestaciones y protestas que amenacen las instituciones estatales”.

Así lograron provocar los disturbios del 11 de julio 2021, después del ensayo fallido que organizaron con Tania Brugueras ante el Ministerio de Cultura, el 11 de noviembre del 2020. Por eso ahora convocan una nueva acción de protestas “pacificas”, el próximo 20 de noviembre 2021, a través del dramaturgo cubano Yúnior García Aguilera, con respaldo de la mafia terrorista anticubana de Miami, la que también sueña con lograr un paro nacional en la Isla, con apoyo de los militares cubanos, para que se unan al pueblo en las protestas contra el gobierno, el próximo 10 de octubre.

 

Por mucho que deseen darle un viso de organización civil a la convocatoria de García Aguilera, las patas del lobo se ven rápidamente, debido a la coincidencia de sus planes con los expuestos el 24 de septiembre en la sede de la brigada mercenaria derrotada en Bahía de Cochinos, por Orlando Gutiérrez Boronat, viejo zorro vinculado a la CIA y al terrorismo contra Cuba, quien relató a la prensa “las diversas acciones que han ocurrido la Isla después del 11 de julio”.

Es evidente que los objetivos están enfocados en provocar actos callejeros y medir fuerzas, todo con el respaldo mediático de la prensa internacional que no ha dejado de divulgar informaciones falsas y tergiversadas, sobre los detenidos por las acciones terroristas ejecutadas en julio, expuestas claramente en la TV, entre ellas el lanzamiento de cocteles molotov, agresiones a la policía e incluso el intento de asalto a una de sus estaciones.

Esos actos son calificados en Estados Unidos como terrorismo y sancionados fuertemente, pero en Cuba la manipulación mediática los transforma en protestas populares.

El plan con Yúnior es movilizar jóvenes, artistas o no, en varias provincias del país, principalmente en La Habana, Villa Clara y Holguín, escudándose en la petición del “respeto de todos los derechos de los cubanos, la liberación de los presos políticos y la solución de las diferencias a través de vías democráticas y pacíficas”.

A diferencia de otros países occidentales, incluidos los Estados Unidos, en Cuba la máxima dirección del gobierno se reúne sistemáticamente con diferentes sectores de la sociedad, donde dialoga con respeto sobre las problemáticas que están presentes en el país.

Religiosos, artistas e intelectuales, trabajadores y científicos exponen abiertamente sus criterios, dudas y desacuerdos, pero eso no es lo que los yanquis desean. Sus pretensiones son las de cambiar el sistema, tal como proyectan desde hace años sus ideólogos, entre ellos los que trabajan para la Brookings Institution y el Council on Foreign Relations, quienes diseñaron hace décadas escenarios para alcanzar una Transición en Cuba, por supuesto hacia el capitalismo, coincidentes con el conocido Plan Bush de 2004.

La Brookings Institution para alcanzar los objetivos de Estados Unidos, estableció metas a corto, mediano y largo plazo, entre ellas:

 

“Apoyar los activistas de derechos humanos, los periodistas independientes y el desarrollo de la sociedad civil cubana, así como la democracia de base. Otorgar licencias para las entidades del Estado cubano, así como las que no dependen del Estado, para que tengan acceso a satélites y redes de conexión de banda ancha. Establecer un programa de asistencia para la sociedad civil y otorgar licencias para la transferencia de fondos para actividades enfocadas en derechos humanos,estado de derecho, microempresas, e instrucción profesional”.

También contemplaron otras líneas de trabajo para desmontar el sociales:

“Fomentar y financiar una amplia variedad de intercambios educativos y becas que promuevan la comprensión y que provean una formación en diversas áreas, como arte, economía y periodismo, así como promover la participación en organizaciones multilaterales que mejoren los derechos humanos y que desarrollen la sociedad civil cubana”.

Estas tareas se vienen ejecutando, pero no son suficientes para materializar sus sueños, por eso organizan de forma paralela manifestaciones callejeras, con el fin de acelerar el proceso de toma de conciencia de una masa joven, carente de valores patrióticos y ética, para que participen sin temor en acciones que den al traste con el orden interno.

Los yanquis saben que la inmensa mayoría del pueblo cubano apoya al socialismo, porque conoce donde están las causas de sus penurias, ven lo que sucede en países que tienen un sistema económico capitalista, donde las oportunidades para los jóvenes son exiguas, falta el empleo, la asistencia a la salud es desigual, estudiar es un privilegio de los que cuentan con recursos y el hambre pulula, obligando a cientos de miles de ciudadanos a emigrar, huyendo del capitalismo salvaje.

Las cubanas y cubanos siempre defenderán la soberanía e independencia alcanzada. La realidad de Cuba está en sus calles, no en las redes sociales manipuladas con noticias falsas.

Las autoridades de Cuba no se dejarán provocar con planes diseñados desde Estados Unidos, donde el FBI no pudo detener a la turba de seguidores de Donald Trump, que estimulados inicialmente por este y por las redes sociales asaltaron violentamente el Capitolio de Washington, porque las protestas “pacíficas” solo necesitan de alguien que estimule la violencia, para que las masas se dejen guiar por la mentalidad de rebaño, como sucedió el 11 de julio, objetivo que pretenden los yanquis para crear el caos y  conformar después una “asistencia humanitaria”.

 

¿Por qué no ayudan a los pueblos de Colombia y Chile que reclama justicia y paz, derechos humanos, la liberación de sus presos políticos y la solución de las diferencias a través de vías democráticas y pacíficas?

Para la represión contra esos manifestantes ni una sola palabra de apoyo, pues sus gobiernos son aliados de los yanquis. Tampoco hay reclamos ni interrogantes por el trato de los más de 600 norteamericanos detenidos durante el asalto al Capitolio, entre los cuales solo 50 se han declarado culpables, según información oficial del Departamento de Justicia. Y del resto ¿qué se sabe?

Cuba es un hueso duro de roer y nunca entregará su bandera a los yanquis, porque la suerte está echada desde 1959 de Patria o Muerte y como aseguró José Martí:

“En nosotros hay masa pública que conoce y adora la libertad, la habla y escribe, la razona y acomoda a lo verdadero, y la defenderá con uñas y dientes… porque el cubano antes que la libertad, se arranca la vida”.

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