Paco Azanza Telletxiki - Cubainformación - Baraguá.- Conocí a Yunior García Aguilera hace casi once años. Aquella tarde, invitado por los y las compañeras de la AHS acudí a la presentación de varios libros entonces recientemente publicados. Entre ellos se presentaba uno de Yunior García, concretamente el titulado “Cierra la boca”, que contenía tres breves obras de teatro. Aún conservo en mi biblioteca el libro con una dedicatoria de su puño y letra.
Animado por los mencionados amigos, por la noche me acerqué al teatro de la ciudad de Holguín para presenciar la representación de una de las obras, la que daba el título a todo el libro.
Aquí al dramaturgo ya se le presentía cierto halo de disconformidad para con la Revolución. Las puyitas que lanzaron los actores y actrices en representación de sus personajes fueron notables.
Nada que objetar al respecto, sin embargo. “Las críticas, si son constructivas, no tienen por qué ser malas, más bien justo lo contrario”, me dije por aquel entonces sentado cómodamente en la butaca del teatro Eddy Suñol y recordando a José Martí cuando expresó: “Los pueblos han de vivir criticándose, porque la crítica es la salud; pero con un solo pecho y una sola mente”. La cuestión era saber si el autor de la obra representada vertía su crítica de esa manera.
Fue pasando el tiempo. En 2011 ganó el Premio Calendario en su modalidad de teatro, el más prestigioso otorgado por la AHS. Lo recogió visiblemente contento de las manos del ministro de Cultura, titular de un ministerio que el dramaturgo hoy despotrica.
Algunos años después volví a saber de Yunior García. Me llamó la atención, aunque no me sorprendió, encontrarle en algunos medios “independientes” que todo el mundo sabe que están financiados por el Gobierno yanqui para subvertir a la Revolución, tales como Diario de Cuba y CiberCuba, entre otros. En ellos, lógicamente, decía barbaridades, una mentira tras otra contra los gobernantes de la Isla y el sistema que gratuitamente le formó como dramaturgo, como artista.
Pasó más tiempo y, en medio de las actividades provocadoras del ridículamente llamado Movimiento San Isidro (el mismo MSI que agradece a Joe Biden que se acordara de ellos en su reciente discurso de la ONU), encontré su nombre y apellidos en la lista de personas que habían impuesto para reunirse con el ministro de Cultura. Todo el mundo sabe, también, que finalmente descartaron acudir a la cita en el Mincult; se quedaron fuera del ministerio montando bulla. No era diálogo lo que en verdad buscaban, sino provocar y llamar la atención. Y, ajustados al guión del imperialismo yanqui, lo hicieron de la manera más burda posible.
Con su ego disparado (es cualquier cosa menos humilde), Yunior García emplazó públicamente al presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, a que le recibiera. Como si el dramaturgo devenido a contrarrevolucionario representara a parte notable de la sociedad y el presidente no tuviera otra cosa más importante que hacer. ¡Cuánta arrogancia y cuánto cinismo!
La bajeza moral de Yunior García resulta mayúscula. Ya hasta las personas más desinformadas del mundo saben que todas, absolutamente todas de las decisiones gubernamentales más importante que se toman en Cuba son previamente debatidas por la inmensa mayoría de la población, que tiene la posibilidad real de cambiar o corregir aquello que considere oportuno (ejemplos de esto existen por doquier). Igualmente saben de los indiscutibles esfuerzos que el Gobierno revolucionario hace para procurar el bienestar de sus gobernados en medio de un bloqueo criminal, incluso el de millones de las personas más vulnerables del mundo a través de su enorme solidaridad (el envío de personal médico para atenderlas es de sobra conocido).
Pero no, Yunior García se empeña en señalar a Cuba como una “dictadura violenta”. Sí, “dictadura” y además “violenta” para definir a un sistema que, sin duda, es de lo más justo, pacífico y generoso que hoy existe en el mundo. Violentos fueron los gobiernos de Felipe González, siniestro individuo del que, a través de la NED, el dramaturgo recibió algunos conocimientos.
Efectivamente, Yunior García, que se define a sí mismo como “demócrata de izquierdas”, asistió en 2019, concretamente del 12 al 14 de septiembre, a uno de los talleres del proyecto “Diálogos sobre Cuba”. Ese taller fue parte del programa de formación de liderazgo que organiza la Fundación Nacional para la Democracia (NED, por sus siglas en inglés), una organización estadounidense que, junto a la USAID, se encarga de la parte legal de las operaciones ilegales de la CIA.
El taller de formación se llevó a cabo en Sant Louis University-Madrid Campus, institución jesuita estadounidense vinculada al ejército, en la que se imparte en inglés y completan estudios los soldados acantonados en Madrid.
Con su participación, Yunior García se desenmascaró a sí mismo, se quitó la careta de “demócrata de izquierdas” para dejar al descubierto su verdadera rostro, el de contrarrevolucionario.
Como decía unas líneas más arriba, uno de los conferenciantes de tan significativo taller fue Felipe González, ex presidente del Gobierno español que llegó a la Moncloa con la ayuda de la socialdemocracia alemana y de la CIA. González es el Señor X de los GAL, grupo de mercenarios que, pagados con dinero público, asesinaron a cerca de 30 personas, secuestraron a otras y causaron cuantiosos daños materiales con la colocación de bombas.
Hoy, Felipe González es acérrimo defensor del narco-terrorista gobierno colombiano y la ultraderecha golpista venezolana; en realidad de la de toda América Latina y del resto del mundo. Por sus venas corre fascismo a raudales. Sobra decir qué tipo de conferencia pudo impartir el Señor X a Yunior García.
Para que se entienda mejor en qué clase de taller participó el dramaturgo, añadiré que, junto a él, también tomaron parte en la formación como activistas los conocidos contrarrevolucionarios Manuel Silvestre Cuesta Morúa y Reynaldo Escobar (este último marido de Yoani Sánchez), además de Yanelis Núñez Leyva, que es cofundadora, junto a su ex pareja Luis Manuel Otero Alcántara, del vomitivo Museo de la Disidencia en Cuba.
Como ya he señalado, Yunior García se autoerige como “demócrata de izquierdas”. Pero en realidad no es demócrata ni es de izquierdas. Si lo fuera, no arremetería contra la Constitución cubana. La razón es bien sencilla. La Carta Magna de Cuba fue aprobada en referéndum, hace apenas dos años, por el 86,85% de la población. Por si esto fuera poco, fue el resultado de un proceso participativo de consulta popular, en 133.000 asambleas, en las que tomaron parte casi nueve millones de personas, de un total de 11,2 que habitan en la tierra de Martí y de Fidel.
Quienes dijeron sí a la Constitución fue una mayoría muy amplia y, como es sabido, en democracia la minoría (en este caso exigua) debe someterse a sentir de su contrario. ¿Por qué, entonces, Yunior García despotrica contra el Partido Comunista de Cuba (PCC) como rector del proceso revolucionario y, en definitiva, contra el sistema socialista? ¿Acaso no está reflejado en la Carta Magna que el PCC desempeñe ese papel y que el Estado cubano es socialista? ¿Por qué, lejos de aceptar, combate lo que han decido la gran mayoría del pueblo cubano? ¿Dónde está la democracia de Yunior García?
El dramaturgo se cree inteligente, aunque más bien parece lo contrario. En no pocas ocasiones ha asegurado que la Policía le retiene en su casa y que le cortan Internet muy a menudo para que no pueda difundir sus mensajes, pero, qué cosa tan extraña, nunca deja de conceder entrevistas a los medios reaccionarios vía WhatsApp.
Otro ejemplo de que no demuestra ser muy inteligente es la cantidad de veces que recurre a gente cuya ideología de ultraderecha le rezuma por todos los poros. ¿Exteriorizando simpatía por semejante gentuza pretende que se le tenga por un demócrata? ¿A quién cree que va a engañar con tamaña mentira?
Hace unas pocas semanas no se le ocurrió otra cosa que retuitear un mensaje de un declarado defensor de la reacción más recalcitrante de América Latina. Me refiero al cantante Alejandro Sanz, que sólo le “preocupa” los derechos humanos de Cuba y Venezuela; nunca los de Colombia, Chile, Haití…
Este publicó en su cuenta de Twitter esta vomitera fascista que tanto le agradó a Yunior García: “Cómo le pueden llamar “revolución” a algo tan acomodado, intransigente, aburrido, injusto, anquilosado, decadente, casposo, obsoleto, inmóvil, inútil, penoso, insulso, abusivo, desesperado, servil y torpe? Que le llamen “lo siento” y dejen a Cuba seguir”.
Es como si el cantante (y el dramaturgo también) se estuviera insultando a sí mismo, porque él sí que es todo eso y algunas cosas más.
Nunca he oído decir a ni un solo dirigente cubano que la Revolución es perfecta. Son personas y, por lo tanto, no están exentos de cometer errores. Por otra parte, conocedores de que son humanos, nunca han eludido la crítica, en todo caso la fomentan. Lo que sucede es que el estilo de crítica elegido por Yunior García, además de que le delata por enésima vez como el contrarrevolucionario que es, resulta absolutamente grotesco y repugnante.
Y aquí lo dejo. Seguiré atento a sus movimientos. De momento, el dramaturgo que conocí cuando presentó su primer libro, hace casi once años, parece estar liderando una nueva provocación Made in USA para el próximo 20 de noviembre en toda la Isla.
No cabe duda, el pueblo y la dirección revolucionaria sabrán responder; estarán a la altura de las circunstancias.