Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- Asesorado por senadores anticubanos, demócratas y republicanos, el presidente Joe Biden mantiene todas las sanciones aplicadas por Donald Trump contra Cuba, e incumple sus promesas dichas en su campaña electoral.
El corrupto senador demócrata Bob Menéndez y su aliado republicano Marco Rubio, miembros de la mafia terrorista anticubana, lo presionan para que conserve intacta la política de Trump, a partir de los altos cargos que ocupan en importantes comisiones senatoriales, con la esperanza de destruir a la Revolución cubana, mientras disfrutan el sufrimiento del pueblo cubano, ante la supresión de las remesas familiares, la prohibición de los vuelos procedentes de Estados Unidos a provincias de la Isla, el corte del intercambio cultural y el incumplimiento del programa migratorio, incluidas las visas de reunificación familia y el sorteo internacional.
Menéndez, en un reciente discurso en el Senado, expresó: “la política de Barack Obama hacia Cuba fue un error que no debe repartirse” y le pidió al presidente Bidel aprobar más sanciones, algo que cumplió sin pensar que es el pueblo quien paga por tales decisiones.
La falta de sentimientos en la política yanqui, se pone de manifiesto en la manipulación que hacen con la emigración legal de los cubanos, quienes padecen los desmanes de ese gobierno que no tiene piedad con miles de familias, separadas desde que la CIA, bajo la dirección de Mike Pompeo, le propuso a Trump el plan para justificar el cierre de la misión diplomática en la Habana, aprobada por Obama, como colofón del restablecimiento de relaciones, hecho que enfureció a la mafia anticubana.
Dicho plan consistió en el invento de los inexisten ataques acústicos y la mentira de que estos “afectaron” la salud de sus diplomáticos, quienes “casualmente” son empleados de la CIA, hecho que sirvió de pretexto para cerrar el consulado y por consiguiente hacer más difícil la obtención de un visado para quienes deseen viajar a Estados Unidos.
La crueldad de los yanquis no tiene parangón y se demuestra en la ausencia de humanismo con el tema de las visas, incluidas a los cubanos ganadores del sorteo internacional que lanza anualmente el Departamento de Estado, unas 55 mil visas para todo el mundo y de ellas un poco más de mil para Cuba.
Esas visas deben ser otorgadas dentro del período de un año fiscal y de lo contrario se pierden, algo que sucede con los cubanos que deben viajar a Guayana para ser entrevistados en el consulado yanqui, situación que eleva los costos a sumas considerables para cualquier ciudadano, no solo para los cubanos.
A esa odisea se le unió la pandemia de la Covid, que redujo los vuelos internacionales y el cierre temporal de las embajadas, situación que puso en peligro el sueño de los cubanos de poder obtener su permiso para emigrar legalmente y reunirse con sus familiares cercanos.
Para Menéndez y Rubio, ambos hijos de emigrantes cubanos, esta angustia no les importa, prueba de su falta de humanidad por aquellos que viven separados, debido a la vigencia de una política sin sentido.
Otro tanto ocurre con el acuerdo migratorio vigente entre Estados Unidos y Cuba, donde se comprometieron a otorgar no menos de 20 mil visas anuales, también incumplido desde que Trump asumió la presidencia y prometió a la mafia anticubana incrementar la hostilidad contra el pueblo cubano, quien recibe directamente los efectos de todas las sanciones.
La crueldad contra los cubanos es total y no contra el gobierno como justifican, situación palpable en la cancelación que hizo Trump de las visas múltiples por cinco años, unido a la congelación de la emisión de muchas tarjetas de residencia permanente, incluidas las visas del sorteo internacional, conocido popularmente como Lotería.
El Congreso yanqui, tan “preocupado” por la situación de los derechos humanos en la Isla, no ha tomado acción con los cubanos ganadores del sorteo que perdieron su visa el 30 de septiembre, al no ser recibidos en el consulado de Guyana, situación que no es responsabilidad de los ganadores.
A esos congresistas solo les interesa dibujar a un gobierno revolucionario como “violador de los derechos humanos”, pero el pueblo puede irse al diablo que no es su problema. Por eso siguen sin presionar a Biden por la reanudación del envío de remesas familiares a Cuba, a pesar de que el gobierno yanqui acaba de aprobarlas para Afganistán, donde existe un poder acusado de ser terrorista y narcotraficante.
Sin embargo, para quienes entran ilegalmente a Estados Unidos por la frontera mexicana, o abandonan un equipo deportivo y declaran ante el funcionario del servicio de Inmigración, que “huyen del comunismo”, de inmediato son admitidos, porque les sirve para la propaganda contra la Revolución cubana que tanto odian, por no arrodillarse a las órdenes yanquis y resistir la despiadada guerra económica, comercial y financiera, que pretende matar de hambre a todo un pueblo, simpatice o no con el socialismo.
Después hablan con cinismo de “humanidad y preocupación” por el pueblo cubano.
Mucha razón la de José Martí cuando escribió en 1884:
“El partido demócrata, donde manda, enseña corrupciones iguales a las que desacreditan a los republicanos”.