Wilkie Delgado Correa* - Cubainformación.- Tributo de sí mismo para Pablo Armando: Pero los muertos no se van… los muertos se quedan. ¿Dónde? Se quedan con los vivos… se quedan en el cuerpo de los vivos.


 

Llega la noticia como un disparo y los múltiples ecos se encargan de las dimensiones y certezas del protagonista ilustre. Porque Pablo Armando Fernández, nacido en el Central Delicias, en las Tunas, territorio de la antigua provincia de Oriente, el 2 de marzo de 1930, murió longevo en La Habana, a los 91 años, el 3 de noviembre de 2021, y eternizado en una vasta y sobresaliente obra.

Jalonaron su trayectoria literaria las obras siguientes: En Poesía, Salterio y lamentaciones en 1953; Nuevos Poemas, 1956; Toda la Poesía, 1961; Libro de los Héroes, 1964; En sitio permanente, 1969; Suite para Maruja, 1978; Aprendiendo a morir, 1983; Ronda de encantamiento, 1990; Nocturno en San Cugat, 1995; Learning  to die; 1995; Libro de la vida, 1997; De piedra y de palabras, 1999; Pequeño cuaderno de Manila, 2000; Reinos de la aurora, 2001; Parables, Oakville, 2001; De memorias y anhelos, 1998. Novelas: Los niños se despiden, 1968; El vientre del pez, 1989; Otro golpe de dados, 1993. Cuento: El talismán y otras evocaciones, 1994.

Como parte de su trayectoria laboral ocupó numerosas responsabilidades relacionadas con el desarrollo de la literatura en el país, y en el servicio exterior.

En 1996 Pablo Armando Fernández fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura.

Su novela “Los niños se despiden” fue Premio de la Casa de las Américas en 1968. Esta obra constituye un friso literario en que se amalgaman los mundos epocales, literarios, poéticos, filosóficos, patrióticos, históricos, políticos

Desde sus inicios la novela introduce todo el entramado del mundo abigarrado que ha de describir y revivir: “Y en el portal abriéndose a la súbita noche de los jardines, de la calle, abriéndose a las conversaciones, el saludo fugaz de los que pasan, a los gritos de los niños que se despiden y recogen sus libros, sus juguetes, una camisa, un suéter, un sombrero…”

En ocasión del deceso de Pablo Armando, cabe referir el enfoque filosófico sobe la muerte que se aborda en una sección de la novela referida como ENTREACTO:

………………………………………………………………………………..

  • Todo es irracional. Debe haber alguien que quiera hacer algo.
  • Sí, irse, es lo que todos quieren, irse a cualquier lugar que no sea donde están.
  • Como los muertos.
  • Los muertos no se van, los muertos se quedan, son los vivos los únicos que piensan irse.
  • ………………………………………………………………………..
  • ¿Por qué te fuiste?
  • Porque quería irme, era lo único que quería.
  • ¿Para qué?
  • Para sentirme como los muertos.
  • Pero los muertos no se van.
  • Sí, los muertos se van.
  • No, los muertos se quedan.
  • ¿Dónde?
  • Se quedan con los vivos
  • …se quedan en el cuerpo de los vivos.

Por tanto, queda como certeza que la memoria colectiva preservará la imagen y la obra de Pablo Armando Fernández más allá de este tránsito existencial.

Hoy que se viven momentos cruciales entre el patriotismo sustentado por el pueblo cubano enfrentado como siempre a los vendepatrias contemporáneos valdría la pena publicar en la prensa las secciones denominadas JARDÍN de dicha novela porque allí fulguran las ideas de Martí y la Revolución, que reafirman la realidad que la política auténtica está en todas partes, principalmente en las grandes obras.

Así que en esta hora, por el momento, Pablo Armando se despide como sus niños… pero no se despide, porque queda en el cuerpo de los vivos.

 

*Doctor en Ciencias Médicas, Doctor Honoris Causa, Profesor Titular, Consultante y Profesor de Mérito de la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba.

 

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