Wilkie Delgado Correa* - Cubainformación.- En próximo artículo recurriré a Aristóteles, nacido mucho antes de Cristo o, sea, de antes de nuestra era, para que les responda sobre democracia y otros regímenes políticos a Biden y sus acólitos.


Estamos casi en los umbrales del nuevo año de 2022. Todavía el mundo permanece sometido a las amenazas de la pandemia de la Covid-19. Y como hace muchos años la humanidad persevera en existir enfrentando las plagas representadas por las políticas de explotación con diversos ropajes entronizadas por regímenes capitalistas, que esgrimiendo banderas de democracias, son en realidad experiencias modernas de reinados, dictaduras, plutocracias, y otras variantes de regímenes capitalistas neoliberales.

Recientemente y para más estafas en esta época de pandemia, el presidente Biden de los Estados Unidos ha pretendido engañar al mundo a fin de ofrecer la idealista imagen de democracia y de defensa de los derechos humanos. Si se analizan sus planteamientos con sus efectos prácticos e ideológicos, y también de uno de sus más pigmeos y preferidos invitados al convite, el supuesto presidente de Venezuela Juan Guaidó, las conclusiones indican que la mentira y la manipulación son tan evidentes que solo bastan algunas pocas preguntas y aseveraciones para sepultar todas las engañifas de los discursos.

Empecemos, estimados lectores, por algunos de los aspectos más resaltados y reseñados en las noticias del evento que aspira a repetirse no sabemos si cada año.

Si la ONU tiene una Carta por la cual deben regirse todos los países miembros que cumplen los requisitos para su desempeño con la anuencia de la mayoría de su Asamblea General, y es conocido que esta organización ha reconocido a Nicolás Maduro como Jefe de Estado de Venezuela, por demás electo en elecciones en su país según establece la Constitución de la República Bolivariana, ¿como entender que Estados Unidos en forma dictatorial determine que Juan Guaidó es el presidente de Venezuela, quien por otra parte no ha sido electo en ninguna elección en su país ni manda ni radica en su nación, y para mayor ofensa a los otros mandatarios invitados, les imponga su presencia ilegal y descocada en esa Cumbre de “democracia y derechos humanos”? ¿Qué actitud y posición democrática es esa imposición autoritaria, para usar un adjetivo en el discurso de Biden?

Si la democracia desde un punto de vista conceptual implica la aceptación de gobernantes y gobernados de la decisión de la mayoría en las elecciones de un país, y lo mismo es válido para un órgano o  una institución, ¿como explican los gobiernos de los Estados Unidos que jamás se hayan comportado democráticamente en las Naciones Unidas cuando años tras años, desde 1992, la Asamblea General de las Naciones Unidas ha condenado el bloqueo contra Cuba y el mundo y ha acordado por la inmensa mayoría, con la excepción de Estados Unidos e Israel, que cese esa medida genocida contra Cuba y que, además,  afecta a todos los países del mundo, y consiguientemente viola los derechos humanos de los ciudadanos cubanos, de todos los países y también de los estadounidenses?

Si los gobiernos de los Estados Unidos son tan respetuosos de los derechos humanos, y si estos son inmanentes para los ciudadanos de cualquier país ya gocen de libertad plena o permanezcan en prisión, ¿cómo entender la práctica violatoria de tales derechos por los gobiernos de los Estados Unidos? ¿No basta acaso la pregunta de por qué todavía guardan prisión 39 ciudadanos de otros países en la Base Naval de Guantánamo, desde 2003, sin que se les haya juzgado? ¿Acaso no fueron cazados como fieras desde otros países más de 700 personas y mantenidos sin derechos ni juicios durante años en un territorio que no es soberanía de EE.UU.? ¿Es acaso que no fueron torturados y mantenidos en un “limbo” legal bajo una condición inventada por Bush? ¿Son esos seres humanos una nueva especie animal decretada por las sacrosantas y democráticas autoridades políticas y judiciales estadounidenses?

Si los gobiernos de los Estados Unidos son tan respetuosos y cumplidores de los derechos humanos, cabe preguntarles, ¿por qué son tan fariseos y engañabobos? ¿Por qué no han ratificado la Convención de los Derechos del Niño, que es el instrumento de derechos humanos más ratificado en la historia según la UNICEF?  Si 196 países la han ratificado hasta ahora desde el 20 de noviembre de 1989, ¿por qué Estados Unidos en solitario con otro país no lo ha hecho? ¿Será que eso demuestra que Estados Unidos es un país democrático y cumplidor de derechos humanos?

¿Dónde están los periodistas y órganos de prensa defensores de la democracia y los derechos humanos que no preguntan esto a Biden y a todos los ciegos adoradores que padecen de yanquimanía incurable?

En verdad, os digo, estimados lectores, que podría seguir preguntando sobre cada uno de los derechos humanos, sean civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, y también de indicadores de democracia con hechos y datos concretos, porque la plutocracia imperial estadounidense no es lo que pregona. 

Pero quiero anunciarles que en próximo artículo recurriré a Aristóteles, nacido mucho antes de Cristo o, sea, nuestra era, para que les responda sobre democracia y otros regímenes políticos a Biden y a sus acólitos.


*Doctor en Ciencias Médicas, Doctor Honoris Causa, Profesor Titular, Consultante y Profesor de Mérito de la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba.

 

 

 

 

 

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