Flor de Paz - Cubaperiodistas / Cuba en Resumen / Cubainformación.- Trescientos dos estudiantes de las carreras de la Facultad de Comunicación[i] (Fcom), de la Universidad de La Habana, recibieron sus títulos de licenciados en la mañana de hoy jueves 16 de diciembre en el Aula Magna de dicha institución académica. De esta graduación, calificada por la decana, Dra.C. Hilda Saladrigas, como la más grande de la historia de Fcom, egresaron 89 periodistas.
La la Dra. C. Hilda Saladrigas, reconocida por generaciones de profesionales de la Comunicación, dijo que esta hornada de estudiantes, acompañados por sus maestros, tuvo que aprender a vivir con nuevos códigos para preservar la salud y la vida. “Hicimos todo on line, incluidas las defensas de las tesis; fue un escenario que nos hizo crecer”. Asimismo, subrayó que no se puede construir un país sin información y datos. Foto: Heriberto González/Cubaperiodistas.
Graduados de Periodismo. Foto: Heriberto González/Cubaperiodistas.
Iraida Calzadilla: Día del Aula Magna
Los días de graduación son tremendos. A una le salta el corazón de dolor y alegría. Dolor, porque se te van los estudiantes del aula, ya se convirtieron en profesionales y quieren conquistar el mundo, buscar el éxito, seguir creciendo como seres humanos. Alegría, precisamente por todo eso y porque cada profesor sabe que hay un pedacito de sí mismo en ellos.
Hoy la graduación de Periodismo en la Universidad de La Habana fue doble. Los últimos muchachos del plan de cinco años y los primeros de los de cuatro. Más de 70 jóvenes a los medios para que lleven a ellos esa fuerza nueva necesaria siempre, esa cosmovisión fresca que portan, esos saberes que desde la sólida preparación que intentamos dar, verterán en las salas de redacción.
La graduación me fue particularmente emotiva. Cuando Raúl Escalona, el estudiante integral, leyó su discurso, abrió el agradecimiento a sus profes con Roger y conmigo. Y sucedió algo mágico con aquel aplauso prolongado que nos tributaron. Miren, si quieren saber la verdad, Roger y yo no necesitamos más para sentirnos recompensados por tantos años de entrega al magisterio, por tantas madrugadas de trabajo, por horas incontables de repasos, consultas y por ser adictos al aula.
Ser premiados con sus afectos significa un mayor compromiso pedagógico, humano y profesional. Significa, también, seguir respondiendo con nuestro propio quehacer lo que en el aula enseñamos. Un maestro es, más allá de un vertedor de conocimientos, un guía espiritual que nos ilumina con su ejemplo para siempre.
Gracias queridos muchachos. Recibir en el Aula Magna ese interminable aplauso fue el mejor reconocimiento que podían prodigarnos.