Andrés Marí - Cubainformación / Fundació Vivint.- Dicen que los cubanos “o no llegamos o nos pasamos”, vaya, que nunca tenemos ningún punto medio y que jamás seremos dignos del equilibrio, o sea, se nos tilda de buenos, magníficos y extraordinarios o de malos, terribles y comunes, aunque para mayor aproximación muchos nos catalogan como chiflados por lo lindos que somos. Y nos reímos acabando la cuestión. No obstante, a veces algunos nos preguntamos: ¿Por qué no intentar primero definir al país de donde somos con esa palabrita de moda en boca de todos?: ¡Ser de un país normal! Pero ahí vuelven las alarmas con un gigantesco tatuaje en los ojos: “El muerto alante y la gritería atrás”.
¿A qué viene esto? Con el último programa del año en D@R creí ver algunas aclaraciones. Su creador, máximo responsable y general supremo -es así en todas partes y en el mundo entero con quien posee algo y lo comparte con poder-, para elegir a sus
invitados y poner del chat lo que más le guste, pudo haber logrado entre su mayoritaria audiencia de “San Giving“ -como dijo, en vez de Nochebuena, Navidad, o Año Nuevo, y con lo que la hubiera perfeccionado-, perdió una gloriosa oportunidad para insistirle, o mejor dicho, exigirle -que es su palabra de pase-, al gobierno cubano o a los directores de las instituciones cubanas que le permitan “su derecho a réplica”, aunque aún no lo haya obtenido donde reside porque allí no le interese usarlo o porque solo puede tenerlo en ese lugar común de las Redes donde ya miles de cubanos, tanto en la isla o fuera de ella, las usan con los más diversos objetivos, salvo él que, desgraciadamente, al igual que otros siguen sin entender el “Eterno Baraguá” que les espera a todos los que las usan para envenenar un poco más la isla.
Digamos que Ian Padrón no busca ser un gran chiflado ni un lindo descomunal, sino un hombre ‘normal’ que en EEUU es como decir ‘nada’, casi como un ‘olvídate de tu historia como cineasta y ponte pa las cosas”, vaya, que colabore con lo que ese país quiere con Cuba. No lo repito, todos lo sabemos, aunque muchos me digan que estoy mintiendo. Es cierto lo que sucede cada año en la ONU, donde el mundo vota una Resolución contra el bloqueo de EEUU a Cuba, y sucede ‘lo normal’: EEUU, como máximo exponente de ‘la normalidad’ en el planeta, dice que no y se acabó la charla hasta el próximo ‘Thanksgiving Day’ en que todos los embajadores vuelvan a respetar la ‘normalidad’ de la ONU y pidan otra vez lo mismo. No sé porqué esto no le ha enseñado nada a Ian en cuanto a su forma para lograr que Cuba le permita hacer su programa en la isla.
Imagino que Ian, como cubano, es otro perfecto chiflado o un lindo fuera de serie y por esto último no entiende que, aunque Cuba no tenga maquinitas para hacer dólares ni armas nucleares, casi toda ella es hija de Elpidio Valdés y como le dijo el otro chiflado o lindo cubano residente en Francia: “No nos jodas al Padre”. Es que es una verdad demasiado dura, porque es cierto, el creador del célebre personaje, el inolvidable amigo de millones de cubanos Juan Padrón, es papá de Ian, pero ‘nada más’, aunque normalmente debería ser ‘y todo’, pero no, así no va la vida para los artistas que logran hacerse pueblo con sus obras. Y algo parecido sucede con los científicos, deportistas u otras de nuestras chifladuras o lindeces en que todos nos parecemos: somos la proeza de una historia que masivamente nos formó como lo que quisimos y para todos los cubanos y a ellos nos debemos. Claro, pasando el tiempo vemos que no es así, ¿por qué? Es muy sencillo: a todos nos gusta ser personas normales con nombres y apellidos propios junto a nuestros amados padres, demás familiares, amigos y elegir nuestros destinos en la más absoluta libertad. ¡Así debería ser si EEUU respetara la Historia de Cuba y su derecho a existir con normalidad! En fin, quizás en otro momento escriba sobre Amilcar y Yasset, los invitados del día que, como hace Ian y la mayoría de sus entrevistados, también pasaron en puntillas por el criminal bloqueo a Cuba y prefirieron, tal vez sin darse cuenta, no creer que también ellos
son otros chiflados o lindos cubanos. ¡Y es tan fácil creerlo!