Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- Los yanquis le tienen terror al comunismo y a toda posición de izquierda que pueda poner en peligro al capitalismo, situación que tuvo su expresión más visible durante el pasado siglo XX, con la cacería de brujas aplicada por McCarthy, principalmente contra los artistas. Hoy esa misma actitud se manifiesta en varios sectores de esa sociedad y entre algunos congresistas, como los de origen cubano salidos de la mafia terrorista de Miami, quienes, ante 63 años de frustraciones, acaban de proponer que el presidente Joe Biden apruebe un cargo para enfrentar el comunismo.
Desde que Donald Trump asumió la presidencia, acabó con la estabilidad en el mundo y se retiró de casi todos los tratados internacionales para asumir una conducta peligrosa, que puede conducir a consecuencias catastróficas para la humanidad, al desplegar un enfrentamiento con China, Rusia e Irán, de forma irresponsable y descabellada, apoyado por el complejo militar industrial yanqui.
Contra Cuba, Venezuela, Nicaragua y otros países que tienen posiciones de izquierda, las sanciones y las campañas comunicacionales para satanizarlas es desmesurada y cargadas de mentiras, con el objetivo de crear repudio entre las masas, gastando ciento de millones de dólares para subvertir el orden interno, como también sucedió en Ucrania, Bielorrusia, Rusia y Hong Kong.
Sin embargo, la situación que presenta la economía yanqui y la de otros países capitalistas es pésima, unida a la desprotección de la masa de trabajadores, las mujeres, jóvenes y ancianos, contrario a lo que sucede en los sistemas socialistas donde nadie se queda desprotegido, razón por la que Estados Unidos siente tanto temor ante es ejemplo.
Si el socialismo es tan malo como ellos afirman, ¿por qué tanto esfuerzo es entorpecerlo si puede caerse por su propio peso?
La línea de trabajo imperial es entorpecer por todos los medios que pueda tener resultados y ser imitado, el caso cubano así lo demuestra, por eso analistas del Council on Foreign Relations, en un informe publicado en 1999, afirman:
“La oposición de Estados Unidos a la Revolución cubana y el apoyo a la democracia y al desarrollo en este hemisferio, lograron frustrar las ambiciones cubanas de expandir su modelo económico e influencia política”.
Este principio para evitar el desarrollo del socialismo ya lo había esbozado en 1960, Lester Mallory, subsecretario de Estado, al proponer:
“El único medio previsible que tenemos hoy para enajenar el apoyo interno a la Revolución es a través del desencanto y el desaliento basado en la insatisfacción y las dificultades económicas”.
Por eso la guerra económica es el pilar principal del accionar yanqui contra el sistema socialista, materializado en sus constantes y crecientes sanciones contra todo el que asuma un sistema socialista, para que no puedan demostrar su valía.
La pandemia de la Covid-19 sacó a la luz las desventajas del capitalismo yanqui y, mientras en Cuba ningún trabajador perdió su empleo ni dejó de recibir un salario, aunque no pudiera acudir a su trabajo, en los Estados Unidos, los trabajadores que tuvieron que quedarse en sus casas por estar contagiados, perdieron su empleo y por esa causa millones de empleados salieron a trabajar a pesar de estar enfermos, algo que propagó aún más el virus.
En esa gran masa de trabajadores muchos no pudieron pagar las pruebas para saber si estaban infectados, además de carecer de licencia por enfermedad pagada, situación que los cubanos tienen asegurada con el socialismo.
Estados Unidos no cuenta con leyes nacionales de baja por enfermedad y los trabajadores se encuentran desprotegidos. Según la Oficina de Estadísticas Laborales, en marzo de 2021, el 41% de los empleados del sector servicios carecían de licencia por enfermedad pagada. La Kaiser Family Foundation, asegura que la probabilidad de que los trabajadores a tiempo parcial cuenten con una baja por enfermedad remunerada, tiene un impacto desproporcionado en las mujeres, quienes tienen más probabilidades que los hombres de tener trabajos a tiempo parcial, pues el dilema de los estadounidenses está en perder el sueldo o ir a trabajar enfermo.
Eso en el socialismo cubano no sucede y esa es una de las razones del pánico que le tienen al ejemplo de Cuba socialista.
La cruzada mediática contra el socialismo es brutal y plena de tergiversaciones y calumnias, pero la realidad es bien diferente y opacada por los medios de comunicación, que no divulgan con la misma intensidad y ferocidad lo que sucede en el capitalismo.
Los pronósticos económicos para 2022, realizado por las principales instituciones financieras internacionales, vaticinan para América Latina una situación desastrosa, al llegar a la conclusión que la región será la de menor crecimiento del mundo, y no por causas del socialismo, sino del sistema capitalista, al que economistas críticos de Cuba no le proponen cambios estructurales ni de sistema político.
En el socialismo de Cuba el empleo es un derecho de todo ciudadano, recogido en el Código de Trabajo, con igualdad en trabajo y salario para hombres y mujeres. Se prohíbe el trabajo infantil y los trabajadores tienen el derecho a la capacitación, superación, descanso, seguridad social y a la salud gratuita.
Muy diferente al sistema capitalista, la educación cubanaes gratuita desde la enseñanza preescolar hasta la superior y la instrucción hasta el 9no grado es obligatoria.
Otro aspecto del socialismo cubano que tanto odian los yanquis por ser un “mal ejemplo”, es su sistema de salud, al que pretenden acusar de tráfico humano por su apego a la solidaridad con los necesitados, cosa que ningún médico norteamericano acepta, aunque le paguen miles de dólares.
El New England Journal of Medecine, la más prestigiosa revista médica del mundo, afirmó: “El sistema de salud cubano parece irreal, hay demasiados doctores y todos los ciudadanos tienen un médico de familia. Todo es totalmente gratuito. Su sistema de salud ha resuelto problemas que Estados Unidos no ha logrado resolver todavía. Cuba dispone ahora del doble de médicos por habitante que Estados Unidos”.
Gracias a ese socialismo estigmatizado, los servicios de salud cubren desde la atención primaria y preventiva, hasta intervenciones quirúrgicas con tecnología de punta.
A pesar de las limitaciones causadas por la guerra económica y financiera, Cuba prioriza programas de alto impacto, como los de Cardiología, Cáncer, Nefrología, Oftalmología y Trasplante de Órganos, además, se avanza hacia el examen preventivo de toda la población para el diagnóstico precoz de enfermedades. Se profundiza la efectividad de otros programas como el materno-infantil y en la atención al adulto mayor.
Se mantiene el programa de vacunación infantil para prevenir 13 enfermedades, eliminándose la malaria, poliomielitis, difteria, tosferina, sarampión, rubéola, síndrome de rubéola congénita, tétanos neonatal y meningitis tuberculosa.
Durante la pandemia de la Covid-19, Cuba pobre y bloqueada logró 5 candidatos vacunales y hoy tiene a casi el 90 % de su población con tres dosis, incluidos los niños mayores de dos años, todo eso gracias al sistema político, económico y social.
Los yanquis sienten pánico al ejemplo del socialismo cubano, por eso recrudecen las sanciones económicas para ahogar al país y hacerlo perecer y “estado fallido”, pero la verdad no se puede ocultar y como expresó José Martí:
“Un principio justo desde el fondo de una cueva, puede más que un ejército”.