Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- Ser independiente y soberano en este mundo donde Estados Unidos impone sus leyes, tiene un elevado precio y ese es el que Cuba paga por no arrodillarse ni bajar la cabeza ante quien desde hace dos siglos ordenaba y disponía de la política y economía de la Isla.


No en vano, en abril de 1959 a solo 4 meses del triunfo revolucionario, la embajada norteamericana en La Habana de conjunto con la estación local de la CIA, elaboraron un plan de influencia subversiva y reclutamiento en los sectores priorizados de la sociedad cubana, debido al temor que la situación en Cuba se tornara independiente y en contra de las políticas yanquis, algo que catalogaron enseguida como posiciones comunistas, e iniciaron las campañas mediáticas para satanizar a la Revolución.

Dicho plan fue enviado bajo el título “Crecimiento del comunismo en Cuba”, conservado aun en los archivos centrales del Departamento de Estado, con las firmas de Daniel M. Braddock, ministro consejero en la embajada y James A. Noel, jefe de la Estación Local de la CIA.

Dicho documento afirma:

“Bajo la mirada benévola de Fidel Castro y protegidos por su inamistosa actitud hacia Estados Unidos y su drástico programa de reformas sociales y económicas, el comunismo está creciendo en Cuba y se está infiltrando con éxito en diferentes sectores de la vida pública”.

 

“Una cantidad de medidas económicas y sociales drásticas han sido promulgadas, las cuales pudieran ser el resultado de la influencia comunista”.

“El pro-americanismo hasta el momento es impopular debido a los constantes ataques de Fidel Castro contra Estados Unidos”.

“Existen indicios definitivos de que los líderes en el campo de la información, la revista Bohemia y las estaciones televisivas CMQ y Telemundo, se enfrentarían directamente contra la infiltración comunista y la autocensura impuesta por el gobierno si recibieran suficiente apoyo moral. Ellos miran particularmente hacia la embajada americana en busca de garantías de que nuestra posición anticomunista se deje clara a los líderes del gobierno cubano”.

“Los programas culturales en la fortaleza de la Cabaña han incluido la alfabetización y una inyección de marxismo, igual que lecturas de poesías por Nicolás Guillén, relevante poeta comunista cubano. Ante las tropas, Guillén lee sus poemas sobre Little Rock, que se refiere a la discriminación racial en Estados Unidos”.

Es por eso que proponemos dar pasos urgentes, entre ellos:

“Los funcionarios de la embajada y los líderes de la comunidad de los negocios americanos, deberán hacer un esfuerzo concertado para desarrollar amigos dentro de los ministerios y agencias del gobierno, pero al mismo tiempo volver a la idea de que el crecimiento del comunismo es algo que no deberá ser tolerado pues al final, destruirá la Revolución y traerá incontables sufrimientos al pueblo cubano”.

“Tratar de aislar a Castro de la influencia comunista alrededor suyo. Podría estimularse una campaña de prensa, la cual enfocaría las luces sobre los comunistas en posiciones de importancia”.

“Denunciar las actividades comunistas locales en la prensa de Cuba, la de Estados Unidos y en el mundo libre”.

“A través de métodos no atribuibles a nosotros, forjar la estima y el prestigio local e internacional para figuras no comunistas responsables en Cuba”.

 

“Ampliar grandemente el programa de becas a dirigentes para poder brindar a algunos de los nuevos líderes un cuadro más preciso de Estados Unidos que el proyectado por los comunistas y los compañeros de ruta”.

“Ayudar a los anticomunistas a obtener visas de Estados Unidos”.

“Los diplomáticos individuales de la embajada deberán tratar de colocar literatura y libros del servicio de información de los Estados Unidos sobre el tema del comunismo, para que sean obtenidos por los funcionarios claves de los ministerios cubanos, quienes de otra forma pudieran estar preocupados sólo superficialmente con la amenaza comunista”.

“Extender los esfuerzos en las provincias mediante el establecimiento de un salón de lectura en Santa Clara y mejorar los salones de lectura en Santiago de Cuba. En ambos casos, trabajar para el establecimiento de centros binacionales en cada ciudad”.

“Traer a Cuba especialistas anticomunistas para estudiar la analogía de las acciones del gobierno cubano con la línea comunista y darles información a los grupos anticomunistas”.

Lo que molestó y preocupó a los yanquis fueron las reformas que favorecían al pueblo, contra la explotación al que fue sometido desde 1901, de ahí que iniciaran la creación de una oposición a la Revolución e impedir el desarrollo económico, para culpar al socialismo de ser un sistema fallido.

Para lograrlo, el General de Brigada Edward Lansdale, jefe de operaciones del Programa Cuba, entregó el 18 de enero de 1962 a las más altas autoridades del gobierno de Estados Unidos y al Grupo Especial Ampliado del Consejo de Seguridad Nacional, el primer Proyecto de la operación, el cual dice textualmente:

Ayudar a los cubanos a derrocar al régimen comunista en Cuba e instaurar un nuevo gobierno con el cual Estados Unidos pueda vivir en paz. La operación está dirigida a provocar una rebelión del pueblo cubano que derrocará al régimen comunista”.

“La acción política será apoyada por una guerra económica que induzca al régimen comunista a fracasar en su esfuerzo por satisfacer las necesidades del país, las operaciones psicológicas acrecentarán el resentimiento de la población contra el régimen, y las de tipo militar darán al movimiento popular un arma de acción para el sabotaje y la resistencia armada en apoyo a los objetivos políticos”.

 

Nada ha cambiado en 63 años, por eso insisten en las medidas de esa criminal guerra económica y las campañas de prensa contra Cuba, como la actual, para hacerle creer al mundo que Cuba es el país “menos democrático” de América Latina, y un “régimen autoritario”, al igual que Venezuela y Nicaragua, porque los tres se mantienen firmen en la defensa de su soberanía nacional.

Para los yanquis las masacres en Colombia, Honduras, Guatemala, El Salvador y las represiones brutales contra la población que reclama mejoras del nivel de vida en Chile, Colombia y otros países de la región, son parte de la democracia, como también lo es la corrupción de sus dirigentes, las cuentas bancarias en paraísos fiscales, el robo de urnas, compra de votos y trampas en los sistemas electorales, las acusaciones falsas contra líderes revolucionarios y la convivencia con los carteles de las drogas.

Es democracia que, durante el período fiscal del 1 de julio del 2020 al 30 de junio del 2021, un total de 640 personas sin techo murieran solo en la ciudad de New York, la mayoría por casos relacionados con drogas y tiroteos en las calles.

La ONG Coalición para los Sin techo, informó que el número se duplicó en esa misma etapa a causa del consumo de drogas, más los fallecidos por la Covid-19 que no contaron con asistencia médica.

En el país de la “democracia” unas 50.000 personas duermen cada noche en New York, en refugios del Departamento de Servicios para los Sin Techo y miles en otros albergues administrados por otras agencias, la mayoría porque perdieron sus hogares por desalojos. Son miles los que viven en las calles todo el país o en las estaciones del metro.

Las masacres por uso de armas de fuego en escuelas y lugares públicos es parte de la llamada “democracia” yanqui, algo expuesto en días pasados en Miami, Florida, viéndose obligadas las autoridades a ejecutar un toque de queda, de debido a los actos de violencia durante las vacaciones de Spring Break, que dejaron varios muertos y heridos.

En Cuba socialista no suceden esas cosas, pero para los yanquis lo fundamental es que no se somete a sus dictados y por tanto debe pagar un alto precio para ser libre y soberana.

 

Razón la de José Martí al asegurar:

“La libertad cuesta muy cara y es necesario, o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a comprarla por su precio”.

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